Ante el aumento de enfermedades emergentes en el mundo, la ciencia aboga por poner la misma atención en materia sanitaria con respecto a humanos, animales y plantas
Aumentar la producción de alimentos y la cantidad por unidad de área –cuidando el medioambiente y utilizando productos que sean amigables con este– es un reto científico. En ese propósito desempeña un papel esencial la biotecnología agropecuaria, que permite, mediante el uso de organismos vivos (bioproductos) desarrollar, entre otros insumos, vacunas y fármacos.
Según explicó a Granma el doctor en Ciencias Mario Pablo Estrada García, director de Investigaciones Agropecuarias del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), donde se realiza gran parte de estas investigaciones, es indispensable utilizar la biotecnología agropecuaria enfocada en la producción de alimentos; pero también, ante el aumento de la aparición de enfermedades emergentes, hay que trabajar por una sola salud, es decir, la misma atención que se ofrece a los seres humanos proporcionársela a los animales, a las plantas y al medioambiente.
Desde la década de los 80, Cuba apuesta por el desarrollo de la biotecnología, lo que la ha situado como pionera en este campo, con avances reconocidos internacionalmente por organizaciones de Naciones Unidas y por las revistas más prestigiosas de las ciencias a escala mundial.
El concepto de nuestra biotecnología agropecuaria –precisó Estrada García– es conseguir productos que logren mayor sanidad, y alimentos para el país; y, además, que sean novedosos, para poderlos exportar, lo cual generaría ingresos para continuar su desarrollo.
LAS VACUNAS VETERINARIAS
«Toda la biotecnología agropecuaria que hacemos tiene una gran importancia en la sostenibilidad de la producción de alimentos. En ese sentido, hemos desarrollado, desde que comenzó el CIGB, vacunas veterinarias, con el concepto de disminuir el uso de químicos, antibióticos y proteger al ganado», dijo.
Un ejemplo es la vacuna Gavac para el control de la garrapata bovina, que disminuye hasta un 80 % el uso de químicos, pues este ectoparásito se controla, básicamente, con el uso de químicos que lo hacen cada vez más resistente y, además, contaminan el agua, la leche, el medioambiente y la carne, ejemplificó.
Hoy se exporta esa vacuna a varios países de Latinoamérica, con registro otorgado en México, Nicaragua, Panamá, Colombia, Venezuela y Brasil; y hay solicitud de registro en otras naciones del continente. «En Cuba también se utiliza y se ha demostrado, por años, un mejoramiento de las condiciones del ganado y una disminución de la transmisión de los hemoparásitos (por ejemplo, la babesia bovis)», subrayó el directivo.
Estrada García aclaró que en esa línea de investigación el CIGB trabaja en nuevas vacunas que puedan usarse no solo en el ganado bovino. «Hemos desarrollado una vacuna nueva que tiene patente otorgada prácticamente en casi todos los países, capaz de proteger contra diferentes tipos de garrapatas; ya estamos haciendo ensayos en caballos y perros», dijo.
Además, se desarrolló Porvac, contra la principal amenaza de salud que tienen los cerdos en Cuba: el virus de la peste porcina clásica.
Indicó el especialista que desde el año 2017 se vacuna con este inmunógeno a la masa porcina, aunque todavía no existe la capacidad para inmunizar a todos los cerdos en la Isla. Con ese fin, la dirección del país aprobó una inversión que se encuentra en ejecución, por lo que se espera que a partir de mediados del año próximo se puedan producir vacunas para toda la población de ese tipo de ganado.
Esta vacuna –agregó– se encuentra en la fase final de obtención del registro sanitario en Vietnam, y hay una solicitud de al menos medio millón de dosis para empezar a exportar en el segundo semestre de este año.
Hoy también se trabaja en una vacuna para los conejos. La masa de conejos en Cuba –argumentó– creció significativamente en los últimos años como opción municipal para producir carne; sin embargo, desde el año pasado nos afecta un terrible virus, considerado el ébola de los conejos.
