EnglishSpanish

Maceo y el Che, unidos en la historia y en la gloria

Por una de esas casualidades inexplicables de la historia, Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna, el mundialmente conocido Che, nacieron un 14 de junio, pero con 83 años de diferencia. Pareciera como si las cualidades del primero reencarnaran en el segundo y ambos, unidos en la gloria, pusieran la vara en el punto más alto de la valentía, el internacionalismo, la ética, el honor y la intransigencia en la lucha contra el imperialismo y el colonialismo.

De cada uno de ellos se han escrito muchos libros y muchos más quedan aún por escribir, pues son tantas las aristas de sus vidas que cada una de ellas requiere ser contada, cantada y recordada por la vigencia que mantienen de generación en generación como inspiración al patriotismo universal, como bien definió José Martí cuando dijo que Patria es Humanidad.

Las diferencias en la vida de ambos hacen válido el principio de que son las excepciones, las que confirman las reglas. Antonio Maceo nació en 1845 en la ciudad de Santiago de Cuba en el seno de una familia humilde. Sus padres, Marcos y Mariana, eran trabajadores, aunque no pobres, pues tenían una propiedad rural de nueve caballerías (una caballería equivale a 13,42 hectáreas) en la región montañosa de Majaguabo, donde criaron a sus 13 hijos en las normas de disciplina, amor filial, trabajo, pulcritud en el vestir y el pensar, cortesía, respeto a los mayores, honestidad, solidaridad, valentía, tenacidad y patriotismo.

Ernesto Guevara nació también un 14 de junio, pero de 1928, en Rosario, Argentina. Hijo primogénito de Celia y Ernesto, su familia poseía recursos económicos y tenían ideas socialistas en las que educaron a sus cinco hijos. La mayor parte de su niñez, su adolescencia y primera juventud transcurren en Alta Gracia, a donde se mudó la familia en 1932 en busca de un clima propicio para contrarrestar el asma de Ernesto, que comenzó a padecerla a los dos años de edad.

Maceo se incorporó a la Guerra de 1868 el 12 de octubre de ese año dos días después de comenzada, con 23 años, en su propia localidad de Majaguabo, junto a sus hermanos José y Justo. Ese mismo día participó en su primer combate en Tí Arriba, donde por su coraje y decisión lo ascienden a sargento. Ocho días después lo ascienden a teniente y el 12 de noviembre del propio año a capitán abanderado, tras participar en las acciones de El Cobre, El Cristo, Jiguaní, Cupeyales, Samá y en la toma de Mayarí. Bajo las órdenes del mayor general Donato Mármol, combatió en El Salado, Majaguabo Arriba, Maniabón, Baitiquirí, Arroyo Blanco, La Sidonia y Palmarito, entre otros. El 16 de enero de 1869 fue ascendido a comandante y 10 días más tarde a teniente coronel, por su capacidad militar, audacia y conceptos estratégicos en el combate.

Ernesto Guevara, también con 23 años y sin concluir su carrera de medicina en Buenos Aires inició el 29 de diciembre de 1951, en compañía de su amigo Alberto Granado, su primer viaje en su moto «la Poderosa II», que los llevaría a recorrer Chile, Perú, Colombia y Venezuela. La visita a las minas de cobre de Chuquicamata (Chile) le resulta particularmente reveladora, por el grado de explotación de los obreros y la discriminación del nativo por los norteamericanos.

A su regreso en julio de 1952, apunta en sus anotaciones personales: «Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí». En apenas un año, concluye sus estudios de medicina y el 12 de junio de 1953 recibe el título de médico.

Un mes después comienza su segunda travesía por el continente, con un plan inicial, que modificaría tras recorrer Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

En el país centroamericano del Quetzal ve como aviones norteamericanos bombardean la ciudad, y el 18 de junio de 1954 dan un golpe de Estado contra el Gobierno de Jacobo Arbenz, planeado y ejecutado por los Estados Unidos. Participa en el transporte de armas e intenta unir a algunos jóvenes a la lucha, ayuda a poner a salvo a algunos líderes políticos, y casualmente se encuentra con cubanos, asaltantes del Cuartel Moncada y exiliados en Guatemala. Entre ellos, sobresale Ñico López, con el que se produce una total afinidad y el conocimiento primario de los objetivos que persigue Fidel Castro, líder del Movimiento 26 de Julio para alcanzar la plena independencia de Cuba.

