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Criar corales para restaurar los arrecifes

El 8 de junio la humanidad conmemora el Día Mundial de los Océanos.

Antes de sumergirse en el agua, se dan las orientaciones para la seguridad y también de las actividades que realizarán en la jornada. Listos los tanques, las aletas y los equipos, los esperan los corales, esos que cuidan con recelo y extrema precaución, como parte de un proyecto para la restauración de arrecifes.

Las indicaciones las da Pedro Pablo Chevalier Monteagudo, jefe del Departamento de Biodiversidad del Acuario Nacional de Cuba y al frente del proyecto, un buzo experto que lleva años trabajando esta temática. De acuerdo con Chevalier, el acuario tiene una línea de investigación relacionada con el cultivo de corales para la restauración de arrecifes, un proyecto de continuidad, pues trabajan en este tema desde el 2016, tal vez un poco antes.

“¿En qué consiste, fundamentalmente, en utilizar el cultivo de corales en lo que se llama jardinería de corales,  como una herramienta para restaurar el arrecife como un ecosistema, una restauración ecológica del arrecife”, explicó.

La restauración es mucho más, incluye también la creación de áreas protegidas, las vedas,  la creación de conciencia y muchas cosas más. Pero, una parte de la restauración es la jardinería de corales, señaló.

Según dijo, han experimentado en las técnicas utilizadas en otros lugares para el cultivo y propagación de coral, así como la siembra de estos corales en los arrecifes bajo las condiciones de Cuba, en escenarios como el Parque Nacional Guanahacabibes y la zona costera del Acuario Nacional.

“En principio, es como una copia adaptada a este medio de lo que se hace para reforestar los bosques: se hacen viveros donde  se cultivan la las posturas y luego se siembran para recuperar esas poblaciones y ese ecosistema”, destaca.

En los corales, apunta,  se hace algo similar: se hacen viveros que pueden ser en el mar o en la tierra, donde se cultivan los corales por diferentes vías y luego se siembran en los arrecifes.

“Entonces estamos trabajando en un proyecto de continuidad en el litoral de La Habana y en el Parque Nacional Guanacahabibes, donde llevamos más tiempo y donde tenemos una granja en colaboración con el acuario de La Florida”, dijo.

Pero no se trata solo del acuario, otras instituciones también se insertan en esta experiencia, que al decir de sus protagonistas, es una oportunidad excepcional. Entre ellas están el Instituto de Ciencias del Mar, el  Centro Nacional de Áreas Protegidas, el Parque Guanahacabibes, el Centro de Investigaciones Pesqueras, algunas escuelas de buceo como la SSI y la ACUC.

Corales con ciencia

Según explica el ecólogo, los corales tienen dos formas fundamentales de reproducirse,  asexualmente, o sea por fragmentación, a partir de pedazos que se desprenden de forma natural por tormentas y por huracanes. Si logran fijarse al fondo, estos fragmentos crean nuevas colonias. “Esa es una de las vías que usamos,  aprovechamos para reproducirlos en nuestros viveros y después reproducirlos y sembrarlos en el arrecife”.

La otra vía es la sexual, donde interviene la fecundación: espermatozoides, óvulos y se crean nuevos individuos. “Estamos trabajando en estas dos vías. ¿Qué pasa? que mediante la asexual, por fragmentación, lo que se obtiene Con cada pedacito es un clon semejante a la colonia donante o colonia madre”.

Aunque este método tiene la ventaja de que permite tener muchos individuos en corto tiempo, tiene la desventaja de que todos son iguales, son clones, lo que reduce la diversidad de la siembra, lo que puede ser un riesgo. “Si esa colonia donante es susceptible a los cambios de temperatura, cuando venga un calentamiento súbito, podríamos  perder toda la siembra o toda la población”, alerta.

Sin embargo, dice, mediante la reproducción se logra que cada individuo es, genéticamente, un nuevo individuo. “Nos da mayor diversidad genética y mayor probabilidad de que ese  individuo  tenga una respuesta superior ante un evento o un cambio ambiental severo”.

Entonces, “estamos tratando de usar las dos técnicas y combinarlas, la reproducción sexual con la asexual: obtenemos nuevos genotipos mediante la reproducción sexual y después le aplicamos la reproducción asexual para propagar, crear clones de estos nuevos genotipos y obtener poblaciones más diversas”.

Las inmersiones evidencian avances. “Tenemos colonias que ya tienen alrededor de tres, cuatro, cinco años de sembradas  y tanto aquí como en Guanahacabibes y están en buenas condiciones. Los índices de mortalidad se han comportado entre lo que se considera óptimo a nivel regional y tenemos unas cuantas colonias tanto aquí como en Guanahacabibes que están llegando a adultas”.

