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Bojeo a Cuba: Tras la aventura científica

La expedición ha constituido una oportunidad para los jóvenes profesionales de diversas disciplinas.

Hablar de un bojeo a nuestro país implica acudir a la historia. La primera circunnavegación por la geografía cubana aconteció en el lejano 1508, en cumplimiento de las órdenes del entonces gobernador de La Española, Nicolás Ovando. Durante ochos meses, Sebastián de Ocampo dirigió aquella exploración que demostró al mundo la insularidad de este territorio.

Más de 500 años después, el pasado 18 de julio, un grupo de especialistas y expertos cubanos zarpó de la marina de Júcaro, en Ciego de Ávila, con el objetivo de realizar otra expedición por toda Cuba. A bordo de la embarcación Oceans for Youth, los especialistas evalúan las condiciones actuales de los arrecifes de coral, al tiempo que registran datos de interés para diversas investigaciones.

El proyecto se preparó durante casi un año, a fin de organizar los aspectos científicos, académicos y logísticos. Escogieron los meses de julio y agosto por sus favorables condiciones meteorológicas, las cuales permiten navegar, sin grandes contratiempos, tanto por la costa norte como por la sur.

Profesionales de varias disciplinas integran el equipo, entre ellos, biólogos marinos, geógrafos, microbiólogos y, además, un grupo de periodistas y comunicadores de Naturaleza Secreta, quienes acompañan la expedición por tierra y mar, con la responsabilidad de socializar su particularidades y resultados. Igualmente, se suman los marineros y el personal técnico de apoyo.

El bojeo recibe la contribución de una amplia cantidad de instituciones cubanas y foráneas. Está liderado por el Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana (CIM-UH), la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), y la empresa turística Avalon-Marlin.

De acuerdo con la Dra. C. Patricia González Díaz, presidenta del consejo científico del CIM-UH y coordinadora de este proyecto, el bojeo “proporciona información detallada sobre el ecosistema que rodea nuestra plataforma y su estado actual. Además, permite identificar áreas significativas que, si se gestionan de manera adecuada y se promueve un uso sostenible, podrían generar beneficios económicos y sociales de un valor incalculable”.

 “Habríamos deseado encontrar los arrecifes de coral en mejores condiciones. Hemos observado señales positivas en algunos lugares, realmente muy alentadoras; aspectos únicos que impactan no solo en Cuba, sino también en el contexto del Caribe. También hemos encontrado arrecifes degradados, con muchas redes de pesca y con carapachos de tortuga, así como desechos plásticos”, afirma la experta en relación con los resultados preliminares.

Ciencia joven en acción

El bojeo a Cuba ha constituido una oportunidad para los jóvenes profesionales de diversas disciplinas. Muchos de ellos enfrentan, por primera vez, un reto de tal magnitud, pero asumen la tarea con rigor y entrega.

Con apenas siete meses de graduada, la Lic. Ana Flavia Roldán Ramos representa en esta experiencia científica al Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC). Asegura que su desempeño le ha brindado la posibilidad de conocer paisajes únicos y de aplicar los conocimientos adquiridos como geógrafa.

Desde las investigaciones oceanográficas, la joven recopila información para los análisis hidroquímicos. Su labor resulta de gran utilidad en el monitoreo de los arrecifes coralinos de la plataforma insular cubana, sobre todo, en áreas como microplásticos, acidificación oceánica, nutrientes y recolección de muestras de zooplancton.

Ariandy González González es licenciado en Biología por la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Para orgullo de sus compañeros del Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara (CESAMVC), su nombre figura hoy entre los participantes del bojeo a Cuba.

Entre sus misiones fundamentales se encuentra el muestreo de los grandes depredadores mediante el método BRUVS (por sus siglas en inglés), consistente en estaciones remotas de videos subacuáticos con carnadas. A ello también se suma la toma de muestras de los principales peces de arrecifes.

“La dinámica general consiste en navegar un día y trabajar en los sitios seleccionados al siguiente. En la noche procesamos los datos para evitar retrasos y tener observaciones preliminares de nuestro progreso. En varias ocasiones, esto se extiende más allá de la medianoche, lo que reduce el tiempo de sueño. Debemos aprovechar los momentos de navegación para descansar, aunque algunas personas pueden tener dificultades debido a las marejadas y el movimiento de la embarcación”, comenta.

Por su parte, la Lic. Claudia Caridad Tabio García llegó desde el Instituto de Ciencias del Mar (Icimar) para ofrecer sus aportes en las investigaciones microbiológicas. Su desempeño radica en el análisis de muestras de agua, para determinar bacterias heterótrofas que participan en el proceso de transformación y reciclaje de la materia orgánica dentro del medio marino.

También se encarga del estudio de la comunidad fitoplanctónica, que garantiza la producción de materia orgánica al capturar el carbono atmosférico, lo cual influye en las tasas de calcificación y proliferación larval de diversas poblaciones.

A su vez, recolecta muestras de sedimento en busca de foraminíferos, debido a que estos actúan como indicadores de la calidad del agua para el desarrollo de organismos calcificantes formadores de arrecifes.

“He adquirido conocimientos en oceanografía, biología marina, buceo y fotografía, así como habilidades en la dinámica laboral dentro de una embarcación. Lo mejor del viaje es que no termina al concluir la trayectoria, sino que abre puertas hacia nuevas oportunidades, lo cual me permitirá desarrollar mi tesis de maestría”, afirma la joven microbióloga.

El monitoreo de los arrecifes coralinos, ecosistema de incalculable valor ecológico, económico y social, convierte el bojeo a Cuba en uno de los más importantes proyectos de las ciencias marinas en los últimos años. Este proceso no concluye con el fin del recorrido a bordo del Oceans for Youth, sino que continúa con el procesamiento de datos y el análisis de los resultados. Una vez más, la investigación científica actúa en favor de la naturaleza.

Tomado de Alma Mater

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