Hace poco más de un año fueron las primeras noticias sobre un nuevo coronavirus. Luego, la propagación internacional, y muy pronto el salto en las cifras, el flujo y la densidad de la información sobre récords de contagios, modos de contagio, prevención, historias de epidemias, zoonosis, los virus…; los cierres de fronteras y ciudades, confinamientos, tensión social por los confinamientos, crisis económica y social.
Poco después, algo sin precedentes −como la propia escala de la pandemia y su repercusión−, llegaron las noticias sobre desarrollos acelerados de vacunas y autorizaciones de uso, ensayos y resultados… Y entre todo esto, desinformación, nuevas olas del virus y variantes, tensiones entre países por el suministro de las vacunas y un mercado en el que, además de competencia, precios, acaparamiento y escasez de oferta, no han faltado los enfoques políticos.
Es hoy un terreno complejo en el que la ciencia debe convivir con esos y otros fenómenos, y en el que pueden conjugarse, como en Cuba, la tensa realidad económica de un país y su capacidad científico-tecnológica para desarrollar vacunas.
Sobre algunos de estos temas Cubadebate conversó con el doctor Luis Herrera Martínez, ingeniero genetista, uno de los expertos que en los años ochenta fue parte del grupo en el que se gestó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, actualmente asesor científico y comercial del grupo BioCubaFarma.
“A veces la gente piensa que, por ser Cuba, ellos simplemente fabrican estos medicamentos en un garaje y se los dan a la gente, y eso no es cierto. Están usando exactamente los mismos altos estándares que cualquier otro país que produce estos medicamentos”. (Candace Johnson, presidenta del Roswell Park Center, a The New York Times, febrero de 2021)
Doctor, hace poco comenzaron a publicarse en la prensa internacional artículos, con declaraciones de expertos incluidas, en los que se respondía a cierta sorpresa por el hecho de que en Cuba se desarrollara una vacuna contra la COVID-19. Y en tiempo récord, como ha sido en el resto del mundo. Pero no es solo una, son cinco hasta ahora. Y puede surgir otra pregunta: ¿Exageran los cubanos? ¿Es un esquema concebido desde el principio, parte de una estrategia?
−Desde los inicios de la pandemia, en marzo de 2020, en Cuba hubo el propósito de contribuir al enfrentamiento a la enfermedad, desconocida en todo el mundo. Se elaboraron procedimientos terapéuticos, algunos de carácter preventivo en términos inmunológicos. Se emplearon procedimientos dirigidos a mejorar el estado inmunológico de las personas, con productos como la Biomodulina T, el interferón −el alfa-2B recombinante y el Heberferón−, el factor de transferencia (Hebertrans)… Todo en modo de reprofiling (reasignar un medicamento existente, con un perfil de seguridad conocido y que originalmente se usa para otra enfermedad, en el tratamiento de una nueva enfermedad; en este caso, la COVID-19). Se empleaban sobre la lógica de su mecanismo de acción, para evitar complicaciones, prevenir, resolver un determinado cuadro clínico.
“Luego se emplearon el Jusvinza, un péptido inmunomodulador, y un anticuerpo monoclonal, el Itolizumab, en la llamada cascada o tormenta de citoquinas. Con esto se ha buscado combatir, apoyar a pacientes, evitar las manifestaciones peores de la enfermedad.
“Desde el mismo inicio, también se pensó en una preparación vacunal que actuara con carácter preventivo. Se pensó cuáles podían ser las alternativas, y se formaron dos grupos de proyectos: uno liderado por el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), del que eran parte también el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y el Centro de Biopreparados (Biocen) como unidades productoras, y el otro por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), que tenía asociado a Laboratorios AICA como unidad productora de la etapa final.
“¿Cuál fue el enfoque?: emplear plataformas tecnológicas que ya fueran dominadas por estos grupos, porque iniciar un proyecto con una plataforma tecnológica que no fuera dominada y sin condiciones para llevar a cabo su ejecución a gran escala era inadecuado desde el punto de vista del diseño. Eran proyectos que debían transcurrir con celeridad y plantear las menores incertidumbres posibles en cuanto a su escalada productiva y en términos de los efectos que pudiera tener el preparado vacunal sobre las personas.
