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Semillas para un futuro de ciencia

Villa Clara fue la primera provincia en contar con un Centro de Entrenamiento provincial para alumnos con alto rendimiento académico.

Como augurio de tiempos mejores, las noticias buenas llegan a los oídos de las personas bautizadas con una suerte de paz interior inevitable. Incluso, cuando son ajenas, causan igual sensación de satisfacción.

De esas buenas noticias como remedios para el alma, nos ha dado muchas el Centro de Entrenamiento provincial para alumnos con alto rendimiento académico, sito en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas (IPVCE) Ernesto Guevara, en Villa Clara. Este centro resulta un hogar para sus estudiantes. Allí encuentran casa, familia, amigos y conocimientos. Todo lo necesario para construir un camino digno para su vida.

El 17 de noviembre, Día del Estudiante, el Centro de Entrenamiento cumplió su 10.o aniversario. Su coordinadora, la M. C. Nuvia Hernández Rodríguez, explica que «a partir de la estrategia de nuestro Gobierno para la atención al talento, el Dr. Yosbel Lima Alfonso tuvo la idea de crear este Centro de Entrenamiento. Villa Clara fue la primera provincia en contar con una institución de este tipo.

«Hemos obtenido muchos resultados y eso ha sido un trabajo a largo plazo. Actualmente, nuestra sede cuenta con nueve asignaturas: las seis ciencias (Matemática, Física, Informática, Biología, Química y Geografía) y tres humanidades (Español, Historia e Inglés). Hemos tenido cosechas muy satisfactorias en olimpiadas nacionales e internacionales. Obtuvimos, por tres años consecutivos, el primer lugar nacional», afirma Hernández Rodríguez.

Tales resultados provienen del empeño de estudiantes y entrenadores. Para ellos, el Centro representa más que el espacio de la escuela o el trabajo. A los alumnos los forma tanto profesional como personalmente, haciéndolos personas de bien. Por tal motivo, Vanguardia conversó con varios de estos jóvenes, semillas del futuro de ciencia de nuestro país.

Los números de la madurez

Isabel Lis González Cárdenas, estudiante de 9.o grado. Lleva espejuelos negros. El cabello recogido en una trenza hacia atrás. En su boca «asoma» una tímida sonrisa cuando responde a cada pregunta. «Creo que mis pensamientos personales y la visión hacia mi futuro han cambiado mucho desde que estoy aquí; incluso, la forma de pensar en la vida personal. Este centro te da madurez en muchos sentidos», afirma Isabel Lis González Cárdenas, estudiante de 9.o grado y concursante en la asignatura de Matemática en el Centro de Entrenamiento provincial. Ella forma parte de la experiencia de la institución con ese año académico, una etapa muy difícil para tomar decisiones de cara a la vida profesional.

«Antes de entrar aquí no tenía conocimiento alguno del Centro. En la secundaria participaba en los concursos, porque me gustaba estudiar matemáticas. Durante el final de 8.o grado me comentaron sobre ese sitio y al principio no quería entrar, pues me asustaba la idea de alejarme de mi casa, de mi familia y de no obtener buenas notas. Pretendía esperar un año más y tener mayor madurez para comenzar aquí en 10.o grado», recuerda Isabel Lis.

«Pero terminando 8.o grado me sentía muy diferente en mi aula, porque me daba cuenta de que no estaba cómoda y no tenía las mismas aspiraciones de los demás, y quise venir a probar. Fue un cambio muy brusco. Viví una experiencia muy bonita con los entrenamientos de la profe Amalia y con Frank. Mis padres han sido incondicionales, siempre me han apoyado», afirma la adolescente.

Probetas para el futuro

«Al principio nunca quise entrar al Centro de Entrenamiento porque pensaba que se pasaba mucho trabajo. Mis padres siempre han querido que yo estudie en el IPVCE, porque ellos también lo hicieron y salieron muy bien preparados», asegura Brayan Tejeda Marrero, alumno de 10.º grado y concursante de la asignatura de Química. «Entonces en un momento, por complacerlos, probé y me quedé la primera semana. Noté que los demás compañeros del aula concordaban con mis intereses, querían superarse, compartíamos cosas en común, y me gustó. Decidí quedarme. Curso estudios aquí desde 9.º grado», continúa.

Con su voz fuerte y la seriedad de un hombre de ciencia, Brayan ha encontrado en el Centro la preparación profesional que necesitaba. «Originalmente entré por el concurso de Física, pero siempre me gustó mucho la Química. Cambié de asignatura, porque en Química había un poco más de preparación, tenemos más de un entrenador. Los muchachos de 12.o, que poseen más experiencia, nos ayudan y varias veces al año vienen otros entrenadores a prepararnos, cuando el nuestro está con otros grados», afirma.