Ante esa situación, el CIGB de Camagüey está terminando el desarrollo de una vacuna, Cunvac, que debe empezar los ensayos clínicos este verano. «Pensamos que debemos terminar el año con este fármaco al menos en fase final de registro, y con un permiso especial para empezar a vacunar a los conejos», consideró el directivo.
El CIGB desarrolló una vacuna contra los ectoparásitos que atacan los salmones, comentó, pues aunque en Cuba no hay salmones, varias empresas internacionales solicitaron su creación, basándose en la experiencia demostrada por el centro.
Ese inmunógeno único tiene patente mundial. Actualmente el CIGB mantiene un convenio con una importante empresa francesa, y despliega ensayos para su registro en países desarrollados como Noruega y Canadá, mientras que se espera comenzar los ensayos en Chile, que es uno de los países que más produce salmón en el mundo, añadió.
BIOTECNOLOGÍA APLICADA EN LA AGRICULTURA
La biotecnología agropecuaria trabaja también enfocada en el mejoramiento genético de los principales cultivos, sobre todo en aquellos que son fuente de importación para el país. «Por ejemplo, en los últimos años, según datos de la ONEI, Cuba importaba más de 500 millones de dólares anuales entre soya y maíz, que son la base del alimento de los animales monogástricos (aves, cerdos, peces, camarones); sin embargo, a partir de la crisis internacional, la pandemia y los conflictos geopolíticos, el precio de estos granos se disparó, por lo que es necesario producirlos en nuestro país», detalló Estrada García.
Con ese objetivo, el cigb ha desarrollado semillas mejoradas genéticamente, tanto de maíz como de soya, que aumentan la productividad en los campos significativamente. «El maíz amplía entre seis, ocho y diez veces más la productividad, porque desarrollamos la tecnología de maíz híbrido transgénico. Tiene una potencialidad de casi diez toneladas por hectárea, cuando la media en Cuba en los últimos 20 años era de media tonelada por hectárea», especificó el directivo.
Asimismo, se han creando las condiciones para desarrollar una nueva empresa que sea capaz de suministrar esta semilla biotecnológica de alta calidad para todo el país, acotó.
«Estas dos simientes de soya y de maíz transgénicos han mostrado en el campo una productividad comparable a la de los países que mejor las producen en América Latina, por lo que la Isla trabaja en crear la cadena de valor e irla estableciendo poco a poco», señaló.
El Director de Investigaciones Agropecuarias del CIGB declaró que en el trabajo con la caña de azúcar existen dos líneas de investigación: la primera busca el mejoramiento de una variedad que por años fue de muy alta productividad por hectárea (Jaronú 60-5), y que actualmente no se utiliza por su sensibilidad a los hongos, por lo que se trabaja para lograr que tenga una mayor resistencia a la enfermedad del carbón.
En segundo lugar, el cigb labora en el desarrollo, por biotecnología, de enzimas industriales para aumentar el valor asociado al azúcar. «Por ejemplo, tenemos una enzima industrial que transforma la sacarosa en un frutooligosacárido, o sea, una azúcar hipocalórica (es considerada fibra), por lo que no engorda, pero mantiene un alto porcentaje de capacidad para endulzar, igualmente», explicó.
Esta azúcar, que mejora la flora intestinal, no es fuente de energía para los parásitos, es beneficiosa para la salud y se le considera un alimento funcional, añadió el experto.
Comentó Estrada García que, actualmente, se trabaja con el Grupo Empresarial Azcuba en producirla para su uso nacional y para exportar.
Se estudian otras enzimas como la dextranasa, que se utiliza en el mejoramiento del proceso de producción de azúcar de la sacarosa, y de la calidad, y en otras enzimas industriales para la producción de licores ricos en fructuosa.
El CIGB también investiga opciones para combatir la enfermedad de la tristeza del cítrico y, a su vez, lleva a cabo otros proyectos para el desarrollo de nuevas moléculas destinadas a proteger las plantas, aumentar su productividad y que sean resistentes a las afectaciones abióticas como la sequía y la salinidad.
Tomado de Granma
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