Tres semanas después de partir del sur de Ciego de Ávila, la expedición a bordo del Oceans for Youth llegó a Jardines del Rey, donde hicieron públicas algunas de sus observaciones
Encontrar colonias saludables de especies de corales en peligro de extinción, medir la presencia de microplásticos que van de las aguas a los peces y de ellos al sistema digestivo humano, o estimar la abundancia de peces de importancia comercial en nuestras aguas son tres pruebas de que la expedición científica Bojeo a Cuba es, a no dudar, un hito para la ciencia cubana.
A la altura de la tercera semana (de siete en total) el equipo de 18 expertos, más la tripulación y sus colegas que acompañaron el proceso por tierra, llegaron al norte de Ciego de Ávila, donde ofrecieron información preliminar a la prensa y ciudadanía.
El Bojeo tiene dos grandes ejes de investigación: la salud de los ecosistemas de arrecifes coralinos, comandado por la DrC. Patricia González Díaz; y el monitoreo de cien especies de peces pequeños, medianos y grandes (dónde se incluyen tiburones y otros carnívoros), bajo la guía del DrC. Fabián Pina Amargós.
Sin embargo, ambos dejaron claro que la concepción de las investigaciones es multidisciplinaria, lo que significa que se estudian varios parámetros, e incluso otros que tributan a investigaciones de sus colegas en tierra firme, como los sedimentos en el fondo de arrecifes o la diversidad de especies de medusas.
La doctora Patricia González, especialista en bentos (organismos que viven en los fondos marinos), presentó a un equipo conformado por jóvenes y adultos ya experimentados, provenientes de muchas instituciones y centros científicos de todo el país.
Cuentan con especialistas en microbiología, oceanología, geografía, una experta en los sistemas socioeconómicos que se generan en torno al mar, investigadores del Centro de Estudios Marinos de la Universidad de La Habana, del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos, el Parque Nacional de Guanahacabibes, la Empresa Flora y Fauna, la Fundación Antonio Núñez Jiménez, entre otros. Además, les acompañan buzos de apoyo, que generan también fotografías hermosas e invaluables, y una tripulación de seis marineros, bajo el mando del experimentado capitán Eric Ballester.
El mérito científico del Bojeo radica en que se toman muestras de todo el país con la misma metodología, por los mismos observadores, y en tiempo reducido. Esto permite poder comparar entre unas regiones y otras con un menor margen de error.
En adición, la doctora Patricia González explicaba a Invasor que algunas zonas, como la región oriental, han sido menos exploradas por las ciencias marinas, en primer lugar por la dificultad de acceso, resuelta gracias a las prestaciones del Oceans for Youth; y luego porque “los científicos de estas provincias se han centrado más en las investigaciones en tierra, de las montañas, la botánica, las aves, etcétera”.
En el caso de los arrecifes, han comprobado los efectos del cambio climático y, específicamente, del aumento de temperaturas, con síntomas como el blanqueamiento de los corales, o el predominio de algas, que puede ser un indicador de falta de peces herbívoros, que regulen el ecosistema.
Sin embargo, han observado que son ecosistemas resilientes, con poca prevalencia de enfermedades y otros hallazgos de especies de gran tamaño, algunas en peligro de extinción y otras del tipo denominadas “ingenieras”, con un papel importantísimo en la recuperación de los arrecifes.
“Son más o menos resilientes en dependencia, también de la intervención antropogénica”, resaltaba Patricia. Hay que recordar que muchos de los sitios que han visitado coincide con zonas turísticas o pueblos pesqueros, lo que implica mayores niveles de basura, pedraplenes o caminos de piedra atravesando la plataforma, sobrepesca y otros factores sobre los que podrán trazarse nuevas políticas en función de los resultados. Sus informes, incluso, pueden derivar en la declaración de nuevas áreas protegidas.
