Desde hace unos años, la Tierra parece estar girando más rápido de lo que solía, hecho que se traduce generalmente en días más cortos. Tanto es así que la Tierra vivió el día más corto de su historia durante este verano: el pasado 29 de junio de 2022, el planeta giró de forma completa en 1.59 milisegundos menos de lo normal. Y este 26 de julio, la jornada duró 1.50 milisegundos menos, un récord más sorprendente y llamativo que el anterior.
Y es que, durante los últimos 40 días, los relojes atómicos que miden el ciclo de la rotación de la Tierra han registrado los días más cortos de los que se habían tenido noticia desde que iniciaron su trabajo en los años 60. No obstante, si esta tendencia es apreciada desde el punto de vista contrario, se ha podido vislumbrar que los giros se han ralentizado durante millones de años, a pesar de que fuese con un ritmo inconstante.
Explicación científica
“Eso se debe a la presencia de la Luna. Un cuerpo cercano, a través de su fuerza de atracción, se queda con una parte de la energía que la Tierra empleaba en rotar”, exhibe Antonio Rius, físico del CSIC, de manera contundente.
El desvío de 1.59 milisegundos sigue siendo tan diminuto que no cuestiona el convencionalismo del día, ni expresa ningún desorden cósmico significativo. La realidad no tiene ningún compromiso con todas aquellas idealizaciones que la humanidad ha construido progresivamente (horas, días, años…). Por este motivo, la Tierra siempre se ha desviado mínimamente del ‘compromiso’ de las 24 horas justas.
Esto se debe a que los polos bailan en ciclos de 433 días en círculos irregulares de entre tres y 15 metros de diámetro, gracias a una pauta que se conoce como “bamboleo de Chandler” y conocida desde 1891. La razón de esta oscilación, según un estudio del año 2000, se debe a “la presión fluctuante del fondo oceánico, provocada por los cambios en la temperatura y la salinidad, y por los cambios en la dirección de las corrientes oceánicas”.
Hipótesis y teorías
No obstante, hay otras teorías que extienden el conocimiento cierto del “bamboleo de Chandler”, como puede ser el deshielo de los glaciares, debido a que está variando el reparto de la masa por la superficie terrestre, desplazándola desde los polos hacia el centro, lo que determina la fluctuación.
Otra de las hipótesis más contrastadas hace referencia al núcleo interno del planeta, su centro sólido, que se desplaza por el núcleo externo, de sustancia líquida y altera la rotación. Por último, otra teoría se encuentra vinculada con los movimientos sísmicos que afectan al bamboleo de los polos. Es más, la tendencia actual a tener días breves se ha ligado con el terremoto del Océano índico de 2004.
“Hay una imagen que puede explicarlo: la de un patinador que da vueltas sobre sí mismo a una velocidad que aparentemente es constante pero que, en realidad, depende de que suba los brazos o los baje, de que se agache un poco o no. Si baja los brazos, gira más deprisa que si los levanta…”, asegura Rius.
Tomado de Cubadebate
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