Maceo, con 25 años, asume la jefatura del Cuarto Batallón, cuando el Mayor General Máximo Gómez reorganizó la División Cuba, en julio de 1870. El 2 de octubre de ese año el enemigo español atacó su campamento de Majaguabo y resultó herido de gravedad. Entre los combates que participó ese año se destacaron los de Santa Rita, La Redonda, Barigua, El Mijial, Pinalito, Tí Arriba, Barajagua, y Nuevo Mundo (12 de diciembre de 1870), donde también fue herido. Desde principios de julio de 1871 acompañó a Gómez en la preparación y realización de la invasión a Guantánamo y la ulterior campaña en esa región, donde participó en numerosos combates.

El 15 de octubre de 1871, cuando tenía 26 años, Gómez lo designó jefe de operaciones de Guantánamo y el 22 de marzo de 1872 fue ascendido a Coronel, reconociéndosele la antigüedad con fecha 30 de octubre de 1871. El 8 de junio de 1872 sustituyó provisionalmente a Gómez en el mando de la División Cuba, el cual entregó al Mayor General Calixto García el día 20, quedando como segundo jefe.

Ernesto Guevara se traslada a México, después del derrocamiento de Arbenz en Guatemala, donde trabajará de médico en la Sala de Alergia del Hospital Central y se ve nuevamente con Ñico López, quien lo conduciría ante Raúl Castro, a través del cual conoce a Fidel en 1956 y se vincula con sus preparativos revolucionarios.

De su encuentro con Fidel el Che comenta: «Charlé con Fidel toda una noche, y al amanecer ya era el médico de su futura expedición. En realidad, después de la experiencia vivida a través de mis caminatas por toda Latinoamérica, no hacía falta mucho para incitarme a entrar en cualquier revolución contra un tirano, pero Fidel me impresionó como un hombre extraordinario. Las cosas más imposibles eran las que encaraba y resolvía».

Guevara, que ya era conocido como «el Che» entre los cubanos con quienes entrenaba militarmente y actuaba como jefe de personal, fue detenido el 24 de junio de 1956 por la policía mexicana que tomó el rancho, donde se realizaban los entrenamientos.

El expresidente mexicano Lázaro Cárdenas intervino para defender a los revolucionarios cubanos y a fines de julio, los últimos presos, entre ellos Guevara, fueron liberados. El 25 de noviembre, con 28 años, embarca del puerto de Tuxpán en el yate Granma como parte de 82 expedicionarios para liberar a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista y llegarían a la Isla el 2 de diciembre de 1956.

El 5 de diciembre de 1956, tras un penoso desembarco, los expedicionarios fueron sorprendidos en Alegría de Pío por las fuerzas del ejército y el Che Guevara resultó herido en el cuello, siendo asistido brevemente por Faustino Pérez, quien le comunicó que la herida no era mortal.

Continuó el Che en su puesto de combate hasta que el capitán Juan Almeida se lo llevó en su grupo. Al escapar decidió cargar con una caja de balas en vez de llevar las medicinas, ante la imposibilidad de cargar con ambas.

Ayudado por los campesinos de la zona, Guevara logró reunirse con Fidel y otros sobrevivientes de Alegría de Pío en Cinco Palmas, Purial de Vicana. Formó parte, aún como oficial médico, del núcleo inicial del Ejército Rebelde y participó en el ataque al puesto militar de La Plata el 17 de enero de 1957. «Fue un llamado de atención a todos, la demostración de que el Ejército Rebelde existía y estaba dispuesto a luchar y, para nosotros, la reafirmación de nuestras posibilidades de triunfo final», escribiría el Che de esa acción.

Fidel, que ya apreciaba sus dotes de mando y organizador, le encomienda la misión de recibir el primer gran refuerzo en hombres y armas, que procedente del llano, y enviado por Frank País García, recibiría el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra en marzo de 1957.

