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Hombres de cuevas

El aporte de la geografía a la espeleología resultó fundamental para ampliar y profundizar conocimientos en el mundo subterráneo y su entorno.

La mirada de Eduardo Labrada Rodríguez dibuja un estadio placentero. Con sus más de 85 años y su voluntad de no darse por vencido, cada vez que tiene un chance vuelve a las cuevas. Al decir de él es ese: “otro mundo, nada de lo que en ella existe, ni flora, ni fauna, ni ambiente, ni paisaje… se encuentran en la superficie.

“Todo es distinto incluyendo formas de vida, cadena ecológica, temperaturas, etc. No incluyo la aventura, porque ella está explícita en cada expedición”, sostiene.

“Todo ese mundo es muy vulnerable. Los daños que nos ha causado la ignorancia siempre son irreversibles, incluyendo el maltrato a los pictogramas, a la fauna, al ambiente subterráneo. Tenemos un lema ‘De las cuevas no te lleves nada. No dejes nada’. Muchas de estas joyas han sido destruidas y jamás volverán a recuperarse, Ni la mitad de las cuevas con pictografías que en Camagüey se han declarado monumentos, existen en realidad”.

— ¿Por qué su inclinación por la espeleología?

—En 1954 yo era Robert Scout, del grupo 4 de la Asociación de Boy Scouts en Cuba, (Los Robert, dentro de esta organización internacional eran los mayores de 15 años). Con esa edad se podía seleccionar alguna especialidad relacionada con la naturaleza como cartografía, meteorología, botánica, ornitología, geología, submarinismo, etc. Sin conocer apenas alguna cueva me integré al grupo de espeleología El Lugareño.

“Ya desde antes yo tenía amistad con varios miembros del grupo de arqueología Yarabey, del que era presidente José Manuel Guarch, y en el que militaba Rodolfo Payares Suárez.

“En mi concepto ese grupo de aficionados a las ciencias fue en su tiempo el mejor grupo de arqueología del país. Luego de 1959, Antonio Núñez Jiménez, ya como presidente de la Academia de Ciencias, nombró a Guarch director del Instituto de Antropología y a Payares del museo Morro-Cabaña”.

—Ha mencionado a un grande de la espeleología en Cuba: Antonio Núñez Jiménez, cuyo centenario se celebra este 20 de abril y del que se hizo amigo, ¿cómo nació esa relación?

—Aunque ya sabía de Núñez Jiménez por sus trabajos científicos y publicaciones, lo conocí personalmente en la mañana del viernes 7 de octubre de 1966 durante una charla que ofreció en el Museo Provincial Ignacio Agramonte sobre el desarrollo de la ciencia en el país, a partir de una campaña para organizar el Movimiento Nacional de Aficionados a las Ciencias.

“Yo asistí como presidente del grupo de espeleología Eduardo Alfredo Martel, que había sido organizado durante el mes de julio anterior con alumnos de la ESBU Ana Josefa Betancourt, (actual Josué País).

“Su viaje también estuvo dado para la creación del Instituto de Meteorología. En esta gestión se entrevistó con Felipe Torres Trujillo, secretario del PURS. Yo estuve presente en esa reunión, en el entonces local del Partido, que es donde hoy está el periódico Adelante”.

—¿Qué recuerda de la conversación por primera vez, después de la presentación de Enrique Cirules?

—Por esos años de 1965 -1967 Cirules era divulgador del Consejo Provincial de Cultura y como desde Adelante yo atendía esa esfera entonces, manteníamos buena amistad y frecuentes intercambios.

“Él estaba preparando su libro de The Gloria City e hizo muchas entrevistas que a veces leía o al menos intercambiamos sobre ese tema que estaba desarrollando.

“Por esa época Cirules se interesaba mucho por la arqueología, en especial la de la costa norte en torno a Nuevitas e hizo algunas cortas expediciones con Martín Hernández, un viejo arqueólogo de aquella ciudad y por las comunidades de La Gloria y Palma City.

“Muchos años después, 25 o 30, más tarde, guiándome más o menos por las descripciones del sitio donde se decía la existencia de un asentamiento aborigen y que ellos se desgastaron buscándolo por años, lo hallé por un rumbo donde ellos debieron de haber pasado muchas veces.

“Encontré el residuario de golpe, pues yo no iba a buscar nada, iba solo con el propósito de cruzar por ese sitio que era una zona pantanosa. De allí recogimos las únicas piezas de oro halladas hasta ahora en Camagüey y eso estaba prácticamente a flor de tierra a orillas de un arroyo seco en un potrero descubierto.

“Entonces cuando llega Núñez Jiménez para su conferencia, que era promovida por la Comisión Nacional de Cultura, Cirules me avisa y me lo presenta.

“En realidad cuando Núñez Jiménez viene a Camagüey ya yo estaba haciendo espeleología. Pero era una espeleología muy de turismo, de campismo ocasional para disfrutar la aventura, especialmente en Sierra de Cubitas.

 “Ya antes de periodismo, y por supuesto muy jovencito, matriculé en la Universidad Politécnica Ignacio Agramonte en un curso preparatorio que medio la posibilidad de ingresar en la carrera de Geografía Física, que me acercaba a las Ciencias Naturales y que era lo que me atraía, pues mi deseo era estudiar Geología.

“Casi lo logro, pues iba bien encaminado pero entonces abren en Camagüey la carrera de periodismo y allí mismo el otro camino se jodió. Luego, cuando fue necesario fui profesor de geografía física en la secundaria Reinaldo León Yeras, en Vertientes, la Turcios Lima, en Las Cuabas y en la Universidad de Camagüey.