“No todo fue previsto en la etapa inicial, porque era imposible. Se eligió como blanco o target, elemento básico de la vacuna, el RBD, el sitio de unión del virus al receptor en la célula. Este era un elemento del que, desde un punto de vista básico, de plataforma tecnológica, hay experiencia en nuestro país. La experiencia precedente estaba dada por una vacuna que se elaboró en los años ochenta, que tuvo mucho reconocimiento por su novedad y sus resultados, la vacuna contra la meningitis tipo B, VA-MENGOC-BC (la primera en el mundo eficaz contra el meningococo del serogrupo B). Fue una vacuna totalmente original, que se empleó en Cuba y en otros países (incluidos Brasil y Argentina) con resultados muy positivos. Luego, Cuba desarrolló en conjunto con Brasil una vacuna dirigida a los países africanos, también contra la meningitis, con esa misma plataforma e igualmente con resultados positivos.
“Después, a finales de los noventa, el CIGB desarrolló otra vacuna con resultados muy positivos en términos de un preparado vacunal de subunidades, igual que el anterior contra la meningitis B. Este preparado vacunal es el antígeno de superficie de la hepatitis B, que se clonó, se produjo en la levadura Pichiapastoris. Se llegó a producir casi un millón de dosis semanales, una de las capacidades productivas mayores a nivel mundial de la vacuna contra la hepatitis B.
“Esta vacuna fue calificada por la OMS −la primera calificada en América Latina−, y posteriormente se distribuyó en un número grande de países, tanto en esta región como en África y Asia, y fue muy exitosa. En Cuba logró erradicar prácticamente la enfermedad. Es una de las dos vacunas que en Cuba se administran al nacer, para evitar, sobre todo en el caso de madres infectadas, la transmisión, y que el niño desencadene una afección crónica.
“La tercera vacuna de carácter novedoso que se desarrolló en Cuba fue la vacuna contra el Haemophilusinfluenzae tipo b (Hib), principal agente causante de la meningitis bacteriana en el país. En Cuba, luego de que se logró controlar la meningitis producto del meningococo, había una incidencia importante de meningitis a partir de Hib y los recursos disponibles no permitían mantener una vacunación masiva importando una vacuna extranjera. Y un grupo de la Universidad de La Habana, dirigido por el Dr. Vicente Vérez, en conjunto con un grupo en Canadá, desarrolló por primera vez en el mundo una vacuna sintética, es decir, que se obtenía no por la vía de extracción de la bacteria sino por síntesis química. Se sintetizaba el núcleo de ese polisacárido (PRP), y ese polisacárido se conjugaba al toxoide tetánico, esto se administraba a los niños y producía una respuesta inmune muy poderosa que fue un elemento clave en todas las campañas de vacunación en Cuba.
“Es una vacuna extraordinaria que obtuvieron ese grupo cubano y el canadiense, se produjo en el CIGB y se produce todavía. Inmuniza de por vida contra la bacteria Haemophilus influenzae.
“Esta tecnología de la producción de un polisacárido conjugado a una proteína fue otra de las tecnologías que se incorporó como plataforma al desarrollo de vacunas contra la COVID-19 en Cuba.
“En el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 hubo tanto estrategia como desarrollos en la marcha. La estrategia era obtener vacunas seguras que se pudieran producir en grandes cantidades en Cuba y que fueran eficaces. Ese era el objetivo estratégico, y se sustentó en una plataforma tecnológica: vacunas de subunidades”.
“Yo insisto mucho en la elección de la plataforma adecuada, porque la plataforma era parte de la estrategia. Si no te lanzas con una plataforma de la cual tengas dominio científico y tecnológico, seguridad de la plataforma y posibilidad del escalado, te estás lanzando detrás de algo que no responde a lo que impone una situación de pandemia, de emergencia.
“En ese sentido, en Cuba sí estaba contemplada una estrategia. Pero no estaban contemplados los candidatos vacunales en específico, porque esto dependía de las exploraciones en animales y las iniciales en humanos voluntarios”.
Luis Herrera: “Cuba cuenta con una plataforma tecnológica sólida para producir vacunas. No es algo que Cuba tenga que demostrar, está demostrado”. Foto: Cortesía CIGB.
¿Qué implica que sean vacunas de subunidades?
−Fundamentalmente, hay cuatro tipos de vacunas: vacunas de vectores virales, vacunas mRNA, vacunas de virus inactivados y vacunas de subunidades.
“El SARS-CoV-2 es un virus RNA. Usted toma un fragmento del virus y lo introduce en un vector, que puede ser un adenovirus. Son vacunas basadas en un vector viral: un virus a DNA al que se le insertó un pedazo del DNA complementario al RNA del virus que se quiere combatir.
El fragmento del virus que se le insertó al virus (vector) se llevó primero de RNA a DNA para poder insertarlo. Cuando el vector, con ese pedazo insertado, se multiplica en las células −y no causa enfermedad, porque es deletéreo, se multiplica en pocas cantidades−, es transcripto (de DNA a RNA) y el RNA va a los ribosomas en las células, donde se sintetiza la proteína (que es el antígeno), el organismo la reconoce como extraña y produce los anticuerpos.
