Las amenazas están a la vista: el clima es cada vez más cálido y extremo, con el aumento de la temperatura media anual; el régimen de lluvias ha cambiado, incrementándose significativamente las sequías; han aumentado también la actividad ciclónica y las inundaciones costeras; hay daños en playas arenosas, humedales y las crestas de los arrecifes coralinos.
Como quedarse de brazos no era una opción ante las evidencias científicas de los impactos del cambio climático, fue aprobado el Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, Tarea Vida, el 25 de abril de 2017, que este año llega a su sexto aniversario.
Con un alcance y jerarquía superiores a los documentos anteriormente concebidos a nivel nacional referidos al cambio climático, su implementación contempla desde el inicio de un programa de inversiones progresivas que se irán ejecutando a corto, mediano, largo y muy largo plazos, hasta 2100.
¿Avanza la Tarea Vida? El informe 5 años Tarea Vida, mirada a un futuro resiliente 2017-2022 identificó brechas como limitada capacidad de instrumentación de las medidas de adaptación y mitigación en algunos sectores y territorios y aún débil coordinación interinstitucional; medidas de carácter reactivo más que preventivo o formuladas para el corto plazo y vacíos de conocimiento científico, sobre todo a nivel territorial y local, que dificultan la implementación de las acciones que se requieren a ese nivel.
Las proyecciones de trabajo 2021-2025, aprobadas en septiembre de 2021, cuyo objetivo es alcanzar un estadio superior en la implementación de la Tarea Vida, “a partir del conocimiento científico, que contribuya a la construcción de un modelo de desarrollo que sea resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero, en el contexto de las prioridades económicas y sociales del país”.
Reconociendo los vacíos y barreras existentes, se identificaron como líneas de acción prioritarias para esta etapa, en primer lugar, el fortalecimiento de la institucionalidad y la gobernanza climáticas, incluyendo el marco legal, las capacidades de gestión y los arreglos institucionales para el funcionamiento de la Tarea Vida.
Otros están relacionados con el perfeccionamiento de los planes nacionales y territoriales de adaptación y mitigación, con enfoque de género, en toda la estructura y escalas de la sociedad cubana, garantizando la inclusión de los resultados y recomendaciones de la ciencia; el enfoque integrado a nivel intersectorial y transectorial y la participación plena de la sociedad en la gobernanza climática, para lograr beneficios diferenciados según las prioridades sectoriales y territoriales, en el orden ambiental, económico y social.
Los 16 objetivos incluyen también el empleo de las Soluciones Basadas en la Naturaleza, y la consideración del valor de los bienes y los servicios de los ecosistemas, en la implementación de estas proyecciones, la formulación de estrategias de largo plazo a partir de la internalización del concepto de un “desarrollo más bajo en carbono”, inclusión en todos los sectores y territorios de los análisis y nexos con la Estrategia Una sola Salud, así como el desarrollo de estrategias financieras integradas, que respondan a las necesidades para cumplir con los objetivos nacionales y territoriales en materia de mitigación y adaptación y el fortalecimiento de capacidades para la formulación de proyectos bancables.
Esas proyecciones comprendieron también el fortalecimiento de las investigaciones en el campo de las ciencias sociales, económicas y políticas; e integrarlas a los programas de ciencia relacionados con el cambio climático y al Plan de Estado, impulsando en la práctica la introducción de sus resultados y recomendaciones.
Seguir andando
Desde entonces a la fecha, las acciones de la Tarea Vida han tenido continuidad y algunos de sus resultados están visibilizados en los medios de comunicación. En Guantánamo, por ejemplo, al cierre de 2022, se logró el 99 por ciento de cumplimiento de las acciones en la zona semiárida y a un 81 en Baracoa, según reportes de prensa.
Las acciones se encaminan a disminuir la pérdida de agua, ganar en su calidad, en el estudio de nuevas áreas para reubicar los asentamientos vulnerables a las inundaciones costeras o crecidas de los ríos en las zonas priorizadas de Baracoa y la franja costera sur, además del manejo adecuado de los suelos y bosques.
