Una delegación de Cuba, encabezada por el miembro del Buró Político y vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, participa en la Cuarta Conferencia de la ONU sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, que se desarrolla del 27 al 30 de mayo.
La posición de Cuba ante los retos climáticos y del desarrollo siempre ha sido desde la salvaguarda de los reclamos históricos de los países del sur, en particular los más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático, con especial énfasis en los PEID.
Para la Mayor de las Antillas, el enfrentamiento a este proceso en nuestras naciones es un gran desafío, teniendo en cuenta la dura batalla por alcanzar el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza. Proceso, a su vez, ya irreversible y cuya causa está en el calentamiento global producido por las industrias de los países desarrollados y el consumo indiscriminado de los sectores más ricos del planeta.
La conferencia, que tiene como lema “Trazando el rumbo hacia una prosperidad resiliente”, tiene como objetivo evaluar la capacidad de los PEID para alcanzar su desarrollo sostenible, algo que engloba la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Como resultado, esta reunión de alto nivel producirá un documento político acordado a nivel intergubernamental.
Los PEID comprenden 37 naciones miembros de la ONU y 20 miembros asociados a comisiones regionales que, lamentablemente, se encuentran afectadas por múltiples crisis globales, en particular la del cambio climático. Se trata de economías remotas, propensas a desastres naturales. Se trata de estados que, en la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 (Río de Janeiro, Brasil), fueron reconocidos formalmente como especialmente vulnerables tanto para el entorno medioambiental en el que se enclavan como de cara a su propio desarrollo. Estas naciones, que ocupan menos del 0,5 % de la superficie terrestre global, se distribuyen en las siguientes tres regiones: el Caribe, el Pacífico y el Atlántico, el Océano Índico y el Mar de China Meridional.
Ante la escalada de las crisis globales, incluido el cambio climático y la COVID-19, los PEID se encuentran en primera línea de las crisis globales, navegando a través de un ciclo de desastres ambientales y esfuerzos de recuperación que pone a prueba su resiliencia y capacidad para sostener a sus comunidades y a sus economías.
Desde el punto de vista medioambiental, aunque las extensas áreas marinas que rodean a los PEID sirven como recursos vitales de sus comunidades y economías, también acrecientan su propia fragilidad. Con densidades de población significativamente mayores que el promedio mundial, los PEID son sumamente susceptibles a los efectos catastróficos de los desastres naturales, que generan costos anuales por daños del 1% al 8% de su PIB. Amenazas todas estas que hacen que sus frágiles ecosistemas terrestres y marinos sean particularmente propensos a la pérdida de biodiversidad y a los impactos del cambio climático.
Al mismo tiempo, esta situación se ve exacerbada por desafíos fiscales como su elevado nivel de endeudamiento, el costoso pago de la deuda soberana y el limitado acceso a financiación por su condición de países de ingresos medios. Además, todos estos retos se ven agravados por factores adicionales como el limitado tamaño de sus poblaciones, el aislamiento de cara a mercados internacionales, los elevados costos del transporte o la exposición a crisis económicas externas.
Los PEID, que contribuyen con menos del 1% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, sufren desproporcionadamente los impactos del cambio climático; por ejemplo, alrededor del 75% de los arrecifes de coral de estos países están amenazados por el cambio climático. El costo de la adaptación ambiental se sitúa entre los $22,000 y los $26,000 millones anuales, lo que evidencia la necesidad de cooperación y asistencia globales urgentes.
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