Brayan ha obtenido varios logros, frutos del trabajo con su entrenador y de su propio empeño. «En 9.o grado participé en el concurso nacional de Química de 10.o grado. En aquel momento fui preselección nacional con una medalla de bronce. Resultó una experiencia muy buena para saber cómo es ese nivel de estrés. Sinceramente, todo el conocimiento que he adquirido aquí es gracias a los profesores. Mi entrenador, aparte de que no es el único que me ayuda, siempre me ha proporcionado todos los conocimientos que él tiene para poder superarme y seguir adquiriendo más saberes».

«Me enamoré de la asignatura»

Liss Mariam González Gavilán posee un carácter fuerte e imponente oculto tras sus  grandes espejuelos. Reacia a las entrevistas, pero muy ágil delante de una computadora, ella estudia en 11.o grado en el IPVCE villaclareño y concursa en el Centro de Entrenamiento, en la asignatura de Informática.

«Después de la pandemia, visitaron muchas escuelas, donde escogían a estudiantes con buen promedio para ingresar al Centro de Entrenamiento. Pasaron preguntando a quién le interesaba y, evidentemente, respondí que a mí no, porque suponía que iba a pasar mucho trabajo. Después pensé mejor. Resulta que en mi escuela sentía que no estaba explotando todo el potencial que tenía. Eventualmente, fue un poco aburrido no tener ningún tipo de expectativas más allá de lo que estaba haciendo. Entonces dieron una segunda vuelta preguntando y respondí: “Voy a intentarlo”».

De su intento nació un gran sentido de pertenencia e identidad con el Centro de Entrenamiento. «Primero estaba muy asustada; sin embargo, cuando llegué fue una sorpresa que hubiera tantas personas parecidas, con intereses similares a los míos. En cuanto a la asignatura, entré por Química. Llegué muy dispuesta con la materia, pero recuerdo que me entró mucha curiosidad con Informática. Los entrenadores hacen recorridos por las aulas para captar a los muchachos. Mi entrenador nos dio una clase introductoria de Informática y me enamoré de la asignatura. Sentí que me interesaba muchísimo. Ese día fui a un autoestudio y al otro ya concursaba en Informática.

«Cada uno piensa que su entrenador es el mejor, pues los tenemos muy buenos. El mío me ha ayudado mucho. Cuando entré no pensé que pudiera obtener ningún tipo de resultado. Él siempre nos apoya y trata de que nos pongamos nuestras propias metas. No nos impone nada; nosotros decidimos si estamos preparados y queremos lidiar con esa presión. Siempre nos dice que tratemos de superarnos a nosotros mismos. Creo que eso es algo que merece la pena tener en cuenta, porque es bueno trabajar con presión, pero, sobre todo, lograr el desarrollo personal», asevera la estudiante.

Letras en medio de la ciencia

Pese a que el IPVCE Ernesto Guevara constituye un centro puramente de ciencias, en su interior también cultivan las humanidades. María Fernanda Jiménez Rodríguez cursa el 12.o grado en la institución y concursa por la asignatura de Inglés.

«Principalmente, lo que me motivó a entrar fueron las aspiraciones que uno tiene en la vida. Desde pequeña siempre sentí esta pasión por los idiomas y quise estudiar Licenciatura en Lengua Inglesa. Cuando entré al preuniversitario, me enteré de que el Centro de Entrenamiento ofrecía entrar por la asignatura que te gustaba y así alcanzar la carrera que querías, sin necesidad de hacer prueba de ingreso si logras buenos resultados», afirma la alumna.

«He participado en todos los concursos provinciales y nacionales hasta ahora. En los provinciales tengo medalla de oro en 10.o y 11.o. En los nacionales obtuve plata en 10.o y bronce en 11.o. Mi entrenador es de los mejores, una gran persona, y me ha apoyado mucho, tanto académica como personalmente. Siempre puedo contar con él para lo que sea. Mis padres también me han brindado mucho apoyo y han estado de mi lado para tomar esta decisión».

Con gran determinación, María Fernanda asegura: «En cuanto a la carrera, siento que cuando esté ahí me irá muy bien, porque estaré preparada, tendré un nivel, una base en comparación con las demás personas. Siento que nunca perdí el tiempo al entrar aquí. Ha sido una de las mejores decisiones que he tomado».

Tomado de Vanguardia

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