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Ciencia e innovación y esfuerzo colectivo, herramientas de Cuba para el enfrentamiento al cambio climático

Cuba participa en las negociaciones como parte de la Alianza de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS-AOSIS), como parte de una coalición de países del ALBA y es también miembro del Grupo de Ideas Afines (Like Minded Developing Countries), asegura Orlando Rey.

Ha transcurrido un mes de las negociaciones de cambio climático ocurridas en Glasgow, Escocia, durante la 26 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP 26), y varios fueron los debates generados sobre el evento y sus resultados.

En algunos casos alentadores, por cumplir con los objetivos que se tenían propuestos para ese encuentro y, en otros, se sentencia y atribuye un fracaso a dicha reunión internacional, por no resolver los conflictos generados durante décadas respecto a los patrones irracionales de consumo y la responsabilidad que tienen los países desarrollados en las emisiones globales de gases de efecto invernadero a la atmósfera, los cuales influyen en el calentamiento global y el cambio climático.

Ante los retos y metas que dejó la COP 26, cómo fue la participación de Cuba, qué análisis y posiciones se adoptaron, qué fortalezas y oportunidades tiene el país para darle continuidad a sus compromisos internacionales pero, sobre todo, para adaptarse y mitigar al cambio climático y lograr un “desarrollo próspero, sostenible, resiliente y bajo en emisiones de carbono”.  

Para responder algunas de las interrogantes compartimos fragmentos de una entrevista realizada[1] al MsC. Orlando E. Rey Santos, asesor de cambio climático del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y delegado de Cuba en las negociaciones de la COP 26, por la Dra. Helen Yaffe, profesora  de la Universidad de Glasgow, para el periódico RCG, Fight Racism! Fight Imperialism!

Helen Yaffe: En la COP26 Cuba participó en diferentes bloques y asociaciones multilaterales. ¿Qué representa para el país participar esos grupos y coaliciones, y por qué es necesario que los países en desarrollo y subdesarrollados colaboren en foros internacionales?

Orlando Rey: Cuba participa en las negociaciones como parte de la Alianza de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS-AOSIS), como parte de una coalición de países del ALBA y es también miembro del Grupo de Ideas Afines (Like Minded Developing Countries).

Todos estos grupos, a su vez participan de una coalición mayor, que es el Grupo de los 77 y China, en la cual se integran todos los países en desarrollo.

Esta participación y negociación en grupos es vital. Por un lado, permite abarcar temas que no es posible atender con delegaciones pequeñas. Por ejemplo, en esta ocasión Cuba tenía cuatro delegados en la negociación, pero había cerca de 70 temas de agenda. Aspectos muy importantes, como las finanzas climáticas, se dividen a su vez en muchos subtemas, en cada uno de los cuales se negocian decisiones independientes.

El único modo de tener una visión y atención general a los temas de negociación, es a través de los Grupos. Por ejemplo, el grupo de los Estados Insulares en Desarrollo tiene posiciones muy sólidas en temas de adaptación y perdidas y daños, por tanto, Cuba tiene respaldada sus posiciones nacionales a través del trabajo del Grupo y puede concentrar su pequeña delegación en aspectos que están menos cubiertos o que puede haber posiciones de cierta diferencia. Cada grupo aporta aristas diferentes. En el caso del Grupo de “Ideas Afines”, es muy sólida su posición sobre las responsabilidades históricas de los países desarrollados, las responsabilidades diferenciadas y el derecho al desarrollo, todo lo cual es muy consistente con las posiciones defendidas por Cuba.

El otro punto es que, cuando las posiciones se presentan por un Grupo, son mucho más sólidas y alcanzan mayor respaldo en la negociación.

H: ¿Cuáles fueron los principales conflictos de intereses dentro de la Conferencia, y cómo lo asumen los países en desarrollo?

O: Los conflictos de intereses en la negociación climática son los mismos desde sus origines. Es interesante ver cómo, desde 1991 en que se estaba negociando el texto de lo que es hoy la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se han mantenido en lo esencial las mismas diferencias, y solo cambian matices y circunstancias.

El punto principal es que las naciones desarrolladas, que son responsables históricas del cambio climático —siendo el principal responsable los Estados Unidos de Norteamérica— se reúsan a asumir plenamente esa responsabilidad y quieren traspasar parte de esa carga a los países en desarrollo.

Por su parte, los países en desarrollo son conscientes de que todos debemos cooperar en el enfrentamiento al cambio climático, pero defienden que esto debe ocurrir de manera diferenciada.

