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Sincronizar la economía y la ciencia: Una calle de doble sentido

Los problemas fundamentales de la conexión entre la gestión del conocimiento y la producción de valor material están en contradicciones e insuficiencias existentes en la organización y gestión económica del país.

Estamos presenciando iniciativas gubernamentales con una frescura y objetividad remarcables. El ministerio encargado de la promoción del ya existente Sistema Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (SNCTI) se ha propuesto y hecho públicas varias iniciativas destinadas a perfeccionarlo y a renovar el escenario actual.

Es indudable que se trata de la única salida para que nuestro país llegue a alcanzar algún día, más temprano que tarde, niveles de vida y bienestar de nuestros conciudadanos que sean competitivos con los mejores del mundo. Y que esto además se alcance con la justicia social y libertades inherentes al sistema social que hemos escogido constitucionalmente. Serían algunas de las grandes soluciones que suelen aparecer en las grandes crisis.

Se podría apreciar que el problema principal de la ciencia y la innovación en Cuba nunca ha sido un divorcio entre los propósitos de los proyectos de investigaciones con respecto a las necesidades del país. Los científicos y tecnólogos cubanos, en su inmensa mayoría, se han propuesto de una forma u otra vincular sus trabajos de investigaciones, de desarrollo y de innovación a las necesidades económicas y sociales del país a lo largo de más de seis décadas atrás.

Sin embargo, es obvio que todavía después del decisivo papel de las universidades y de inversiones sustanciales en centros de investigaciones dedicados para la investigación científica nacional solo podemos exhibir penetraciones sustanciales del conocimiento para la innovación competitiva en tramas limitadas de la economía nacional. Un caso positivo y paradigmático es el de la biotecnología y una de sus expresiones máximas son sus varias vacunas originales de gran significado.

Tenemos un movimiento científico importante por su calidad y su capacidad innovadora. Sin embargo, en sectores tan obviamente relevantes como podrían ser, entre otros:

– la producción de energía a partir de fuentes renovables y el desarrollo de procedimientos para la gestión de esta energía “verde”,
– la producción eficiente e industrialización total de la caña de azúcar como el vegetal comercial más eficiente en el aprovechamiento de la energía solar para convertirla en biomasa,
– la generación de métodos, productos y tecnologías innovadores en el agro para producir calorías y proteínas indispensables para la alimentación humana,
– la depuración y utilización plena de los valiosos elementos químicos existentes en los minerales cubanos,
– la refinación y el tratamiento de los crudos nacionales y la exploración intensiva en busca de nuevas reservas,
– la producción de materiales y el desarrollo de medios innovadores para las construcciones civiles,
– el desarrollo de nuevos productos para la alimentación humana y la elevación de su cantidad y calidad,
– la transformación digital de la sociedad al nivel medio del estado de arte en los avances tecnológicos mundiales y su sostenimiento competitivo en el tiempo,
la recolección y utilización de datos y sus aplicaciones para la inteligencia artificial,
– la economía circular de los desechos materiales de las comunidades,
los sistemas y medios para garantizar servicios de transporte individual y colectivo tanto terrestre como marítimo y aéreo, incluyendo las redes viales locales y nacionales,
– los sistemas de gestión hidrosanitarios personales y sociales,
los procedimientos más actualizados en el tratamiento de muchas enfermedades incluida la medicina personalizada,

y probablemente muchos otros aspectos no se pueden mostrar como representativos de aplicaciones científicas y tecnológicas propias importantes en estos tiempos. Ciertamente, muchas se estas y otras líneas de trabajo pueden existir hoy en día gracias al sostenimiento autóctono de nuestros especialistas, y ese es un logro indudable. Pero la mayoría solo puede exhibir innovaciones importantes producidas por compras de tecnología extranjera de la forma “llave en mano”, que es la más cara, poco sostenible y engendradora de subdesarrollo. Pero también es la más fácil para los caminos administrativos que han marcado la gestión económica nacional durante muchas décadas. Algunas, como la de la caña de azúcar han decaído notablemente después de momentos significativos.

Puede afirmarse incluso que algunos de los temas anteriores carecen de cobertura investigativa relevante hoy en día en el país a pesar de su obvia importancia.

Se aprecia que los problemas fundamentales de la conexión entre la gestión del conocimiento y la producción de valor material están en contradicciones e insuficiencias existentes en la organización y gestión económica del país.

Desde la política científica siempre se ha pedido a los productores de conocimientos que sus nuevos saberes conduzcan a la riqueza y que apliquen sus resultados. Sin embargo, no se ha desarrollado un esquema de política económica equivalente que incentive y obligue al sector productivo a ser innovador y competitivo a partir de los saberes nacionales y que demanden los avances específicos a nuestra ciencia.

Y esto es imperativo en las condiciones actuales. El problema no es solo que la ciencia se aplique a la producción, sino que la ciencia y la producción se sincronicen. Es una calle de doble sentido donde ninguno de los dos es menos importante.

Algunas de las acciones que permitirían continuar perfeccionando el Sistema Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación en el país podrían ser:

– una reorganización de las empresas, del tejido empresarial nacional y de su gestión de forma que requieran de la innovación para supervivir, competir y progresar. Esta es una tarea multisectorial y multidimensional que abarca a todos los ministerios, desde la organización económica hasta la comunicación social pasando por la gestión de un mercado abierto y regulado por el estado socialista para que cumpla estas funciones y garantice una correcta combinación de colaboración y competencia.

-la creación y activación de grupos de expertos intersectoriales para diseñar programas de investigación, desarrollo e innovación abarcadores en las direcciones de crecimiento económico basado en el conocimiento que sean más promisorias. El entorno natural para llevar a cabo este trabajo debería ser la Academia de Ciencias de Cuba por su carácter multisectorial y multidisciplinario y su camino de aporte al gobierno el del Consejo Nacional de Innovación.

-el establecimiento de un eficiente sistema de estímulos a todos los que trabajen en la implementación de acciones para la creación de valor económico y/o bienestar social a partir del conocimiento, tanto en las universidades y centros de investigaciones como en las empresas.

Muchas otras ideas y acciones de gobierno pueden desarrollarse y quizás las anteriores no deben ser así, sino de una forma más efectiva. Pero la acción que ha emprendido el ministerio encargado de esta misión parece ser el único camino que tendremos de alcanzar el soñado socialismo próspero y sostenible.

Tomado de Cubadebate

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