Desde que se graduó como ingeniero químico, en 1992, Roberto Rafael Núñez Moreira, comenzó a trabajar en el Instituto de Oceanología, en las ciencias del mar, enfocado en el desarrollo de biotecnología marina.
El hoy máster en máster en Microbiología (mención fermentación) y Doctor en Ciencias Biológicas, tomó un camino, la obtención de productos de interés para el hombre, a partir de los recursos del mar. “Entre las líneas de investigación que desarrollé y sobre la que crecí profesionalmente estuvo la búsqueda y la patente de varios bioproductos para eliminar la contaminación por hidrocarburos y petróleo en el medio marino, con un producto que hemos aplicado en cuba desde el 1992 y hasta el 2019 y que se ha dejado de aplicar en los últimos años, después de la covid, por la falta de recursos”.
En el ICIMAR, fruto de la fusión entre el Centro de Bioproductos Marinos y el Instituto de Oceanología, ha trabajado también en el desarrollo a partir de las plantas marinas y una pasta dental obtenida a partir de las investigaciones de un grupo multidisciplinario del instituto.
Según comentó, “estamos también desarrollando un producto a partir de plantas marinas para el cáncer en manos, en fase de investigación, todavía no está en una escala productiva, como parte de un proyecto internacional sobre la Thalassia”.
Al frente de ICIMAR, Núñez Moreira ha tenido que aprender sobre muchos ámbitos. “El instituto abarca las temáticas oceanográficas, las biológicas, no solamente la biotecnología, y la vida me ha llevado a tener que estudiar muchas cosas”. Lo ha podido hacer por dos soporte: uno, “la familia que ha apoyado durante estos casi 20 años que llevo en la dirección de institutos del mar”, primero el Centro de Bioproductos del Mar, luego, el Instituto de Oceanología y ahora, su continuidad.
Y otro, el equipo. Cuando cuenta sobre su vida y su experiencia en el centro, recuerda a ese grupo que le ha apoyado para que haya podido mantener la actividad investigativa, que es su esencia personal. “La función de cuadro es transitoria, pero siempre he tratado de mantener mi estatus de investigación y como profesor de la universidad”.
No haber tenido que renunciar es “gracias a una familia que apoya atrás y a un colectivo de que apoya muchas tareas, para que alcance el tiempo, que a veces no es de 24 horas, sino de 36, para poder cumplir las acciones”.
El instituto, indicó, es responsable de dos componentes de la Tarea Vida, la T-3, relacionada con las playas arenosas, y la T-6, enfocada en los arrecifes y eso “también lleva tiempo de estudio y tiempo de preparación que está fuera de mi especialidad”.
Cuando se lee el currículum de hay varios premios de la Academia de Ciencias, patentes, más de 70 publicaciones de revistas de diferentes impactos, más 90 presentaciones en eventos. Fue diputado a la Asamblea Nacional en el período 2013-2018 y tuvo el honor de representar a Cuba en el Parlatino y en el Parlamento Británico para llevar la ciencia cubana. En 2024, a los reconocimientos anteriores se sumó el Premio Nacional de Ciencias del Mar 2024, otorgado por el Comité Oceanográfico Nacional.
“Antes de que los presidentes aprobaran los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fueron los parlamentarios y estuve en ese grupo por Cuba, a discutir los ODS como país, como parlamentario, antes que el presidente Raúl Castro fuera aprobarlo. De cierta forma he participado en cosas que han sido trascendentales para la ciencia cubana en estos tiempos tan deprimidos económicamente, pero que seguimos un grupo de personas y vamos a seguir para que se salga adelante con los pocos recursos y seguir formando jóvenes que pase lo que pase”, comentó.
“Nosotros queremos que esto salga adelante, porque somos un archipiélago y el futuro del país está en el mar y hace mucho tiempo, cuando yo empezaba en esto, vi un que se conocía más de la luna y más del cosmos, que del mar. Es cierto que bucear, tirarse en el mar, lleva muchos recursos y mucho sacrificio. Hoy, no yo solamente, sino todos los que trabajan en la ciencia del mar, de todos los institutos no solamente el Acuario, el Centro de Investigaciones Marinas, se trabaja con mucho esfuerzo para tener los resultados y poder dar frente a lo que nos está pidiendo el país”.
Según dijo, “entre todas las instituciones nos apoyamos bastante, esto ha sido un logro en los últimos tiempos y eso ha permitido que muchos resultados hayan salido. Un ejemplo de ello, el bojeo: aparentemente fueron dieciocho personas montadas en el barco por un problema de recursos, pero participaron todos los centros, los centros de estudios ambientales que pertenecen a la Agencia de Medio Ambiente y muchos que ni se mencionan, porque hasta los gobiernos, la juventud y hasta los pioneros estuvieron involucrados”.
Llevar la ciencia a la gente
Una de las cosas que estamos tratando de llevar a esta ciencia no que se quede solamente en publicaciones científicas, sino que llegue a la población y por eso estamos desarrollando un proyecto que se llama de forma resumida Mi costa, Resiliencia costera en la zona del sur de Cuba.
Un componente fundamental, más allá de la recuperación y la adaptación ante el cambio climático, es crearles capacidades de adaptación a los pobladores de esos siete sitios de intervención del proyecto, para que ellos vean cómo ellos mismos pueden recuperarse, detectar sus problemas y que no tenga que venir un colonizador de La Habana o de la ciencia a decirles, sino ellos mismos, a partir de la formación de formadores, mediante la cual los especialistas forman a personas para que ellos sean los que den esas formaciones a los pobladores y aprendan a hacer sus mediciones.
“Estamos también instaurando un sistema de monitoreo comunitario: hay variables que tienen que hacerse en el laboratorio obligatoriamente, pero otras, sencillas, no tienen que ir a un laboratorio para determinarlas, por ejemplo, cómo sube el nivel del mar, con una regla, para que sienta que su zona es su vida y que no le estamos imponiendo ningún resultado a ningún precio, sino que vamos a trabajar de conjunto y que ellos son los que van a tener ese resultado.