“El método de mRNA, mensajero RNA, comenzó a desarrollarse en los noventa y se consolidó en años recientes: una molécula, el RNA del virus, se une a una estructura que le permite entrar en la célula, y ya la propia célula comienza a producir la proteína característica del virus (no se inyecta el virus como tal). Esto alerta a nuestro sistema inmunitario, que produce anticuerpos y linfocitos-T.
“Las vacunas de China, por ejemplo, usan el método del virus inactivado. En un reactor se multiplica la célula y luego es infectada con el virus. El virus infecta y se multiplica. Después se inactiva el virus y se purifica, y ese virus inactivado es el que se administra. El virus está muerto, no puede enfermar. Y se desencadena una respuesta inmunológica. Es una forma muy tradicional de hacer vacunas, y la más rápida. Por eso es que fueron de las primeras vacunas en salir.
Vector viral: Oxford AstraZeneca, Gamaleya y Sputnik V
mRNA: Pfizer, Moderna
Virus inactivado: Sinovac/Butantan, SinoPharm, Bharat Biotec
“Y están las vacunas de subunidades. El virus tiene un número de proteínas. Si tomas una de las proteínas de las que el virus codifica (en el caso cubano y una buena parte de las vacunas aprobadas y en desarrollo, la proteína RBD), a ese tipo de vacunas se les llama de subunidades.
“No son de virus inactivados, ni de vectores virales, ni de mRNA, sino de un componente proteico del virus, una subunidad (una parte) del virus”.
Las proteínas spike (S) o corona de diferentes coronavirus tienen una parte llamada dominio RBD (Receptor Binding Domain, dominio de unión al receptor) por la cual se unen a los receptores de la célula hospedera en el organismo (receptores ACE2 en células humanas) para infectarla.
Una estrategia con alternativas
Entonces, a partir de una plataforma existente, se diseñaron estas vacunas de subunidades, que son alternativas.
−Se diseñaron diferentes alternativas tecnológicas en términos de fuente de producción (célula de mamífero, en el caso de las Soberana, del IFV, y levadura, en el caso de Abdala, del CIGB). Son plataformas productivas diferentes.
“¿Dónde empieza a haber un elemento de originalidad por la parte cubana? Con estas subunidades puedes tener un monómero, pero también un dímero (dos subunidades). Se puede exponer de forma más directa la parte deseada al sistema inmunológico y, por lo tanto, que los anticuerpos se dirijan a la región particular que se busca sea reconocida por estos.
“Hay un elemento estratégico, que sí se concibió, y otro que dependió de los desarrollos. En los desarrollos, por ejemplo, en el IFV produjeron la RBD, RBD monómero, RBD dímero, RBD conjugado con el polisacárido, con la VA-MENGOC-BC, RBD solo en hidróxido de aluminio… Con el polisacárido, con la VA-MENGOC-BC y con hidróxido de aluminio: por eso tienen tres vacunas: Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus.
Soberana 01
Vacuna basada en el antígeno RBD del nuevo coronavirus, producido a partir de células de mamíferos. La formulación, además, contiene antígenos de membrana del meningococo serotipo B, más hidróxido de aluminio como adyuvante.
Soberana 02
Vacuna de subunidades proteicas compuesta por proteína del RBD del SARS-CoV-2 producida por biotecnología en células CHO (derivadas de ovario de hámster chino), conjugada covalentemente al toxoide tetánico y absorbida en gel de hidróxido de aluminio.
Soberana Plus
Vacuna de subunidades proteicas compuesta por la proteína del RBD del SARS-CoV-2 producida por biotecnología en células CHO, expresada en forma dimérica y absorbida en gel de hidróxido de aluminio.
Abdala
Vacuna formulada a partir de la proteína RBD, producida de manera recombinante en células de levadura Pichia pastoris, con hidróxido de aluminio como adyuvante.
Mambisa
Vacuna basada en una fórmula que tiene la misma proteína RBD, producida de manera recombinante en células de levadura Pichia pastoris, más el antígeno de la nucleocápsida de la hepatitis B, para administración por la vía intranasal.
“La Soberana 02 contiene el RBD unido al toxoide tetánico. En esto se parece a la tecnología empleada para el Hib. ¿Qué ventaja tiene? Que un antígeno, que está covalentemente unido al toxoide tetánico, tiene la capacidad de despertar no solo una respuesta de tipo B, o sea, anticuerpos, sino también una respuesta de tipo T, citotóxica. Esas dos respuestas le confieren posibilidad de mayor nivel de eficacia.
