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Meteorología y comunicación. Inmediatez con calidad

Alertas sobre tormentas, huracanes, inundaciones o temperaturas extremas permiten a las comunidades prepararse y reaccionar adecuadamente ante situaciones de emergencia.

Una correcta comunicación meteorológica es fundamental en la vida cotidiana de las sociedades modernas. Su importancia radica en varios aspectos cruciales que impactan tanto a nivel individual como colectivo.

En primer lugar, la comunicación efectiva, veraz y oportuna de las condiciones meteorológicas permite a las personas planificar sus actividades diarias. Desde decidir si llevar un paraguas al salir de casa, hasta programar eventos al aire libre, viajes, fiestas y otras actividades. Además, en sectores como la agricultura, la pesca, el turismo y el transporte, contar con pronósticos precisos es fundamental para optimizar recursos, preservar bienes y garantizar la seguridad ciudadana.

Otro aspecto clave es la prevención y gestión de desastres naturales. La comunicación meteorológica oportuna y clara puede salvar vidas. Alertas sobre tormentas, huracanes, inundaciones o temperaturas extremas permiten a las comunidades prepararse y reaccionar adecuadamente ante situaciones de emergencia. Esto no solo minimiza riesgos personales, sino que también reduce el impacto económico y social de los desastres.

El servicio meteorológico cubano aún tiene mucho por mejorar y avanzar en cuanto a una comunicación efectiva que combine inmediatez con calidad. Es fundamental recordar que la rapidez en la información nunca debe comprometer la precisión, veracidad y la claridad del mensaje que se está transmitiendo.

La ciencia no es una carrera para ver quién lo dice primero, sino un viaje compartido hacia la verdad, una verdad científica, avalada por evidencias comprobables, donde cada descubrimiento, cada mensaje, ilumina el camino para que la humanidad avance, desafiando los límites de lo desconocido y forjando el futuro con el poder del conocimiento.

Con la expansión de las redes sociales y una sociedad cada vez más propensa a ser arrastrada por la posverdad generando una distorsión manipulada de la realidad, gana un amplio protagonismo el “meteorólogo” de las redes sociales, un personaje que lo “dice primero” quedando su historia como la verdad a replicar, aunque lo explicado no se corresponda con la situación real, lanzando cuanta especulación y amarillismo sensacionalista se le ocurra.

Esta situación se vuelve preocupante cuando la comunidad cuestiona los elementos que más tarde un especialista pudiera estar brindando desde un criterio científico totalmente valido; su único pecado seria no habar dado el “palo periodístico”. Aquí hago un aparte para aclarar que no le estoy “tirando”, como decimos en buen cubano, a los muy buenos aficionados que tenemos dentro y fuera del país, que aportan mucho y con calidad a la comunicación meteorológica.

No es menos cierto que en ocasiones la información oportuna de los meteorólogos ante la ocurrencia de una determinada situación puntual, no llega con la inmediatez requerida, en algunos casos porque primero es necesario tener todos los elementos para que sea correcta, sin especulaciones y falsos datos y en otras, simplemente se falla en este aspecto. Esto genera un vacío informativo que es llenado por los “meteorólogos por cuenta propia” que, más que informar, desinforman y crean pánico para captar seguidores y reacciones.

Aun con una comunicación perfecta de los especialistas esta situación persistiría, demostrado esta que no es un caso único el de Cuba, se da en países desarrollados como en Estados Unidos, donde recientemente algunos meteorólogos hacían llamados a no creer en las noticias falsas divulgadas en las redes. Otro aspecto que influye es el desconocimiento y la incorrecta interpretación de los modelos matemáticos de pronóstico, así como también de los mapas.

Para ganar más en cultura meteorológica explicaré a continuación algunos de los errores más comunes que se cometen a la hora de brindar informaciones por los aficionados, periodistas y comunicadores. También dejaré algunas recomendaciones.