Para sostener esto hay un principio en las negociaciones, que viene de la Cumbre de Rio en 1992, conforme al cual los países desarrollados deben llevar la mayor carga de obligaciones, en tanto responsables históricos y por disponer de los medios financieros y la tecnología.

Una arista de ese Principio, es que los países industrializados deben proporcionar a las naciones en desarrollo, recursos financieros y tecnologías, y contribuir a la creación de capacidades.

Y los países desarrollados no solo incumplen (como conjunto) en la contribución esperada a la reducción de emisiones sino, que tampoco aportan los recursos financieros acordados.

En 2010 se comprometieron a que a partir de 2020 entregarían anualmente 100 mil millones de dólares (100 billones), para las necesidades de adaptación y mitigación de los países en desarrollo. Sin embargo, estamos en 2021 y las cifras que ellos mismos están presentando no alcanzan los 80 billones.

Y es importante enfatizar que son sus cifras, análisis independientes indican que estos montos son mucho menores, pues sumas importantes son préstamos y no donaciones, de modo que los números reales pudieran estar en el entorno de los 40 billones.

Si a eso se une que algunos análisis de necesidades de financiación a los países en desarrollo indican montos entre 700 billones y más de un trillón, es claro que hay un inmenso vacío de apoyo financiero, que se agrava ahora en condiciones de la pandemia del covid.

H: ¿Cuál es la valoración de Cuba de los acuerdos y declaraciones acordados en la COP26? ¿Qué significan éstos en términos de la emergencia climática global?

O: Un análisis realista, indica que estos resultados son aceptables. La reunión cumplió con resolver todos los asuntos pendientes de las COP 24[2]  y de la COP 25[3], y lanzó nuevos procesos importantes los cuales, actualmente, están siendo estudiados en el país para su aplicación.

Nuestra impresión es, que parte del problema consiste que se crean en los medios de comunicación expectativas infundadas para reuniones de este tipo. Ninguna reunión de por si va a “salvar el planeta”. Para la opinión pública, estos temas — mucho más técnicos y también muy complejos y relevantes— no son tan visibles, circunstancia en la cual influyen mucho los medios.

El resultado final es que el éxito de las COP no suele medirse por el modo en que cumple sus tareas programadas, sino por los anuncios que en ella se hacen. Por citar un ejemplo de los días de la Conferencia, los medios indicaban que la declaración de compromisos más ambiciosos por China serían la medida del éxito de la COP 26. Este es un enfoque errado, pero dominante.

Por una parte, las dificultades y conflictos que aquejan al mundo moderno van mucho más allá del debate climático, vivimos en un mundo profundamente desigual, con brechas crecientes entre ricos y pobres.

Antes de incumplir con los compromisos de financiación climática, las naciones desarrolladas llevaban décadas incumpliendo con la Ayuda Oficial al Desarrollo. Basta observar el manejo de la crisis de la covid-19, el desigual acceso a las vacunas, la profundización del endeudamiento de los países en desarrollo.

Es en ese entorno que ocurrió la COP 26, y no se puede poner en sus hombros la responsabilidad de producir un resultado perfectamente ambicioso, en un mundo tan injusto y desbalanceado.

Se está tratando además con temas tremendamente delicados, si el uso de los combustibles fósiles nos ha llevado a la creciente amenaza del cambio climático, es también cierto que más de un billón de personas en el mundo carecen hoy de acceso a energía adecuada. Ese tránsito de la situación actual, a un mundo donde cada ser humano tenga acceso a la energía limpia en forma equitativa, requiere un compromiso político que las naciones desarrolladas no están dispuestas a asumir.

H: ¿Existe interés de otras naciones en la contribución de Cuba a la adaptación y mitigación del cambio climático, y el cumplimiento de su Plan de Estado, Tarea Vida?

O: Ciertamente hay mucho interés, suscita reconocimiento y hasta cierto asombro, que en las circunstancias nacionales de un país tan hostigado, que sufre un Bloqueo de más de 60 años a manos de la nación más poderosa del mundo, podamos estructurar e implementar un Plan de esa dimensión, con una sólida base científica. Es también lo que ocurre con otros logros de la Revolución, como las vacunas nacionales para enfrentar la actual pandemia.