“La Soberana Plus está compuesta por la proteína del dominio receptor (la RBD), expresada en forma dimérica, y absorbida en gel de hidróxido de aluminio. Aquí el RBD no es monomérico, es RBD-RBD, y no hay antígeno de meningococo ni toxoide tetánico. Es RBD dimérico en hidróxido de aluminio.
“Es una vacuna que va dirigida inicialmente a los convalecientes, o a una tercera dosis de otras vacunas. Es una idea de diseño que se introdujo en el desarrollo de la vacuna. ¿Por qué? Porque tiene que haber alternativas.
“Por diseño, esta vacuna debe ser menos reactogénica. Por ello, es la más apropiada para aplicarla a un convaleciente, pero también puede ser la más apropiada para ponerla a un niño, por su alta seguridad.
“¿Qué se puede lograr con ella? Un convaleciente no está totalmente protegido, a pesar de que tuvo la enfermedad. Existe la posibilidad de que pueda volver a infectarse, porque puede tener un nivel de anticuerpos bajo, pero creó algo, lo que en inmunología vendría a ser el prime… O sea, lo tocaron, y respondió. Pero no respondió bien, y por eso enfermó. Y, dependiendo del nivel de multiplicación que tuvo, le dio tiempo a hacer más o menos anticuerpos. Muchos no hicieron muchos anticuerpos.
“Ahí puede entrar la Soberana Plus, por su baja reactogenicidad. Este tema de los convalecientes y las alternativas para ellos interesa ya en el mundo desarrollado. La formulación Mambisa, promisoria por la generación de respuesta nasal, tiene propiedades que la hacen atractiva también para uso en convalecientes.
“¿Cuál es el otro objetivo que se puede lograr con Soberana Plus y Mambisa? Que un individuo se vacune con una primera dosis, luego con una segunda, pero si −y puede ocurrir− no desarrolla los niveles de anticuerpos que se buscan, sería necesaria una tercera, y esa puede ser la Soberana Plus o Mambisa. En ese sentido, se convierten en una fortaleza”.
“También es una alternativa, en el caso de extender la vacunación a menores de 18 o a mayores de 80.
“¿Qué otros elementos hay en esta estrategia? Mambisa tiene la proteína RBD del virus más el antígeno de la nucleocápsida de la hepatitis B. Ese antígeno de la nucleocápsida se empleó para hacer Nasvac, la vacuna que se elaboró en el CIGB para tratar a los individuos con hepatitis B crónica.
“Con Mambisa, el objetivo es una aplicación nasal que logre un nivel de respuesta sin necesidad de emplear una inyección, y que esa respuesta sea mucosal. Una respuesta mucosal tiene la ventaja de que se pudiera no solo evitar la enfermedad en el sujeto, sino incidir en la transmisibilidad del virus, porque, como se adquiere el virus a través de la mucosa, si la respuesta mucosal es muy alta, el virus llega a la mucosa y se queda ahí, se neutraliza y no se transmite. Estoy hay que demostrarlo en población, pero ya tiene un diseño dirigido a ese objetivo”.
El pasado lunes 5 de abril comenzó la aplicación de la segunda dosis de Soberana 02 y Abdala.
De acuerdo con el doctor Rolando Pérez Rodríguez, director de Ciencia e Innovación de BioCubafarma, el estudio de intervención autorizado en la capital con personal de la salud, trabajadores de BioCubaFarma y personal de riesgo, acumuló en una semana unos 47 266 sujetos que recibieron la primera dosis, lo que representa el 63.3 % del total de 74 665 voluntarios previstos para la primera etapa.
A finales de abril se iniciará la intervención poblacional con los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala, en la que se vacunará a 1.6 millones de personas en La Habana.
Actualización del proceso de vacunación en Cuba durante los ensayos clínicos en curso | Cubadebate
Con estas alternativas, podría decirse que también está cubierta la probabilidad de una reactivación porque decaiga la inmunidad con el tiempo.
−A estas alturas, la vacunación más alta que se ha logrado es la de Israel y los EAU, que ya están en 70% o más de cobertura. En Estados Unidos han aplicado unos 160 millones de dosis. En ningún país ha habido tiempo suficiente para comprobar tiempo de inmunidad. ¿Qué cosas pueden pasar, que es también parte de la estrategia cubana? Puede suceder que, al cabo de los seis meses, por ejemplo, decaigan los anticuerpos.
“Es una comprobación en tiempo real, aún no podemos decir cuánto durará la inmunidad, si decaen los anticuerpos, que es de las cosas que se podrían detectar en Cuba en el estudio de intervención, mucho mayor que el ensayo fase III, o al paso de los meses. El estudio de intervención permite estudiar poblaciones mayores y llegar a evidencias de efectos colaterales y de resultados de efectividad que no se pueden obtener en el fase III. Permite ir con mayor seguridad al proceso de vacunación masiva.