Con este refuerzo se reorganizó la pequeña tropa rebelde y se reestructuró la Columna 1 José Martí. Che pasaría entonces al Estado Mayor o Comandancia, bajo las órdenes directas de Fidel, mientras seguía actuando como oficial médico.

Maceo, el 8 de junio de 1873, a seis días de cumplir 28 años y dos días después de haberse destacado en el combate de El Zarzal, recibió el ascenso a General de Brigada. El 4 de febrero de 1874 fue designado jefe de las fuerzas villareñas integrantes del contingente invasor, las cuales aún se mantenían en Camagüey, al frente de las cuales se destacó en los combates de Naranjo-Mojacasabe y Las Guásimas, así como en los ataques a San Miguel de Nuevitas y Cascorro, y la acción de Camujiro.

Por exigencia de los propios villareños, debido a prejuicios regionales y sociales, se vio obligado a renunciar el 14 de julio de 1874. Después de combatir sin mando en Caobillas, el 30 de septiembre de 1874, desde las tierras camagüeyanas regresó a la provincia de Oriente para hacerse cargo del mando de la División Cuba.

En abril de 1875 dio muestras de madurez política y disciplina, al rechazar la propuesta de sumarse a la sedición de Lagunas de Varona. En ese propio mes recibió el mando de la primera División del primer Cuerpo, que abarcaba las regiones de Bayamo, Manzanillo, Holguín y Jiguaní, lo que lo hizo asumir interinamente el mando de la provincia oriental.

El 14 de septiembre de 1875 cruzó la trocha que los españoles habían levantado en la región del Cauto, para librar el combate de Mayarí Arriba cuatro días después. El 6 de mayo de 1877 fue ascendido a Mayor General, faltándole un mes y días para cumplir 32 años. En ese mes se opuso enérgicamente a los sediciosos de Santa Rita. El 6 de agosto de 1877 recibió seis heridas de bala en el combate de Mangos de Mejías, que lo mantuvieron un tiempo en sumo estado de gravedad.

Cuando la revolución atravesaba una profunda crisis política, sólo la división bajo su mando opuso firme resistencia a la ofensiva desatada por los españoles desde noviembre de 1877. A comienzos de 1878 reprimió a los amotinados creadores del Cantón Independiente de Holguín. En febrero dio respuesta contundente a quienes gestaban el Pacto del Zanjón, al librar los victoriosos combates de Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano.

Para el Che Guevara el 18 de mayo de 1957 marca la fecha en que confirma la decisión tomada por él, luego del desembarco del Granma, de tomar la caja de municiones en lugar del maletín de médico, al decidir Fidel asignarle el mando de una tropa con un refuerzo de armas recibido del Movimiento en el llano, que incluía un fusil ametralladora Madzen, que fue vital para la realización de acciones de mayor envergadura por parte del Ejército Rebelde.

El 28 de mayo la guerrilla atacó el cuartel de El Uvero y en este combate el Che recibió la misión de batir la posta norte del cuartel con su fusil ametralladora. Al rendirse el enemigo y ante la impericia del médico del Ejército, debió asumir la responsabilidad de atender a los heridos de ambos bandos, que eran casi tres decenas, algunos de gravedad.

El 21 de julio de 1957, cuando tenía 29 años, Fidel nombró al Che como Comandante. Ejemplo, multiplicidad e integralidad lo distinguen cuando desde sus enormes responsabilidades edita el periódico El Cubano Libre. Con el seudónimo de Francotirador redacta diversos artículos, en permanente labor educativa, y en febrero de 1958 funda Radio Rebelde. Asimismo, crea pequeñas industrias de guerra, con el fin de satisfacer necesidades primarias de la contienda.