La Tarea Vida tiene elementos distintivos que fortalecen el interés internacional hacia ella. En primer lugar, es un producto plenamente nacional. Fueron los científicos cubanos los que proporcionaron sus bases y fue la administración pública la que elaboró su texto y condujo las consultas que llevaron a la adopción. Desde el proceso de elaboración a finales de 2016, hasta el día de hoy, se ha mantenido la atención permanente de la máxima dirección del país.

Ha sido muy importante también la flexibilidad de la Tarea Vida. Cada sector y cada territorio la han adaptado a sus peculiaridades y necesidades, hay un plan para la salud, otro para el ordenamiento del territorio, para el transporte, la agricultura, y así sucesivamente. Los principios fundacionales son los de la Tarea Vida, pero hay mucho margen para trabajar flexiblemente y para incorporar todas las visiones locales.

El horizonte temporal es otro importante elemento, la Tarea Vida aspita a proyectar sus acciones a lo largo de este siglo. Sabemos que los problemas climáticos están en evolución, y que muchas de las peores consecuencias aún están por manifestarse, se requiere entonces una visión de largo plazo, pues lo que hagamos hoy tendrá repercusiones en las décadas venideras.

Todos estos factores hacen muy atractiva la Tarea Vida y generan interés. Cuba ha estado compartiendo con mucha satisfacción estas experiencias, y aspira a ampliar ese trabajo conjunto con los países en desarrollo, y en particular con los más vulnerables. 

H: Seguimiento de los resultados y acuerdos adoptados en la COP 26 mediante el trabajo nacional en el enfrentamiento al cambio climático.

O: Antes, durante y después de celebrada la COP 26, en Cuba se ha mantenido un análisis de las circunstancias, retos y oportunidades de los compromisos de esta Conferencia de las Partes para el trabajo nacional en el futuro.

Durante la participación en la COP el país se adhirió a dos grandes declaraciones, la de Bosques y Otros Usos de la Tierra y a la Meta Global de Metano, que pretenden respectivamente, poner fin a la deforestación para el 2030 y generar para esa fecha el tránsito a un uso sostenible de la tierra, como contribución a cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y, alcanzar en el 2030 una reducción a nivel global del 30 por ciento de las emisiones de metano con relación al 2020. 

Sin embargo, hay otros acuerdos[4] de la COP que requieren ser estudiados y evaluar sus implicaciones para el trabajo nacional y actuación de los organismos e instituciones nacionales involucradas. Se requiere retomar grupos de trabajo, crear mecanismos de articulación y arreglos institucionales, presentar las oportunidades que se generan para el país (de financiación internacional, creación de capacidades, transferencias tecnológicas) a la vez, que se debe involucrar a mayor número de actores (incluyendo las nuevas formas de gestión económica) para poder aprovecharlas en la construcción del desarrollo.

Las nuevas Proyecciones de trabajo de la Tarea Vida para el periodo 2021-2025 constituyen una gran fortaleza para encauzar y alinear el trabajo nacional de acuerdo a los compromisos que ha asumido el país, no sólo en materia de cambio climático sino en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y otros importantes marcos internacionales de los que Cuba es parte. Empero, hay que reforzar otras áreas que hasta  el momento han sido poco exploradas.   

Es importante reconocer que para el progreso hacia un desarrollo resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero, a la vez que se da cumplimiento a los compromisos internacionales, es necesario continuar recurriendo a la ciencia e innovación y apelando al esfuerzo colectivo y de toda la sociedad en su conjunto. 

Referencias:       


[1] Ver en: https://www.revolutionarycommunist.org/environment/6383-frfi-interviews-cuban-representative-at-cop26

[2] Que incluyó las negociaciones del Artículo 6, sobre los mecanismos de cooperación, que crea las condiciones para retomar en las actuales circunstancias, mecanismos de mercado de carbono, conforme a reglas comunes bajo el Acuerdo de París.

[3] En este caso, la conclusión de la documentación metodológica sobre régimen de transparencia, adoptando los modelos y procedimientos para los reportes de trasparencia de los países, y la definición de “marcos de tiempo comunes” que permitirán sincronizar los procesos de informe, reporte y cumplimiento de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas bajo el acuerdo de París.

[4] Algunos de los más relevantes que pudo seguir la Delegación de Cuba fueron: Pacto de Glasgow, Financiación Climática, Objetivo Global de Adaptación, Pérdidas y Daños, Plazos comunes para las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, Marco de Transparencia Reforzado, Mecanismos de cooperación, incluyendo el mercado (Articulo 6 del Acuerdo de París), entre otras.

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