“¿Qué le pasó a AstraZeneca? Que estudió 30 000 individuos en el fase III y ahora, cuando se vacunan millones de individuos, aparecen efectos secundarios que no podían aparecer anteriormente, porque estaban fuera de la frecuencia. Cuando se hace la extensión con el estudio de intervención que se está haciendo en La Habana, que va a llegar a más de 1.5 millones de personas, podrá haber más información sobre grupos mayores a los que aún no se ha llegado.
“Entonces, regresando a lo que puede pasar, que caigan los anticuerpos: hay que volver a inocular a esas personas, y hacerlo con una preparación que responda a esas características en términos de seguridad y que realmente logre estimular la producción de anticuerpos. No sería un grave problema si hubiera que hacerlo en una parte de la población o en una población completa cada seis meses, o cada año, hasta que desaparezca la enfermedad. Ninguno de los preparados, los que tienen adenovirus (vector viral), mRNA o virus inactivados, son propicios para esto. Eso hace que la estrategia cubana tenga un elemento de novedad con respecto a otras estrategias, y es que está brindando una alternativa de vacunación ante la necesidad de volver a hacer uso del producto.
“Un factor que tiene a todos en el mundo muy nerviosos son las nuevas variantes del virus. Ante estas nuevas variantes, ¿cuál es la estrategia en el caso de Cuba? Si logramos un altísimo título de anticuerpos, aunque la respuesta lograda frente al mutante sea menor que la lograda frente a la cepa original o anterior, esta pudiera ser suficiente para lograr la neutralización”.
A la experiencia en el desarrollo de vacunas se unen el rigor y la fortaleza del sistema regulatorio de Cuba. Hay un Comité Centralizado Adjunto para la evaluación de los estudios clínicos de candidatos vacunales cubanos, cada uno de los ensayos ha sido aprobado e inspeccionado por el Cecmed, y eso sucede lo mismo en los sitios clínicos que en el sistema productivo. El registro público cubano de ensayos clínicos es un registro primario de la OMS.
La industria cubana tiene capacidad para producir millones de dosis mensuales de vacunas, con potencial para 100 000 bulbos multi y monodosis diarios. Foto: BioCubaFarma.
Seguridad y soberanía
Hasta hace unas semanas, al menos siete vacunas en tres plataformas tecnológicas han sido introducidas a nivel internacional, según la OMS. La organización señala que, al mismo tiempo, están en desarrollo otros 200 candidatos, 60 de ellos en desarrollo clínico.
De acuerdo con el seguidor de vacunas en tiempo real del New York Times, investigadores en varios países están probando actualmente 86 vacunas en ensayos clínicos en humanos, y 23 han alcanzado las fases finales de estudio. Al menos 77 candidatos están en investigación en animales.
Pocas vacunas han sido totalmente aprobadas, otras lo han sido para uso de emergencia, a veces de una u otra forma en naciones distintas, y no en todos los países o regiones.
A finales de la pasada semana, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, alertó sobre el desequilibrio en la distribución mundial de vacunas.
“Se han administrado más de 700 millones de dosis de vacunas (tanto primeras como primeras y segundas) en todo el mundo, pero más del 87% se han destinado a países de ingresos altos o medianos altos, mientras que los países de ingresos bajos han recibido solo el 0.2%”, dijo.
El mecanismo activado por la OMS para contribuir a la vacunación en los países de menos recursos, COVAX, planeaba distribuir 100 millones de dosis a finales de marzo, pero debido al reducido suministro solo ha podido distribuir 38 millones, informó. “La escasez de suministro está impulsando el nacionalismo y la diplomacia de las vacunas”, advirtió.
Según un análisis de AFP a finales de marzo, “la producción de vacunas contra el coronavirus está en manos de unas decenas de productores repartidos en el mundo”. Según esa agencia, en la práctica, los países que más dosis habían producido hasta entonces eran China (142 millones), Estados Unidos (103), Alemania y Bélgica (70) e India (42).
En Cuba, la industria biofarmacéutica tiene capacidad tecnológica disponible para producir millones de dosis mensuales de vacunas, con potencial para más de 100 000 bulbos diarios (multi y monodosis).
En una edición reciente del programa televisivo Mesa Redonda, el doctor Eulogio Pimentel Vázquez, vicepresidente de BioCubaFarma, aseguró que la estrategia productiva e industrial de Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus pasa por una ruta tecnológica que no interfiere con los candidatos Abdala y Mambisa. Son los cinco candidatos vacunales cubanos.