En febrero de 1958, entrevistado por Radio El Mundo, de Buenos Aires, y en respuesta a la pregunta, ¿no teme que su intervención sea tomada como una interferencia extranjera? afirmó: «Como primera medida yo no considero sólo a Argentina como mi país natal, sino a toda América. Para ello quisiera tomar ejemplos como Martí, y es en su tierra natal (Cuba), que ayudaré a hacer su doctrina una realidad. Además, no se puede llamar interferencia si yo quiero entregarme totalmente –hasta la sangre– a una causa que me parece correcta y que es la causa del pueblo. Un pueblo que quiere ser liberado de una tiranía que en sí misma se basa en la interferencia armada extranjera, con aviones, armas e incluso estrategas y hasta ahora ni siquiera un solo país ha acusado a Norteamérica de intervenir en los asuntos internos de Cuba, ni un solo diario ha acusado a los Yanquis de ayudar a Batista a matar a su pueblo».

La firmeza de principios e intransigencia de Maceo, frente a posiciones claudicantes, se convirtieron en paradigmas en la Protesta de Baraguá, en cuyo lugar el 15 de marzo de 1878 se realizó la entrevista entre los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos, con la histórica frase del Jefe mambí,  al referirse al Pacto del Zanjón, de «guarde usted ese documento, que no queremos saber de él. No, no nos entendemos», muy similar a la frase del Che cuando afirmó que con el imperialismo no se podía confiar «ni tantito así, nada».

Sobresale que tanto Maceo como el Che tuvieron a su mando columnas invasoras desde Oriente hacia Occidente, ambos brillaron tanto en el accionar militar como en sus concepciones teóricas, en su participación en importantes momentos de muchos países y en sus ideas subrayaban la necesaria unidad latinoamericana y caribeña frente al naciente imperialismo norteamericano.

«La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso», dijo Maceo, conocido en la historia de Cuba como el Titán de Bronce.

En carga a caballo contra el enemigo parapetado en los potreros de El Cacahual muere el Mayor General Antonio Maceo Grajales a los 51 años de edad, en plena madurez de su acción y pensamiento. Su muerte que resultó un duro golpe para los cubanos y para la causa de la libertad de Cuba, fue definida por Máximo Gómez en la carta de pésame a su esposa María Cabrales: «… Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución».

Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 26 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la Guerra de los 10 años (1868-1878). Sus palabras sobre el destino que espera a sus agresores han sido siempre bandera de lucha de los revolucionarios cubanos, que repiten con Maceo la advertencia de que «quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, sino perece en la lucha».

Mucho quedaría también por escribir del Che, de su obra como ministro de Industrias, como fundador de la agencia noticiosa Prensa Latina, como Presidente del Banco Nacional de Cuba, de sus misiones diplomáticas, de su intento guerrillero por ayudar a los pueblos de África y de su lucha en Bolivia. Pero nadie mejor que el propio Che en su carta de despedida a Fidel sería capaz de definir esos momentos como cuando escribió: «Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos[…] y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura».

Igual que Maceo, el Che murió combatiendo, herido, sin balas, y con su pistola dañada en el combate, lo que le impidió evitar caer en manos del enemigo, es asesinado por órdenes de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana el 9 de octubre de 1967, al día siguiente de su captura, cuando tenía 39 años. Con una pierna inutilizada por un balazo, sentado en una silla de la rústica escuelita primaria de La Higuera, cuando vio miedo en el soldado que habían enviado a matarlo se puso de pie apoyado en la silla y con la misma autoridad que siempre tuvo le ordenó al soldado embriagado: «Dispare, que aquí hay un hombre».

Maceo y el Che, unidos en la historia y en la gloria
Foto: www.habanaradio.cu

Así lo destacó Fidel Castro al recibir en Cuba, el 12 de julio de 1997 los restos del Che y sus compañeros que habían intentado esconder y que luego de 30 años de incesante búsqueda regresaron a la Patria, que lo guarda celosamente desde entonces: «Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos, sino también latinoamericanos, que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria. Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra».

Ambos hombres, son paradigmas del pueblo revolucionario cubano, más allá de las coincidencias históricas de su día de nacimiento.

Fuente: Granma

Valore este artículo

Click en las estrellas para votar

0 / 5. Conteo 0

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on telegram
Telegram
Share on whatsapp
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Cuánto es + 57 = 60

Ir al contenido