En Baracoa, zona priorizada a nivel nacional, se mantienen las labores para proteger el litoral, específicamente los tibaracones, la implementación de medidas para conservar y mejorar 300 hectáreas de suelos, la reforestación con mangle rojo y otras hectáreas en la faja hidroreguladora de los ríos Toa, Las Minas, Sabanilla, Macaguaní, Miel, Boma y Mata.
Asimismo, en la zona semiárida de la provincia, la segunda zona priorizada en el territorio, también se reforestaron los manglares en Caimanera y Glorieta, y se trabajó en el manejo de regeneración natural, el mantenimiento silvícola y la reconstrucción de bosques.
En ambas zonas priorizadas se trabajó en la recuperación de las playas arenosas y la búsqueda de soluciones a la contaminación ambiental, las inundaciones por intensas lluvias y la sequía.
En Matanzas, por su parte, se avanza en la protección de los ecosistemas costeros y la educación ambiental de los trabajadores y comunidades, con acciones como la recuperación de las playas arenosas y la gestión de ecosistemas como la rada y áreas protegidas de Canímar, zona norte; y Ciénaga de Zapata, región sur.
En el turismo, informó en marzo pasado a medios locales Nelvis Gómez Campos, subdelegada del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en ese territorio, se perfeccionan las guías de evaluación para el reconocimiento de Playa Ambiental y Avales Ambientales, a la vez que se promueven productos de turismo de naturaleza.
En el caso de Holguín, en 2022 constituyeron retos el monitoreo de procesos erosivos en playas arenosas con uso turístico, la continuidad del saneamiento de las bahías de Nipe y de Moa, la recuperación de los manglares más afectados, el uso eficiente del agua y el fortalecimiento de la infraestructura hidráulica como parte del enfrentamiento a la intensa sequía que afecta actualmente al territorio.
En la etapa, se desarrollaron servicios ambientales y proyectos de investigación para la evaluación y regeneración de los arrecifes de coral, ecosistema que presenta deterioros, sobre todo en Cayo Moa, y se realizaron estudios de percepción con evaluación de la dinámica demográfica.
En Holguín, donde existen 31 asentamientos costeros con elevado riesgo de afectación por penetraciones del mar, continúa el reordenamiento urbano de los asentamientos e infraestructuras amenazadas en los siete municipios costeros de la provincia.
Otras prioridades están relacionadas con el propósito de mejorar el drenaje de los suelos y detener su salinidad, diversificar las siembras y desarrollar variedades de viandas, granos y hortalizas resistentes a la sequía y al aumento de las temperaturas, además de reducir las áreas de cultivos próximas a las costas o afectadas por la intrusión salina.
Repasar lo logrado y mirar al porvenir
En marzo pasado, Orlando Rey Santos, asesor del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), consideró que el gran resultado de la Tarea Vida radica en la visibilidad y el impacto alcanzado en seis años de implementación.
A su juicio, la Tarea Vida ya generó transformaciones en los distintos sectores a partir del carácter flexible desde el cual se concibió la estrategia, el cual permite a cada quien readecuar las acciones de enfrentamiento y adaptación según las características propias.
Rey Santos ejemplificó como Salud Pública profundizó estudios sobre el comportamiento de vectores y enfermedades en las distintas condiciones climáticas y la Agricultura en la adaptación de cultivos claves a mayores temperaturas y niveles de salinidad en los suelos.
A su vez, apuntó, el Ministerio de Energía y Minas progresa en la promoción y uso de energías renovables y en la eficiencia energética, mientras que alrededor del 11 por ciento de las viviendas ubicadas en zonas de vulnerabilidad fueron reubicadas en el período de 2017-2020, gracias a un esfuerzo conjunto liderado por el entonces Instituto de Planificación Física, hoy Instituto Nacional de Ordenamiento Territorial y Urbanismo.
El experto valoró entre los principales retos del Plan de Estado la utilización de más ciencia local, debido a que cada quien debe saber su problemática particular para poder trabajar, la aplicación de más ciencia y tecnología en las soluciones y un mayor involucramiento de las ciencias sociales en los procesos en marcha.
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