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Los amores de Laura (I)

CIENCIA JOVEN

Laura Benítez Rodríguez es técnico en Geodesia del Instituo de Ciencias del Mar y cree abarcar demasiado por su pasión y porque intenta ser mejor profesional, para ello, solo necesita que le alcance la vida

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Laura Benítez Rodríguez. Foto: Cortesía de la entrevistada

Laura odia las telenovelas. Para complicaciones la vida real. Me escribe por WhatsApp en la medida en que intercambiamos algunas opiniones para conocernos.

La compleja situación originada por la Covid-19 obligó al gobierno cubano a tomar medidas para frenar sus propagación. Por vivir distantes uno del otro, se nos hace casi imposible acordar vernos en algún lugar.

El teléfono celular me resulta la única vía posible para entrevistarla. Lo considero como una cita a ciegas, luego de estar acostumbrado a hablar directamente con la otra persona, ver sus expresiones, gestos, obtener detalles que solo lo permite ese contacto directo.

Pero hay que aprender a convivir con la actual pandemia, han dicho los especialistas. Y ha trabajar bajo sus efectos, lo impone la realidad.

Su voz mediante llamadas y sus palabras a través de mensajes van revelando particularidades de quien dice detestar el melodrama y, sin embargo, resulta ser romántica y enamorada como si fuera la Julieta de una obra moderna escrita por William Shakespeare.

Hace varios años atrás tuvo que acudir al policlínico de Santa Fe, un pueblo costero ubicado al oeste de La Habana, perteneciente al municipio de Playa. Ella en ocasiones padece de lipotimia, no le llega la sangre al cerebro y puede desmayarse.

La atendió un joven que había regresado hacía poco de una misión médica en la República Bolivariana de Venezuela. Laura lo conocía de vista porque vivían relativamente cerca, solo unas cuadras separaban sus viviendas.

-Siempre me cayó mal por su seriedad. No entendía cómo podía ser tan buen médico con tan mala cara -era la opinión de ella hacia él.

En aquella consulta de urgencia, el cardiólogo César Suárez Echarte atendió a la paciente según la ética profesional.

-Allí nos conocimos. Por el volumen de personas que atiendo no le presté atención. Más bien fue un amor a segunda vista, por decirlo de alguna manera -expresa César, quien se suma a la conversación telefónica. Volví de misión para Venezuela y a punto de regresar empezamos a escribirnos por Mesenger. Cuando llegué continuamos como amigos hasta que formalizamos la relación como pareja.

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César Suárez Echarte. Foto: Cortesía de Laura Benítez

Contrario a lo dicho anteriormente, ahora Laura afirma haberse enamorado del médico por su seriedad. Por la dureza del rostro y la expresión de los ojos pudo determinar que era una persona con conocimiento, un poco misterioso, y capaz de sostener una conversación profunda. El tiempo le dio la razón y descubrieron tener muchos intereses en común.

César quedó cautivado con la mudrez de la muchacha que apenas pasaba los 20 años:

-Su inteligencia es digna de admirar porque a esa edad poseía mucho conocimiento. Tenemos afinidad en disímiles temas como la Astrología e Historia.

Explica Laura que vivía en la calle primera de Santa Fe, frente al mar. Luego se mudó para la zona conocida como el El Roble, un poco distante del salitre. Ahí comparte el hogar esta joven pareja, amantes también de las ciencias.

Ella labora en el Instituto de Ciencias del Mar, como técnico en Geodesia y, a su vez, cursa la carrera de Hidráulica en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría; y él hace la residencia en Cardiología en el Hospital Clínico Quirúgico Hermanos Ameijeiras.

-La convivencia es un poco amelcochada, porque nos vamos y regresamos juntos. Resulta una interacción constante -asevera Laura.

-La salida es terrible -afirma César-, porque siempre tengo que despertarla y moverla por remolona.

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El 27 de febrero cumplen tres años de noviazgo. Foto: Cortesía de Laura Benítez

Dicen sentarse a conversar a menudo sobre las experiencias diarias. Comparten la visión de que mientras más conozcan de la vida del otro mejor será la relación.

Un aspecto importante radica en organizar las labores del hogar. En el caso de ellos, el primero que llegue empieza a adelantar las tareas.

Pero la cocina le corresponde a César, quien con modestia aclara elaborar excelentes platos:

-Tengo buena mano y a ella le gusta como cocino.

-Él es serio pero bastante sociable. Se deja gobernar. Ya me miró con mala cara -comenta con socarronería Laura y la escucho reír.

También manifiesta que su pareja le prepara el desayuno, pero ella limpia. Y para bajar tensiones ofrece detalles positivos de César:

-Estudia y se esfuerza. Le encanta aprender. A veces cuando escucha en algún lugar algo relacionado con mi especialidad y le causa dudas lo apunta en una libretica. Luego viene y me pregunta. Lo mismo hago yo con él. Nos complementamos bastante bien.

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Los bebé de la casa: Maya, Max y Magnon Foto: Cortesía de Laura Benítez

La familia no la conforman solo ellos dos. En varias ocasiones Laura llamó a César para que respondiera determinadas preguntas, pero él estaba ocupado con los bebé. Les está dando la comida, me informa ella y añade:

-Tenemos tres pitbull, son unos demonios con patas. La mayor es la hembra, se llama Maya y tiene dos años; Max uno y seis meses, y Magno ocho meses.  Ahora están aquí porque escucharon sus nombres -y mientras tanto oigo un lejano ladrido de cachorro.

Indagando en la intimidad del amor que se profesan salió a relucir un tema que al parecer solo puede nacer de ese sentimiento: la relación que existe entre la cardiología y la ingeniería Hidráulica.

Laura y César defienden ese vínculo como otro punto a favor de su relación, por tener algo más en común.

Ella insinúa que a pesar de ser diferentes las especialidades siempre buscan la manera de reflejar similitudes:

-Nos ponemos a pensar que el sistema eléctrico es la ingeniería Eléctrica, los huesos sería la ingeniería Civil y la Hidráulica vendría siendo las venas. Tratamos de buscar una loca conexión entre las cosas. Sí, parece pasaje a lo desconocido.

-No todas las ingenierías tienen un enlace como tal con la carrera de Medicina, las primeras son ciencias exactas y la otra no, porque en medicina todo no es igual -interviene César-, por ejemplo, todas las fiebres no son iguales ni todas las faltas de aire se originan por la misma causa, pero la Cardiología con ingeniería Hidráulica tiene mucho que ver porque al final son un sistema de fluidos y de válvulas.

Para demostrar que sus especialidades se engranan, el médico expone el principio de Bernoulli, que se estudia en Hidráulica, el cual consiste en un sistema cerrado donde hay una dinámica de fluido constante. Y de acuerdo con su criterio profesional, la Cardiología en esencia también es eso, el fluido deja de circular en una persona cuando fallece.

-No solo ese principio, coinciden muchas fórmulas. En la Cardiología utilizamos la velocidad, la energía cinética… leyes que provienen de la física, que se da en las ingenierías -agrega.
Y para más, Laura reafirma:

-Existe una relación entre nuestras profesiones. Resulta extraño, pero nosostros le encontramos esa conexión.

Hoy 14 de febrero, la celebración será para muchos en casa producto de la panademia. César cocinará.

El día 27 de este mes la pareja cumplirá el tercer aniversario de noviazgo. Ella ya tiene 25 y él diez años más.

Laura Benítez Rodríguez rechaza las telenovelas, y como si fuera una paradoja, su vida bien podría inspirar a escribir el guion de una porque asegura tener más amores.

Por Boris E. González Abreut
Departamento de Comunicación del Citma

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