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Cuenca resiliente ante la furia del Cuyaguateje

El proyecto Cuenca Resiliente es una iniciativa dirigida a fortalecer la preparación ante desastres naturales y mejorar la capacidad de respuesta de su población.

A pesar de su fama de mujer recia, Clarilda Relova se confiesa: «Yo no sé nadar, y le tengo terror al agua carmelita esa del río cuando crece». Sin embargo, asegura que, aun con los achaques de sus rodillas, no ha habido nada que le impida estar en la primera fila cada vez que ciclones y tempestades amenazan esta región del Occidente cubano.

«Por nosotros, nunca se va a ahogar nadie en Isabel Rubio ni en Molina, ni en ninguna de esas comunidades que hay por allá abajo».

Lo dice en medio de una tarde apacible de julio en la que el Cuyaguateje aún no se repone de los meses de intensa sequía, y bajo algunos de los puentes que cruzan sobre sus afluentes corren pequeños hilos de agua.

Pero ya se sabe que las apariencias engañan, y que basta que el tiempo se deteriore y llueva intensamente durante dos o tres días seguidos allá, en las montañas de la Sierra de los Órganos, para que el mayor río del Occidente cubano se desborde y obligue a la evacuación de miles de personas.

De ahí la importancia enorme del trabajo de hombres y mujeres como Clarilda, para monitorear las crecidas y transmitir la información, a fin de ayudar a salvar vidas y a poner a buen recaudo los bienes de la economía. Dicho así, pudiera parecer una tarea sencilla, pero en la práctica casi nunca lo es.

«Por lo general tenemos que salir para la estación de aforo debajo de la lluvia, en el tractor e incluso a caballo, cuando el viento ha tumbado algún árbol y no hay paso por el camino», dice. «A mí la vida me ha puesto a prueba muchas veces, y he aprobado».

En tiempos normales, Clarilda vive de la ganadería y de cultivar la tierra junto a su familia. En situaciones de emergencia, es la responsable de la Defensa Civil en el consejo popular de Punta de la Sierra, en el municipio pinareño de Guane, un sitio estratégico para la medición del Cuyaguateje y poder predecir, a partir de su altura, la magnitud de las inundaciones.

Yuniesky Acanda, jefe del Centro de Gestión para la Reducción del Riesgo (CGRR) de este territorio del extremo occidental de Cuba, explica que «cuando el río alcanza los 4,60 o 4,80 metros, y sigue lloviendo, ya sabemos que en tres horas tendremos la inundación en el poblado de Isabel Rubio, el municipio incomunicado por tierra y decenas de viviendas bajo el agua».

Es algo que sucede varias veces al año, y hace que en la cuenca del Cuyaguateje estén las zonas de defensa que más se activan en Cuba.

MAYOR CAPACIDAD DE RESPUESTA ANTE DESASTRES

Con el propósito de ayudar a los habi­tantes de esta región a convivir con los designios de la naturaleza, Yuniesky comenta que surgió, rectorado por la Defensa Civil, el proyecto Cuenca Resiliente. Se trata de una iniciativa dirigida a fortalecer la preparación ante desastres naturales y mejorar la capacidad de respuesta de su población.

Entre las acciones de más impacto, señala la instalación de una estación meteorológica y otra hidrométrica, ambas automatizadas, en la comunidad de La Güira (también se ubicó una en Isabel Rubio).

La primera de ellas, detalla Yuniesky, permite conocer la magnitud de las lluvias, la velocidad del viento, la temperatura y la humedad relativa. En tanto, la segunda recoge los datos de la altura y la velocidad de la corriente del río. Las dos están conectadas a la red del Instituto de Meteorología, por lo que sus datos se pueden conocer en tiempo real, desde una computadora o un teléfono móvil.

«Antes, teníamos que enviar hasta allá a la jefa de la Defensa Civil, para medir el río y transmitir la información a través de una planta de radio», recuerda el Jefe del CGRR, y comenta que, en ocasiones, hubo que hacerlo de noche o de madrugada, por personas que han arriesgado su vida para poder realizar esta importante labor.

«De esto depende la toma de decisiones de las autoridades de nuestro territorio», advierte. Gracias al nuevo equipamiento, instalado y funcionando desde hace varios meses, Yuniesky asegura que ya no hará falta que nadie se exponga para poder alertar a quienes residen aguas abajo del Cuyaguateje. «Estos nuevos medios nos dan una información exacta, rápida y confiable, sin tener que venir hasta acá».

PREPARADOS Y ALERTAS

Además de reforzar el sistema de alerta temprana, en el municipio de Guane –donde más estragos han ocasionado históricamente las crecidas– se han distribuido filtros y tanques para tratar y almacenar el agua que consume la población de las zonas que se incomunican.

En la comunidad de La Güira, actualmente se dan los toques finales a un punto de acceso de agua potable, equipado con una bomba sumergible, paneles solares y dos tanques de mil litros, para los vecinos de un sitio que no posee sistema de acueducto y que hasta ahora se ha servido de manantiales o del río.

Yuniesky comenta que, gracias al financiamiento que se ha recibido para Cuenca Resiliente, a través de la colaboración internacional, también se adquirió una minindustria de queso y los medios para la instalación de un vivero que permita la reforestación de esta vasta porción del occidente pinareño.

Por otra parte, se espera el equi­pamiento para la brigada de rescate y salvamento del municipio, que siempre se moviliza en situaciones de emergencia.

También en Minas de Matahambre y en Sandino, los otros dos municipios incluidos en el proyecto, se acometen acciones para capacitar a las comunidades y elevar los niveles de respuesta ante las temibles embestidas del Cuyaguateje.

En el inicio de una temporada ciclónica que los especialistas han pronosticado como muy activa, son nuevas herramientas que ayudarán a lidiar, de una manera más efectiva, con las inundaciones de este mismo río que, por ahora, corre apacible desde la cordillera pinareña.

Tomado de Granma

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