Posiblemente el error más común sea utilizar la palabra “clima” para hacer referencia a las condiciones meteorológicas cotidianas, cuando lo correcto sería “tiempo”, “tiempo atmosférico” o “condiciones meteorológicas”. Tampoco se debe utilizar “inestabilidad climatológica” para describir alguna situación de mal tiempo que podríamos tener en las próximas horas. Hablar de tiempo en meteorología, significa mencionar los cambios inmediatos, lo que sucederá en las próximas horas, días o semanas con una o varias variables meteorológicas y una escala local. Clima se refiere a las condiciones atmosféricas que caracterizan una región a lo largo de años.

Consultar siempre que sea posible a un especialista es lo más recomendado. En ocasiones por querer dar el palo periodístico se prioriza publicar en detrimento de la calidad. Recientemente un medio de prensa desde Haití reportaba que “Carlotta oscurece Haití a plena tarde” agregaba, además, que “La tormenta tropical Carlotta hizo que en Haití oscureciera hoy a las 15:20 (hora local), con fuertes ráfagas de viento y precipitaciones en el país caribeño”.

Hasta aquí todo pareciera normal de no ser porque la tormenta Carlotta no fue la responsable del mal tiempo en La Española. En ese momento no teníamos ningún ciclón tropical activo el Atlántico norte, ni en la lista de nombres aprobada para la actual temporada ciclónica se encuentra el nombre de Carlotta.

Lo que realmente afectó a Haití fue una activa onda tropical, la misma que transitaría horas después por nuestro país y posteriormente se convertiría en la tormenta tropical Debby. Entonces ¿inventó el nombre el periodista? No. Al mismo tiempo que transitaba la perturbación ciclónica por las Antillas Mayores, en el Océano Pacífico frente a las costas mexicanas, si teníamos una tormenta tropical llamada Carlotta. Al parecer el periodista apresurado por dar la información erró el “disparo”.

Desde el año 2017 el Centro Nacional de Huracanes implementó un nuevo término con el objetivo de emitir informaciones sobre zonas o áreas de investigación, perturbaciones ciclónicas, con un alto potencial de convertirse en un ciclón tropical, pero que en un período inferior a las 24 a 48 horas representan una amenaza para algún territorio.

El término Ciclón Tropical Potencial, es solamente eso, un término y no una categoría, es decir, no se considera un ciclón tropical formado. Sobre este término el colega Rafael Galardy, veterano meteorólogo del Centro Meteorológico Provincial de Ciego de Ávila, comentaba recientemente en las redes sociales: “La traducción correcta de Potential Tropical Cyclone es Ciclón Tropical Potencial. En el idioma inglés los adjetivos (que expresan cualidad o atributos) van primero que los sustantivos (lo esencial, lo importante, lo que existe).

“En el caso del inglés los adjetivos potencial y tropical van de primeros y el sustantivo cyclone va de último. En el idioma español se prefiere que el sustantivo vaya de primero y los adjetivos de último, en este caso ciclón tropical potencial.

“En el idioma español también se admite que el adjetivo vaya primero (bonita muchacha), pero como dije antes se prefiere que el sustantivo sea primero (muchacha bonita). Así que ya lo sabe, diga ciclón tropical potencial. También he visto por ahí posible ciclón tropical, lo cual es incorrecto”.

Otra confusión es a la hora de nombrarlos. Tanto los Ciclones Tropicales Potenciales como las Depresiones Tropicales no se nombran, contrario a lo que se cree, con un número ordinal. Lo correcto sería Ciclón Tropical Potencial “Cuatro” y no 4, ni número 4.

Por ejemplo, en esta temporada del 2024 el Ciclón Tropical Potencial “Cuatro” fue el segundo de la temporada. Similar puede suceder con las depresiones tropicales. Podemos tener la Depresión Tropical Quince y ser la decimocuarta del año debido a que hipotéticamente un Ciclón Tropical Potencial no llegó a alcanzar la categoría de depresión tropical, pero si consumió el consecutivo.

Tomado de Invasor

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