“Existe una estructura y diseño de producción de turnos de 24 horas consecutivos. Esto nos permite asegurar que para agosto habrá suficientes inventarios de dosis que permitan cumplir todo el programa diseñado”, dijo.
Semanas atrás, el director del Instituto Finlay, Vicente Vérez, informó a la prensa que solamente de Soberana 02 la capacidad es de 100 millones de dosis este año para satisfacer la demanda de Cuba y otros países. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Doctor Herrera, hay otra pregunta frecuente. ¿Por qué Cuba no importa vacunas?
−La respuesta tiene dos componentes. Un componente económico: si Cuba tuviera que vacunar a su población, si va a emplear una de las vacunas existentes hoy en el mercado, tendría que emplear (y comprar) más de 30 millones de dosis. Eso se multiplica por el precio de cada dosis en el mercado… Ese dinero, hoy, no está disponible.
“Sometido el país al bloqueo, en la actual situación financiera, hay que tomar en cuenta el escenario posible si esta enfermedad se prolongara y hubiera necesidad de reactivación: más vacunación y más millones de dosis.
“Hay países que están recibiendo lotes, pero a ritmos insuficientes que requerirán meses, o años en algunos casos… Hay muchos a los que no ha llegado, países pequeños o de ingresos bajos. El cumplimiento del programa diseñado por Cuba conduce a lograr una vacunación voluntaria total de la población en 2021, cosa que, a muchas naciones, en las condiciones actuales, les va a resultar imposible.
“Entre las mayores productoras están las compañías de Estados Unidos. Y ya hemos leído en las noticias sobre los desacuerdos entre países, incluidos los de la Unión Europea, por los suministros, y también de los atrasos en los suministros comprometidos por las compañías. Están los problemas con AstraZeneca, y ahí hay una evidente acción de mercado, porque lo que le están señalando es más exagerado de lo que ocurre.
“Hay muchos intereses en medio, y en medio de esos intereses iba a ser muy difícil para Cuba conseguir las dosis necesarias.
“Si no hubiéramos tenido la posibilidad de hacer un proyecto como el que se ha hecho, con varios candidatos vacunales, esa pregunta −¿por qué no importar vacunas?− tendría mucho sentido. Pero si teníamos, como tenemos, la posibilidad de hacerlo, buscar una vía propia era lo más viable para los objetivos de inmunizar a la población y, además, para disponer de una vacuna efectiva. Incluso, para el intercambio y la cooperación con otros países: de la región, africanos, asiáticos, y otros que se interesen.
“Te reitero, la estrategia cubana partió del momento en que llegaba el virus al país. Es una estrategia con la que se buscó seguridad y soberanía, sobre todo. Y cuando hablo de seguridad, hablo de una apuesta segura, con base en las posibilidades y en tecnología dominada”.
Pensando en lo que enfrenta AstraZeneca. Si se toma en cuenta el dominio y la experiencia de Cuba con las plataformas empleadas, esa posibilidad en el caso de las vacunas cubanas es lejana…
−Sí, por diseño y por las plataformas empleadas.
Con permiso de la exactitud y de los científicos, se pudiera hablar de que las vacunas cubanas, las plataformas empleadas, tienen ya varios años de pruebas… Son varias las vacunas en las que se han usado estas plataformas.
−Sí. En Cuba se emplearon para la hepatitis B y para el Haemophilus influenzae… Y últimamente el IFV ha trabajado en el neumococo, una vacuna también de subunidad y polisacárido.
Y el caso del tiomersal se resolverá con monodosis.
−Lo del tiomersal es menos complejo. Es un problema que surge por una cuestión logística. Cuando se hace una multidosis, hay que pinchar varias veces el tapón y entonces, para disminuir el riesgo de contaminación, se añade el tiomersal. En el caso de las monodosis no sucede esto, y no se añade el tiomersal.
“No es que Cuba logre un resultado de fase III en abril o mayo y entonces se ponga a montar una planta o a hacer un escalado productivo. Ya todo eso está, existe y funciona”. Foto: CNN.
Planta productiva y fortalezas
Doctor, hay un tema de dispersión tecnológica y productiva. Hay vacunas como la de Pfizer, que se fabrican y envasan en diferentes plantas en el mundo. Hace poco, esa compañía abrió una planta en Marburgo para incrementar la producción, pero envasa en Bélgica…
−Por capacidades productivas. No pueden invertir para hacerlo todo en un lugar, porque si se ponen a hacer eso, no pueden tener la vacuna a tiempo.