A los estudios de arrecifes se une un tema novedosísimo, el muestreo de microplásticos en la columna de agua. Se trata de fragmentos de plástico menores de 5 milímetros de diámetro, aproximadamente, que se han observado ya dentro del cerebro de peces o el estómago de los corales, y que vuelve así a quienes los generan: el ser humano.
Es esto un problema ambiental tan novedoso que aún no se precisan sus efectos para la salud humana, pero los científicos cubanos tienen, con el Bojeo, un terreno recorrido ya en esta discusión de talla internacional.
El doctor Fabián Pina conduce, en paralelo, los sondeos sobre las poblaciones de peces en la plataforma marina cubana. Le acompañan una vasta experiencia adquirida aquí, en Ciego de Ávila, con exploraciones en las costas del Sur.
En el estudio de peces, monitorean la prevalencia de cien especies pequeñas, medianas y grandes. Estas últimas no son solo las de importancia comercial (pargo, mero y otras de consumo humano), sino también los grandes depredadores (tiburones y otros carnívoros) que tienen un papel regulador en el ecosistema.
Para atraer a los grandes ubican cámaras con carnadas en diferentes puntos de los sitios de inmersión, y en todo su trayecto desde Júcaro, por toda la costa oriental no observaron especies de tiburones hasta llegar a Santa Lucía, Nuevitas, Camagüey.
Estos resultados, acota Fabián, no son absolutos, sino relativos. La metodología que emplean permitirá hablar de mayor o menor abundancia de peces por regiones, no de ausencia o presencia de cada especie por localidades.
Pero, hasta ahora, han confirmado la evidencia científica de que los recursos pesqueros en Cuba se encuentran deteriorados, por efectos no solo de la sobrepesca, sino también ambientales. “Para determinar los volúmenes que se pueden pescar en cada lugar haría falta un estudio de poblaciones, más a profundidad, y no lo que estamos haciendo, que es más bien una gran fotografía”, acotaba. Pero es evidente que se precisan medidas de conservación, aquí como en muchos otros países de la región y del mundo.
¿Cómo es la travesía?
Los recursos humanos, materiales y el tiempo son administrados por los científicos de forma que sean metodológicamente válidos y, a la vez, eficientes. Así, navegan durante un día y trabajan el otro, en una jornada que implica sumergirse, tomar muestras, grabar y fotografiar, terminar casi en la noche y proceder, entonces, a ver los videos y procesar datos.
Omelio Borroto Leiseca, director de la productora de videos Naturaleza Secreta, contó a la prensa que en pequeños espacios conviven entonces un laboratorio en el que la microbióloga tiene que realizar experimentos, una lavadora que no para, y una computadora en la que el editor del equipo audiovisual tiene que trabajar de pie.
El Oceans for Youth es un barco de bandera boliviana, de explotación turística por la empresa Avalon Marlin, al sur de Ciego de Ávila, con capacidad para 24 personas, y con una autonomía de dos semanas al mar.
En ausencia del capitán, que no debió abandonar su embarcación, Fabián Pina dio detalles a la prensa acerca de las prestaciones de la embarcación, con 30 metros de eslora (de proa a popa) y dos metros de calado (de la línea de flotación a la quilla), lo que, para un barco de su tamaño le permite navegar en aguas bastante poco profundas.
Se encuentra hermetizado y sus 750 caballos de fuerza permiten navegar a un promedio de 10 nudos en su punto más eficiente, y cuenta, además, con potabilizadora de agua y generador de energía.
Para el día 12 de este mes, el equipo pretende haber llegado a La Habana, donde no solo podrán intercambiar, otra vez, con parte del pueblo y mostrarles también la embarcación, sino que pondrán al corriente de sus observaciones preliminares a las máximas autoridades del país.
Con ello, y también con el objetivo de la expedición, que es contribuir a programas de conservación, están demostrando que la ciencia no es un trabajo abstracto de profesores encerrados en aulas y laboratorios, sino que puede y debe ser quien trace los mapas de navegación para un país.
Tomado de Invasor
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