Con el inicio de junio y hasta el 30 de noviembre se extiende la temporada ciclónica 2023 para Cuba, y el Instituto de Meteorología considera, en su primer vaticinio, que resultará un período calificado de normal a poco activo.
Sin embargo, el máster Amaury Machado Montes de Oca, jefe del Departamento de Pronósticos en el Centro Meteorológico Provincial de Villa Clara (CMP), advierte que debemos estar alertas porque pudiera cambiar el panorama y mostrar otro rostro.
El especialista explica que las denominaciones del período se basan en una media establecida a partir de la cantidad de episodios que afectan la cuenca durante un período de años. «Una temporada normal concibe 14 ciclones tropicales —depresiones, tormentas y huracanes— en el área del golfo de México, el mar Caribe y el Atlántico».
Precisa que Cuba, al igual que otros centros mundiales, hacen pronósticos de estas temporadas basados en varios predictores, por lo que toman en cuenta el calentamiento o sobreenfriamiento de las aguas del Pacífico Central, dado por los eventos El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) o La Niña, y cuando no existe ninguna de estas opciones se denomina neutral.
La agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) encargada de las previsiones del tiempo atmosférico señala que las probabilidades marcan un 80 % de que el fenómeno meteorológico El Niño comience entre julio y septiembre de 2023, por lo que pudiera contrarrestar ligeramente el período de ciclones a partir del alza de las temperaturas en la superficie del océano en el Pacífico Central y Oriental.
«Aunque de momento se considera una temporada ciclónica de normal a poco activa, habrá que estar muy atentos a su curso y adoptar las medidas correspondientes», precisa Amaury Machado Montes de Oca, jefe del Departamento de Pronósticos en el Centro Meteorológico Provincial (CMP).
«Esto pesa mucho en el pronóstico de una temporada y, más, cuando el fenómeno natural alcanza una fase de moderado a fuerte, ya que ocurre el calentamiento de las aguas de las costas de Centroamérica hasta por debajo de Hawai, que influyen sobre Cuba y el Caribe».
Otro factor influyente es la energía del mar, llámese «combustible» a esa temperatura que en los últimos años ha tenido anomalías. Con el inicio del verano comienza a calentarse el mar, y, por ello, la temporada ciclónica tiene su pico en septiembre y octubre.
PRONÓSTICOS Y «PRONÓSTICOS»
El experto del CMP alude a que Cuba pronostica 11 ciclones tropicales. «Dos en el golfo de México, que no son de interés para el país; otros dos en el Caribe, que, a mi manera de decir, resultan “asesinos potenciales”, porque casi siempre su trayectoria recae sobre el archipiélago o muy cerca, y otros siete en el Atlántico, Estos últimos están marcados por influencias de anticiclones en dependencia de su intensidad. Se estima que de que estos siete, aunque sea uno penetre en el Caribe, lo que llama a una vigilancia reforzada con el seguimiento a los partes que se emitan en torno al fenómeno, las posibles afectaciones y el incremento de las lluvias».
Machado Montes de Oca enfatiza en el hecho de que si bien se clasifica como temporada ciclónica sobre lo normal y poco activa, pudiera resultar también engañosa por varias situaciones.
«Universidades prestigiosas del mundo ofrecen otras cifras, y se vaticina un evento El Niño que todavía no está, por lo que existe una especie de interrogante. Tendríamos que ver en qué mes se desarrolla y cuándo alcanza la categoría de moderado a fuerte, por lo que origina incertidumbre. Cuba actualizará sus pronósticos en julio y en agosto».
Si se acude a una base de datos que sobrepasa los 130 años, cada 3.72 años se puede esperar la incidencia de un ciclón tropical sobre la porción villaclareña, mientras no se descarta la presencia de un huracán cada 7.79 años y uno intenso en 44.17 años, aunque nada es exacto.
Nombres de los eventos meteorológicos a desarrollarse en 2023. (Foto: Tomada de Internet)
Como elemento interesante, Amaury Machado repasa un poco la «historia huracanada» de la provincia y del país, por ello recuerda que Kate, de 1985, entró directo por Caibarién cuando hacía varios años que no pasaba un huracán por el archipiélago.
«Ello ocasionó el surgimiento del ejercicio Meteoro, y ese año también se dictaron coincidentemente 11 ciclones tropicales; sin embargo, existen temporadas poco activas en las que ha pasado un ciclón por la provincia o por otros puntos cubanos».
Como en todas las cosas hay pros y contras. Un ciclón tropical que deje lluvias sería beneficioso cuando los embalses no están tan llenos, pero también las inundaciones repentinas o por continuas lluvias merecen el máximo seguimiento. «Hay que estar atentos a inundaciones masivas y seguir de muy cerca los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo (PVR), bien diseñados para la provincia municipios y otras estructuras», argumenta Machado Montes de Oca.
—¿Considera estos estudios como fortalezas?
—Sin duda alguna. Villa Clara fue la primera provincia en elaborar un programa de enfrentamiento al cambio climático y de iniciar los estudios de PVR. Las mejores demostraciones han sido el paso de Irma y de Alberto.
—A su modo de ver, ¿estos meteoros constituyen una especie de sorpresas?
—El último ciclón tropical que nos afectó fue Eta, en noviembre de 2020. Un fenómeno de este tipo, aunque sea débil, puede dejar afectaciones, mientras no pueden descuidarse la fuerza del mar, las ráfagas de viento, como más destructivos, y la lluvia, pero al conjugarse los tres factores puede resultar desastroso, a lo que se suman las sorpresas en su trayectoria.
De ello, se desprende que no podemos guiarnos por cifras ni por temporadas poco activas. Recordemos que Cuba está situada en el medio del paso de todos los ciclones, y lo más importante es estar alertas y preparados durante la temporada
MESES E HISTORIAS
Mayo: está excluido de la temporada ciclónica, pero en este mes no aparece ningún ciclón tropical que haya afectado a nuestro país.
Junio: Comienza el período y tienden a ir sobre el estrecho de Yucatán y el occidente cubano. Desde 1906, una tormenta tropical no cursa sobre Villa Clara en este mes considerado de poca actividad ciclónica; aunque es el que produce más lluvias y resultarían muy beneficiosas ante la intensa sequía.
Julio: En toda la historia solamente ha pasado uno por Cuba. El huracán Dennis, en 2005. Un período en que inician las afectaciones por el polvo del Sahara y disminuyen las precipitaciones. Existe poca actividad ciclónica.
Agosto: Se incrementan las posibilidades de alerta a partir del 15 del propio mes como antesala al pico de la temporada, entre el 8 y el 10 de septiembre. Ya el mar está más caliente, al tiempo que se registra una disminución de la entrada del polvo del Sahara. Irma fue el último huracán que afectó a Cuba y a Villa Clara de forma directa con gran intensidad. Un poderoso y catastrófico fenómeno ocurrido en 2017, el más fuerte observado en el Atlántico desde el huracán Wilma en 2005.
Octubre: Trae los máximos huracanes desarrollados en el mar Caribe y que tienden a subir. Vale decir que los grandes organismos que han impactado a Cuba ocurren en este mes con marcadas influencias sobre occidente y la región central.
Noviembre: Acoge menor nivel de afectaciones, aunque algunos de consideración como ocurrió con el fatídico Kate, en 1985.
Tomado de Vanguardia
Valore este artículo
Click en las estrellas para votar
0 / 5. Conteo 0