“Sobre esto que mencionas, la dispersión tecnológica y productiva… Es una tradición en la industria. Hay países en los que se produce ingrediente farmacéutico activo (IFA), se procesa y se convierte en producto final en una misma locación, o se lleva a otra entidad para ese proceso definitivo. Hay países que compran IFA y lo convierten en producto final. La etapa de producto final, en términos de valor, constituye generalmente entre 25 y 30% del valor total del producto. Por ejemplo, si produce localmente a partir del IFA adquirido, un país de menor capacidad de compra puede tener un producto final menos caro que si lo compra.
“Hay ventajas de ambos lados en un caso y otro. Y es tradicional en la industria químico-farmacéutica. Antes, los grandes productores de IFA eran Estados Unidos y Europa. Ahora han avanzado la India y China.
¿Podría suceder algo parecido en el caso de Cuba?
−En algún momento podría suceder que Cuba tenga mayor capacidad de generar IFA que producto final. Tendría sentido entonces que haga producción final en otros lugares. En entidades de países con los que haya acuerdos, o en plantas que tiene la industria cubana en el extranjero. Eso pudiera suceder, con países que tengan mayor capacidad de producto final que de IFA y necesiten el producto, en este caso, una vacuna.
¿Ha sido necesaria más inversión productiva en Cuba?
−Cuba ha hecho lo mismo que las compañías internacionales en cuanto a la COVID-19: utiliza instalaciones disponibles. Si fuera necesaria inversión, que puede ser que se requiera, serían inversiones a nivel de equipamiento o de capacidad… Pero el elemento básico de la instalación existe. Es posible que se pueda sustituir una máquina que da 10 000 dosis por hora por una de 20 000… Pero no tienes que ponerte ahora a construir la planta, esa ya está.
En medio de los ensayos clínicos (fase III de Soberana 02 y Abdala, fase II de Soberana Plus, por ejemplo) y los más amplios estudios de intervención… ¿Ha habido algún nivel de tensión en las plantas productivas?
−Cuando se diseña un ensayo fase III, se estima la cantidad de dosis de vacuna necesarias y, por supuesto, el fase III no comienza hasta que esas dosis no están producidas y hasta que esa vacuna no tiene evaluada la estabilidad que se requiere para hacer el proceso, porque cuando este arranca, no se puede interrumpir.
“Desde antes, la producción tiene que ir proyectándose no asociada al ensayo clínico y ya tiene que ir asegurando, por ejemplo, el estudio de intervención. No puedes preparar un estudio de intervención si no tienes en mano la vacuna que vas a emplear”.
Y está el escalado…
−El escalado es un elemento indispensable para lograr los niveles de vacuna necesarios, y debe ir asegurándose previamente al transcurso de las diferentes fases desde ensayos a aplicación masiva.
“No es lo mismo lo que ocurre en un frasco que en un fermentador de cinco litros, en otro de 100 o luego en uno de 500 litros, o en los tres metros cúbicos. En ese curso tienes que ir comprobando y demostrando que el producto que elaboras en cada uno de eso niveles corresponde a las especificaciones de calidad y de respuesta que fijaste para el producto.
“Es muy tenso, porque tampoco puedes violar las exigencias de buenas prácticas, pero la experiencia acumulada permite asegurar el éxito en estas operaciones”.
Se ha hablado mucho sobre la aplicación de las vacunas en edades pediátricas, y más específicamente en niños. He leído de ensayos en edades pediátricas de Moderna (+12), AstraZeneca (6-17), Sinovac (+3) y Pfizer/ BioNTec (12-15 y -12), por ejemplo… Ha habido especulación, rumores en torno a las vacunas cubanas y el programa cubano de vacunación, aun conociéndose los protocolos existentes, no solo en Cuba sino a nivel internacional, para los avances hacia ensayos en estas edades…
−En abril se inicia un ensayo clínico en poblaciones pediátricas, comprendidas entre cinco y 18 años (hasta ahora los ensayos han incluido a sujetos de 18 años en adelante), con las mejores formulaciones de los candidatos vacunales cubanos, o sea, con lo que se fue determinando en los estudios que son las mejores alternativas.
“Aquí no solo está la cuestión de los niños, sino la de los infantes, más compleja. Y está el otro grupo, mayores de 80 años, con muchos hipertensos, o con enfermedades crónicas no transmisibles… Ese sector no se incluye en los ensayos fase III, pero se va a estudiar para determinar la efectividad y el balance beneficio-riesgo en esas edades.
¿Ha habido intereses de otros países en adquirir vacunas cubanas? Se ha visto algún que otro asombro en medios de prensa internacional, entrevistas a expertos, pero no la especie de smear campaign que hubo con la Sputnik V, que, por cierto, ahora está autorizada en alrededor de 60 países.
