En el momento de publicar esta información tenemos en el golfo de México al Ciclón Tropical Potencial Uno, un término del cual conversamos casi cerrando la temporada pasada. Este se le aplica a cualquier área de interés meteorológico, que tiene una alta probabilidad de formarse como ciclón tropical en menos de 48 horas y afectar directamente a un territorio. Según los pronósticos tendríamos a “Alberto de 2024”, acercándose al extremo oeste del Golfo de México a mitad de semana.
La entrega anterior, hablando precisamente del último ciclón homónimo que nos visitó en 2018, nos daba pie para conversar en esta semana de los ciclones subtropicales.
Los distintos tipos de ciclones se diferencian por su fuente de energía, de la cual se deriva algunos aspectos en su estructura, como la distribución de la nubosidad y los vientos.
Las bajas o ciclones extratropicales son organismos invernales, de los que también hablamos un poquito por aquí. Su fuente de energía son las masas de aire cálida y fría dentro de su circulación, en el borde de cada una de las cuales se desarrolla un frente, que toma su nombre de la masa que avanza desplazando a la otra.
Los ciclones tropicales, por otro lado, obtienen su energía de la que se libera por la evaporación del agua de mar, que luego se condensa nuevamente dentro de las nubes de la tormenta.
En el caso de los subtropicales tienen características de ambos tipos, pues si bien no tienen asociados frentes mantienen algunos aspectos comunes con sus parientes invernales. Por ejemplo, su campo de vientos más fuertes es más extenso (los vientos ocurren más alejados del centro) y sus áreas de lluvias tienden a desarrollarse en bandas bien alejadas del mismo.
En muchos casos se inician a partir de bajas presiones en las capas medias de la atmósfera, lo cual genera que cerca de su centro en superficie las condiciones sean bien distintas a las que esperaríamos de “un ciclón”. Muchas veces el centro de circulación no es más que un débil remolino de nubes, con pocas precipitaciones y sin tormentas eléctricas. La tormenta subtropical Alberto, de 2018 fue un ejemplo muy ilustrativo de estas características: mientras que su centro cruzaba al oeste del cabo San Antonio, el extremo occidental de Cuba tenía condiciones meteorológicas relativamente mejores que el centro del país, en donde se reportaron las lluvias más intensas.
Se les aplica la misma forma para nombrarlos cuando se consideran depresiones o tormentas, primero con un número y luego con un nombre de la lista anual.
En muchos casos, estos organismos evolucionan a ciclones tropicales, ya que adquieren las características propias de los mismos y a partir de ese punto pueden llegar a convertirse hasta en huracanes. Uno de los principales rasgos en este proceso es el desarrollo de nubes de tormenta y lluvias cerca de su centro, cuando permanecen sobre aguas cálidas por un tiempo prolongado.
Sin embargo, si buscamos en las cronologías de los ciclones en nuestra área, veremos como aquellos que se mantuvieron como subtropicales no se nombraban como se hace actualmente. Hasta el año 2002, si no adquirían características puramente tropicales se nombraban con un número, como se hace hoy en día con las depresiones (sean tropicales o subtropicales). Existen casos que no se incluyeron, en décadas anteriores, en estas bases históricas y que hoy en día aparecen como tormentas subtropicales “Sin Nombre”. A partir de 2002 se nombran de la forma que mencionamos anteriormente.
Desde 1980 hasta 2023 se han registrado 70 ciclones que en algún momento de su vida han sido clasificados como subtropicales. El último de ellos, fue Don en 2023, que adquirió características tropicales y llegó a convertirse en huracán.
En ese mismo periodo solo 14 no han evolucionado hacia o desde características tropicales, el ejemplo más reciente: la tormenta subtropical Teresa en 2021. Y les decía que hacia o desde, porque en algunas ocasiones al moverse los ciclones tropicales por aguas más frías, posterior a un debilitamiento se convierten o regeneran en organismos subtropicales en su transición a bajas invernales, como ocurrió con Beryl, que incluso luego de haber sido huracán y disiparse, se reestructuró días después en una tormenta subtropical.
Tomado de Cubadebate
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