La materialización periódica de los monitoreos a los ecosistemas del Parque Nacional Caguanes (PNC) arroja hoy una dinámica más favorable tras el paso del huracán Irma, en septiembre de 2017, fenómeno que provocó daños considerables en la flora, fauna y en escenarios geográficos importantes del paisaje natural.
La Máster en Ciencias Idania Hernández Ramos, especialista del paraje declarado Reserva de la Biosfera, apuntó que, de manera integral, los recientes estudios ratificaron la tendencia a una mejor vida en los fondos marinos, litorales, cayos y lagunas costeras.
Año y medio después del paso del huracán, dijo, los monitoreos comenzaron a revelar en la zona costera fondos más arenosos que fangosos, con un mejoramiento significativo de las playas de los cayos Lucas, Fábrica y Caguanes y una mayor transparencia de las aguas, con valores nunca antes detectados y un sedimento más firme.
En estos momentos, hay un cambio muy favorable en la vida de las plantas y animales y que difiere de la que pudo existir antes de Irma, evento hidrometrorológico que terminó de lacerar los debilitados ecosistemas del PNC, detalló Hernández Ramos quien insistió en el impacto que tuvo en él la sequía de los años 2016 y 2017.
De acuerdo con especialistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas se trató de uno de las etapas secas más severas y prolongadas desde inicios del pasado siglo y entre las más intensas en el archipiélago cubano desde el periodo 1931-1960.
Hernández Ramos explicó cómo la combinación de los vientos y las lluvias de Irma, primero, y de la tormenta subtropical Alberto, meses después, rompieron con esa sequía prolongada y provocaron niveles de agua en el litoral superior a los tres metros de altura, causante de los severos daños en los manglares y en la fauna de ese entorno natural.
Sin embargo, acotó, un año después y por estos niveles hídricos sostenidos, comenzó a decrecer la salinidad que antes de esos eventos era muy alta y con incidencia negativa en actividades productivas y en los recursos suelo y vegetación.
El Máster en Ciencias Eduardo Ramos García, especialista forestal del PNC, manifestó que el resultado de los monitoreos ha sido esencial en la puntualización de los programas de manejo integrado, incluido el de recuperación del manglar, la línea de defensa excepcional del litoral ante fenómenos meteorológicos de envergadura.
Desde 2020, por regeneración natural asistida y siembra aplicada al fondo de desarrollo forestal, se han beneficiado 150 hectáreas de manglar, sobre todo, las del mangle prieto, el más numeroso y, por ende, el más dañado por Irma.
Puntualizó que actualmente los manglares del parque revelan importantes niveles de recuperación, con incidencia en la estabilidad de la biodiversidad de todo el ecosistema.
Acotó que las aves estacionarias que fueron muy golpeadas por el huracán, incluido el flamenco rosado, están aquí, regresaron las migratorias y hay mejores dinámicas de nidificación, porque hoy existen condiciones para su alimentación y se sienten protegidas.
Decisivas en estos cambios han sido, además, las acciones de educación ambiental, el saneamiento de la faja costera, la limpieza de canales, la reforestación, la implicación de las comunidades aledañas y la capacitación a productores en temas de manejo de los recursos florísticos, hídricos y tecnologías para el mejoramiento de suelos.
Mientras, la propia Idania Hernández Ramos reconoció que los monitoreos aportan información sobre la persistencia de indisciplinas como la tala, un mal uso de los cursos de agua, prácticas nocivas como la ganadería intensiva y extensiva, con impacto desfavorable en escenarios naturales como el humedal Ciénaga de la Guayabera.
Por todo ello, agregó, los monitoreos serán siempre nuestra prioridad, a pesar del déficit de recursos materiales para hacerlos con la sistematicidad requerida.
Tomado de ACN