Hasta ahora no ha ocurrido eso con las cubanas, me refiero a las campañas, pero no se puede descartar que ocurra.
Porque no son una presencia o alternativa en el mercado aún…
Sí. Hay muchos intereses económicos e incluso políticos en esto. En cuanto a intereses y cooperación con otros países, está clara la disposición de Cuba de, una vez completada la vacunación de la población cubana, ofrecer sus vacunas a los países que expresen interés, incluso con variantes alternativas de producción conjunta.
“Es bueno destacar lo que refiere en un reciente artículo la prestigiosa revista The Lancet, que, a pesar del repunte de casos positivos registrados en Cuba, el país está mucho mejor que la mayoría de las demás naciones de la región, y que el desarrollo de los candidatos vacunales cubanos anti-COVID-19 Soberana 01 y 02, Abdala y Mambisa constituye un motivo de orgullo nacional”.
¿Qué fortalezas ha empleado Cuba para llegar a este momento en que cuenta con cinco candidatos vacunales, incluidos dos en etapa final, que han llegado a estudios de intervención?
−Primeramente, Cuba cuenta con una plataforma tecnológica sólida para producir vacunas. No es algo que Cuba tenga que demostrar, está demostrado. Además, tiene una capacidad instalada y certificada importante para llegar a niveles de producción considerables, de cientos de millones de dosis anuales.
“No es que Cuba logre un resultado de fase III en abril o mayo y entonces se ponga a montar una planta o a hacer un escalado productivo. Ya todo eso está, existe y funciona. Esa capacidad productiva y ese escalado van por delante de los resultados de los estudios en curso. Cuando Cuba haga la demostración definitiva de sus productos, ya esos productos van a estar disponibles.
“Que Cuba pueda vacunar a su población casi absolutamente en poco tiempo, asegurar que no queden segmentos desprotegidos, como los convalecientes; que logre abarcar poblaciones de ancianos y bajar hasta poblaciones infantiles… Estamos hablando de más del 90% de la población. Con una vacuna efectiva, y generándose un nivel de inmunidad de rebaño, Cuba será capaz de controlar la enfermedad, y si es capaz de controlarla, puede entrar en una dinámica económica que en este momento no tiene, con impacto en uno de sus sectores principales, como es el turismo. Y no para lo que se ha llamado “turismo de vacunas”, sino por las posibilidades que brinda hoy ser un país (destino turístico, en el caso específico del turismo, y paraíso logístico en otras operaciones) con la enfermedad controlada. La repercusión es muy alta, sobre todo en el plano humanitario, pero también en el económico.
“Y hay algo importante en todo este proceso: la articulación con el sistema de salud y el hecho de que la población cubana tiene una posición muy receptiva y positiva respecto a la vacunación, algo que no sucede en otros países, donde incluso se manifiestan a veces reacciones que no responden a elementos racionales”.
“Vale recordar lo que señala el presidente Miguel Díaz-Canel en un artículo en Anales de la Academia de Ciencias de Cuba: hay una política de salud pública universal y gratuita. Cuba dedica más del 27% de su presupuesto a respaldar gastos de salud y asistencia social. Y una de las piezas más importantes de esa política es el sistema de atención primaria, que favorece el intercambio directo con la población y permite reaccionar rápidamente a cualquier evento”.
No son una exageración las cinco vacunas…
−No. Hay una lógica. Y las cinco no van dirigidas al mismo nicho ni situación epidemiológica. Cada una tiene su especificación de uso, sustentada por los ensayos realizados y en curso. El hecho de que existan y brinden alternativas, permite ir a la búsqueda de proyecciones ante necesidades o amenazas como pueden ser el número de dosis necesarias, las variantes del virus, o los nichos poblacionales por edades o por ciertas condiciones. Los estudios realizados han sido muy positivos en términos de seguridad, de títulos de anticuerpos y neutralización contra el virus.
En el plazo de un año o menos se han desarrollado cinco vacunas, técnicamente aún son candidatos vacunales o preparados vacunales. ¿Es algo que podría pasar por normal en un año cualquiera o representa un salto de avance en la industria biotecnológica cubana?
−Es un paso de avance. Cualquier resultado novedoso y competitivo a nivel internacional es un paso de avance. No hay dudas. Por capacidad científica, por, incluso, oportunidades comerciales. Y una de las cosas más sensibles en esta área es el costo. Las cubanas son vacunas que, por sus niveles de costo, podrían ser adquiridas por países más necesitados que no tienen poder de compra para los precios del mercado actual.
Tomado de Cubadebate
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