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Silencio en Matanzas: El dolor no cabe en esta ciudad

Nadie sabe cómo se escribe el dolor. Nadie sabe si, en verdad, las palabras pueden reflejar el dolor cuando es tan hondo e hinca en el alma de los vivos, de la gente noble y buena. Es el silencio la manera de sentirlo, de dejarlo que hiera; el silencio profundo, como el dolor mismo.

Nadie sabe cómo se escribe el dolor. Nadie sabe si, en verdad, las palabras pueden reflejar el dolor cuando es tan hondo e hinca en el alma de los vivos, de la gente noble y buena. Es el silencio la manera de sentirlo, de dejarlo que hiera; el silencio profundo, como el dolor mismo.

Hace catorce días, Matanzas no ha dejado de sentir cómo la tristeza se le escurre por entre las calles. Pero este viernes, el silencio de toda la ciudad se hace denso. Hay duelo en Cuba.

Matanzas despide a bomberos y civiles que murieron en el incendio más devastador en la historia del país, ocurrido en la Base de Supertanqueros de Matanzas. En el Museo de Bomberos de la ciudad, donde se rinde honor a los caídos, comienza el homenaje a las diez de la mañana. Silencio.

Una guardia de honor custodia las catorce urnas con los restos. Encima de cada una, la bandera cubana. Detrás, ofrendas florales de la familia, el presidente de la República, de Raúl Castro y el pueblo cubano. La gente trae flores y velas. Hay personas que pasan con la mano aguantándose el pecho.

Los militares se cuadran: soldados, subtenientes, capitanes, coroneles, se detienen en firme y saludan.

El soldado Frank Abel Agüero González, de la Unidad militar 2129 de Matanzas, pasa frente a las urnas, cierra el puño y señala una de las fotos. Hace como los amigos cuando se ven y se aprietan las manos y se abrazan. A la salida, traga en seco y dice que Leo Alejandro era su amigo de la infancia: “Como decimos los cubanos, Leo era mi consorte, mi hermano. Le gustaba el fútbol. Siempre estaba riéndose. Muy estudioso. Casi no sabía bailar y yo lo enseñaba”.

Un señor, con quemaduras en la frente y la mano vendada, sostiene un pañuelo con la izquierda, en la derecha lleva una rosa. El hombre llora. Nadie se atreve a preguntarle nada. Respeto.

Los familiares se abrazan a las fotos, las besan, vuelven a ponerle flores, rosas rojas, girasoles. No hay consuelo para una madre, padre, esposa, hijo, nieta. No hay consuelo si no se sabe en cuál de las urnas está su ser querido. El dolor se vuelve tan profundo que no cabe en la Estación de Bomberos, no cabe en esta ciudad.

Silencio en Matanzas: El dolor no cabe en esta ciudad

Rinden homenaje en el Museo de los Bomberos de Matanzas a los hombres que perdieron la vida intentando calmar la ferocidad de las llamas

Silencio en Matanzas: El dolor no cabe en esta ciudad

Homenaje a los bomberos fallecidos en el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

En video, Matanzas despide a bomberos y civiles que murieron en el incendio

Tomado de Cubadebate

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