Hay días que marcan la felicidad de una persona, puede ser ese momento de alegría por la conquista de algo anhelado o de esperanza por el hecho de hallarse el camino hacia donde verdaderamente se quisiera llegar.
Pero cuando un instante traza el futuro de millones de seres, la fecha en que ocurrió no necesita de almanaques para su recordación porque permanece en la memoria colectiva.
Por citar algunos ejemplos, el pueblo cubano no olvida el 10 de octubre de 1868, jornada de inicio de la Guerra de Independencia; o el 24 de febrero de 1895, como continuidad de esa lucha libertaria contra la metrópolis española.
De igual manera, se conmemora el 26 de Julio. Casi al amanecer de ese día de 1953, un grupo de jóvenes revolucionarios atacaron la segunda fortaleza del país, el cuartel Moncada, ubicado en Santiago de Cuba, y el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, con el objetivo de apoderarse de armas y municiones para derrocar al tirano Fulgencio Batista.
A pesar del fracaso militar, la mencionada acción avivó los sentimientos de justicia social y soberanía en gran parte del pueblo. Mediante la lucha clandestina, y luego en la Sierra Maestra, al conformarse el Ejército Rebelde bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, llegaría la victoria el 1.o de enero de 1959, otra fecha para celebrar.
Los sucesos del 26 de Julio trascenderían, además del valor de los asaltantes, por mantener vivo el ideario del Ápostol de los cubanos, José Martí, y por seguir esa ruta de los patriotas antecesores de morir por la plena libertad.
Hoy, en la Mayor de las Antillas festejamos el Día de la Rebeldía Nacional. Revisitamos las páginas de nuestra historia y honramos a nuestros héroes y mártires, a los que cayeron enfrentando al colonialismo; a los gobiernos de turno en la Isla, respaldados por sicarios y presidentes de Estados Unidos; a aquellos que en representación de la Revolución y el socialismo murieron en misiones internacionalistas.
La rebeldía de los cubanos nació de la explotación y extinción de los nativos aborígenes, del látigo que soportó el negro esclavo, del robo de las riquezas de nuestra tierra; de la discriminación provocada por el color de la piel, las distintas clases sociales, por la condición superior del extranjero sobre el criollo.
Por lo tanto, quienes pretendan intervenir en Cuba o entrometerse en los asuntos de la nación para cambiar su destino tendrán como respuesta la rebeldía que corre por las venas del pueblo, herencia de su historia.
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