“Sin dudas el aporte de la geografía a la espeleología resultó fundamental para ampliar y profundizar conocimientos en el mundo subterráneo y su entorno, lo que para mi consideración es un verdadero séptimo continente”.

—En una conversación previa me decías que Núñez Jiménez visitó Camagüey en once ocasiones, cuáles fueron los motivos, que hicieron y porqué Núñez llegó a bautizar una cueva? con el nombre de la cueva de Los Generales.

—Mantuvimos una fluida comunicación desde la primera vez. Nos envió para nuestra preparación los mejores especialistas del Departamento de Espeleología de la ACC, al Dr. Nicasio Viña Bayes, director de esa institución; Carlos Fundora y Ángel Graña González.

“Se tomó mucho interés por nuestro grupo y seis meses después de aquel primer encuentro ya estábamos involucrados en la mayor expedición espeleológica realizada hasta la fecha en el país, el ataque a cueva Jíbara, la más profunda caverna de Cuba. La expedición fue encabezada por Núñez Jiménez.

“Desde el 25 al 30 de diciembre de 1966 comenzamos a ofrecer en la zona de la cueva del Indio, Sierra de Cubitas, cursos de preparación espeleológicas a los grupos existentes en la provincia. El apoyo de ANJ fue total con el envío de especialistas, estos cursos dieron paso a la Escuela Nacional instalada años después en el valle de Viñales, Pinar del Río.

“Nuestro grupo comenzó a realizar un sistemático peine tanto de la Sierra de Cubitas como de la agrupación de Najasa. Intercambiamos con él informaciones sobre el avance de nuestros trabajos, por lo que él esporádicamente viajaba a Camagüey para salir a explorar las zonas que estábamos trabajando y comprobar nuestras apreciaciones.

“Estos intercambios fueron más frecuentes a medida que íbamos ploteando las cuevas con pictografías, rescatadas algunas de ellas del olvido (como La Teresa y Las Mercedes) y otras totalmente nuevas como Matías y Los Generales. Se sucedieron las expediciones hacia estas cuevas con pictografías. Fue necesario que se sumaran a estas expediciones a especialistas como geólogos, arqueólogos, carsólogos, etc.

“En mayo de 1967 en un punto inmediato al poblado de Sola visitamos la cueva de Muñoz hallando en una de sus galerías un increíble mural indocubano donde aparecían hombres a pie y a caballo, con espadas o sables en las manos. Cerca, otra cueva nos mostró multitud de restos humanos.

“Núñez Jiménez no demoró en viajar al lugar donde estuvimos realizando expediciones intermitentes hasta 1975. Al cabo, y debido a la presencia de las figuras de hombres armados ANJ título a la cueva Los Generales; y así se le conoce.

“Estos trabajos fueron presentados en el libro Cuba, Dibujos Rupestres, durante el Simposio Internacional Pintura Rupestre, La Habana, 1978, y reconocidos por el Museo del Hombre, en EEUU, como la primera información realizada por el hombre americano de la llegada de los conquistadores, así como la primera noticia de la presencia del caballo en el nuevo continente.

—¿ A Núñez le unía lazos afectivos con Camagüey por vivir aquí una hija?

—Bueno, es bien posible. Sé que mantenía buenas relaciones con su hija Olimpia Núñez Moronta, profesora de la Universidad de Camagüey y sus nietas, hijas de Olimpia. Alguna vez me llamaba para que le pasara alguna comunicación. Ella y sus nietas nos acompañaron en algún viaje a la Sierra de Cubitas, aunque él nunca paró en su casa, sino por lo general en la casa de visitas del Partido Comunista de Cuba en la Carretera Central a la entrada de Jayamá

—Ahora que se cumple el centenario de su nacimiento, ¿cómo lo recuerdas?

—Como una persona comunicativa, aunque no muy conversadora. Agradable en el trato. Preocupado por los detalles. Quien no lo conociera, apenas podía imaginar su amplia cultura y conocimientos científicos, pues nunca hizo ostentación. Poseía un amplio sentido de la organización.

—¿Cómo contribuyes a recordar a Núñez?

—Formo parte del Grupo de Estudios Geográficos Espeleológicos y Medioambientales, Gegem, el cual tiene amplia experiencia, está formado por personas aficionadas a las ciencias en sus diferentes categorías de cartógrafos, naturalistas, biólogos, etc.

“En 1996 al crear Núñez la Fundación de La Naturaleza y el Hombre, fui nombrado delegado en esta provincia, con tareas muy concretas para el estudio desarrollo de comunidades rurales, en especial la permacultura con objeto de llevar a esos lugares conocimientos para el aprovechamiento del medio en beneficio de la agricultura.

“En Camagüey abrimos ese frente en Pozo de Vilató con proyectos ahora para La Veguitas, ambas comunidades en la Sierra de Cubitas.

“Entre todos los beneficios que a las ciencias aportó él en nuestra provincia considero que una de las más importantes fue el programa Rio Máximo, Cangilones SOS, en el cual se aplicó de tal forma que logró rehabilitar las aguas del río Máximo, no solo en beneficio de la base de campismo sino para toda la cuenca de ese río en su conjunto”.

Labrada transpira sencillez, pocas veces, por no decir ninguna, se le escucha hablar de sus atributos personales. Y méritos acumula en su vida laboral y revolucionaria, incluso, en este año 2023 volvió a estar nominado, dentro de otros muchos y prestigiosos colegas del país, para el premio nacional por la obra de la vida José Martí que concede la Unión de Periodistas de Cuba.

Tomado de Adelante

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