Aunque trabajan fundamentalmente con tres especies, el año pasado reportaron desoves  para Cuba de alrededor de seis especies.  “Es importante saber en qué época desovan, en qué horario porque aunque tienen un rango, varía de un lugar a otro en el Caribe,  incluso dentro del mismo país”.

De acuerdo con el experto, resulta relevante “tener estos calendarios para saber cuándo vamos a colectar estos huevos. Generalmente, se hace de noche, son buceos  complicados, entonces hay que invertir recursos en ese tipo de colecta, por tanto estos estudios nos ayudan a saber con mayor precisión y exactitud a qué hora van a desovar, en qué momento van a desovar y nos ayudan entonces en este trabajo”, sostuvo.

Razón de ser

En el Caribe y en el mundo, argumenta Chevalier, los arrecifes están siendo muy afectados por los efectos del cambio climático, la acidificación del mar, la elevación de las temperaturas,  también por la acción del hombre: la contaminación, la sobrepesca, la sobreexplotación turística.

“Los arrecifes cubanos no escapan a estos efectos y nosotros llevamos muchos años trabajando en el Parque Nacional Guanahacabibes y el área protegida. El parque tiene como prioridades toda la parte de restauración y conservación de los arrecifes y es uno de los lugares que estamos trabajando de conjunto y aquí en el acuario también en La Habana.

Para llevar adelante proyectos como este, destacó,  “hay que hacer un estudio previo, no siempre la jardinería de coral es factible, porque si hay un lugar con mucha contaminación y los corales se mueren por la contaminación, no tiene sentido malgastar los recursos”, señaló.

De acuerdo con Chevalier, hay que hacer un manejo adaptativo: adaptarse a las condiciones del lugar, pues no se puede usar el mismo tipo de vivero ni las especies, porque no son las que las que predominan.

No es el del acuario el único proyecto que está desarrollando este tipo de trabajo, otras instituciones están dando pasos en este sentido. “En Matanzas, en  la zona de Playa Coral, la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna tiene un equipo de colegas muy buenos trabajando; en la Isla de la Juventud; en Jardines de la Reina,  la universidad incursiona este año en reproducción sexual, mientras en Villa Clara también un colega también está realizando algunos experimentos”, agregó.

Según el experto, la idea es colaborar entre todos, ayudarnos y dar los pasos y generalizar todos estos resultados científicos y después compartirlos con el resto de las áreas protegidas y las instituciones del país para que podamos recuperar de los arrecifes cubanos.

El equipo

Daniela Pérez Castillo, licenciada en Biología, del Departamento de Acuariología del Acuario Nacional de Cuba, es una de las integrantes  del equipo del proyecto. Desde que se graduó, en 2018, comenzó a trabajar en el acuario y se vinculó a la iniciativa “que tiene gran importancia debido a la degradación que han sufrido los arrecifes de coral a nivel mundial y del que nuestro país no está ajeno”.

Para Daniela, este “es el mejor equipo al que podría haberme integrado desde que me gradué. Bucear y trabajar la ciencia y la vida del mar es una de las cosas más bonitas que cualquiera puede  experimentar, una sensación de placer y de ver los resultados plasmados en el ecosistema es una cosa muy bonita”.

De acuerdo con la joven,  para quien formar parte de ese equipo ha sido espectacular, “se han visto los avances, los experimentos cada vez dan mejores resultados y tenemos muchas expectativas futuras”, entre ellos, el reporte para Cuba de los desoves de varias especies de corales.

Dany Hernández Gómez, del Equipo  SSI didáctica de buceo, aficionado al buceo y uno de los colaboradores del proyecto, ha participado en la siembra, el monitoreo y el desove. Para él, la parte ambiental es uno de los principios del buceo, pero esto “es otro tipo de buceo, de especialidad, de investigación científica”.

“Soy buzo recreativo y aparte de la conciencia que tenía con el medio ambiente, con esta experiencia he podido tocar el trabajo con las manos lo que  nos hace tener mucha más conciencia de lo que realmente es la vitalidad que tienen los arrecifes coralinos”, señaló.

“Es un proceso lento, pero se ven los resultados, se ven los cambios, se ve la repoblación que se está acometiendo”, dijo.

Química de profesión, del Instituto de Ciencias del Mar, Nayla Olavarrieta, se vinculó la iniciativa desde el año pasado, “aportando sobre todo en la parte de análisis de la calidad de agua, en función de ver las condiciones que tiene el agua para el crecimiento  adecuado de los corales”.

Sin embargo, decidieron incursionar en la siembra de los corales “para entender todo el proceso, desde el comienzo del desove hasta cómo los cultivan y luego los siembran,  para lograr aportar un poco más desde un mayor entendimiento: nos permite saber dónde podemos tomar mejor las muestras y obtener un análisis más completo y adecuado de la calidad del agua”.

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