Cuba desarrolla redes de colaboración para compartir resultados de trabajo y potenciar la creación y el desarrollo de plataformas, basadas en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) para el bienestar humano y el desarrollo sostenible, algunos proyectos ya se convierten en referentes positivos en diferentes sectores.
El sistema conversacional Brasa, desarrollado por el proyecto de Estrategia de Desarrollo de Inteligencia Artificial (IADES) en el país, contiene estrategias para evaluar las conversaciones, el aprendizaje continuo a partir de la interacción, enfoque multilingüe y, además, combina elementos de soft computing con elementos de inteligencia artificial explicativa.
Los sistemas conversacionales, asistentes digitales o chatbots, forman parte de la vida de quienes utilizan la internet desde la invención de chat GPT, y llega esta invención cubana, que puede responder a 300 usuarios por segundo, con una efectividad y calidad comprobada a más de 200 de ellos, capaz de integrarse con otras plataformas como BR Intelligent, o los servicios de Bussines Redmine.
Sus creadores aseguran que gestiona las respuestas desde diferentes dominios para construir otros sistemas conversacionales y almacena las conversaciones para gestionar el conocimiento futuro.
Brasa se ha puesto en práctica como soporte de la plataforma de comercio electrónico Enzona y de apoyo a la gestión del ecosistema Bussines Redmine para la gestión de proyectos.
BR Intelligent, por otra parte, permite el análisis de datos avanzados para la gestión de proyectos empresariales. Fue presentada en el Congreso Iberoamericano de Ingeniería de Proyectos, y se demostró que aprovecha la disponibilidad de recursos de la nube para dar un acceso eficiente a los datos en entornos productivos y de innovación, así como la posibilidad de automatizar los servicios de atención al cliente.
Entre las ventajas de ese sistema personalizado figura su capacidad de adaptación a las necesidades de cualquier proyecto, sin comprometer su funcionalidad y rendimiento. Posee también tecnologías relacionadas con el análisis predictivo y el aprendizaje automático, y tiene seguridad de protección de datos a nivel de aplicación y de infraestructura.
En el turismo, el deporte y la construcción también pueden verse los resultados de proyectos de investigación que ponderan la inteligencia artificial. Aicros, por ejemplo, en tanto empresa de desarrollo de soluciones tecnológicas especializada en el sector constructivo, usa la plataforma aiBIMPro, mediante la cual puede analizar todas las etapas del ciclo de vida de una edificación, coordinar los esfuerzos y definir responsabilidades.
Este software, concebido a partir de las recomendaciones del Cloud Native Computing Foundation (CNCF), incorpora soluciones digitales dentro de una suite de aplicaciones existentes y permite ahorrar el 20 por ciento de recursos, materiales, tiempo y presupuesto.
Otro proyecto desarrolla un ecosistema inteligente desde un enfoque sostenible para optimizar la organización de eventos deportivos, el trabajo en gimnasios y clubes deportivos, los entrenamientos personalizados, la formación de personal. Además, brindará un monitoreo y recomendaciones deportivas y de salud, al igual que un registro histórico de la experiencia del atleta.
Strike Zone ya es un buen ejemplo para evaluar el desempeño de un juego de béisbol, así como CompuBox C1, que se aplica exitosamente en el boxeo para evaluar en tiempo real el desempeño de sus practicantes.
Más del 95 por ciento de la infraestructura de cadenas hotelera y extrahoteleras emplean el sistema de información ZUNpms, con el que se automatizan todos los procesos del sector.
Resta entonces, además de incrementar los ámbitos en los que se puedan aplicar las tecnologías basadas en la inteligencia artificial en el país, respetar las regulaciones éticas que, desde la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se proponen para respaldar el uso responsable de la inteligencia artificial.
El órgano internacional asesora al Gobierno cubano para crear una estrategia como política de gobernanza, con la que se puedan prevenir daños a los derechos humanos y medioambientales, con el uso de una metodología para evaluar el impacto ético de las tecnologías de este tipo, aplicable a todos los actores de la IA, tanto en el espacio público como el privado.
Tomado de Juventud Rebelde
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