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Cuba: abogan investigadores por conservación de suelos, agroecología y agroenergía

Cuba tiene potencialidades para el desarrollo de una agricultura resiliente al cambio climático.

Los doctores en Ciencias Gloria Martha Martin Alonso y Giraldo Jesús Martin Martin abogaron por manejo sostenible de los suelos, la agroecología y la agroenergía, en las Puertas Abiertas de Academia de Ciencias de Cuba (ACC) de febrero.

Con sede en el salón Paraninfo de la ACC, que cada mes acoge esta iniciativa para acercar la ciencia a las personas y permitirles intercambiar con científicas y científicos, Gloria Martha Martin Alonso, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA) señaló entre las causas por las que en el país   la producción nacional no cubre la demanda las malas prácticas de cuidado y conservación de la semilla, el incumplimiento de la disciplina tecnológica.

A su vez, incluyó en este registro  la no aplicación de la ciencia y la tecnología, la escasez de insumos y pocas iniciativas para su sustitución y el mal manejo de la fertilidad de los suelos y el suministro de nutrientes.

Tras definir qué es el suelo, cuáles son sus funciones y composición, la investigadora se refirió a conceptos como la fertilidad -capacidad para suministrar todos los nutrimentos esenciales de la planta en forma obtenible y en un equilibrio adecuado, libre de cualquier sustancia tóxica-, y  productividad –capacidad para producir cosechas-, que depende de la fertilidad, las buenas prácticas de administración, la disponibilidad de agua  y el clima adecuado.

Martin Alonso identificó igualmente las razones para implementar el manejo agroecológico del suelo, las formas de implementar el  manejo agroecológico del suelo y los recursos de un agrosistema.

Entre los requisitos de la agricultura ecológica, la investigadora del INCA enumeró reducir el uso de energías no renovables, emplear métodos de trabajo que restablezcan el equilibrio del agroecosistema, potenciar el reciclaje de la materia orgánica y los nutrimentos, maximizar las capacidades multiusos del agroecosistema, producir alimentos adaptados al entorno socioeconómico y natural y reducir costos y aumentar la eficiencia económica.

Por otra parte, destacó las ventajas del uso de energías renovables, evitar el estrés hídrico y el monocultivo para restablecer el equilibrio del agrosistema y la importancia de devolverle al suelo los nutrientes que estos aportan a los alimentos y recomendó el policultivo, los cultivos multipropósito, mantener el suelo cubierto de vegetación e integrar la agricultura y la ganadería.

Prácticas como el empleo de humus de lombriz, abonos verdes, labranza cero, compost, incorporación de residuos de cosecha y la utilización de fertilizantes y enmiendas minerales pueden potenciar el reciclaje de la materia orgánica y los nutrimentos, así como maximizar las capacidades multiusos del agroecosistema.

Para la estudiosa,  mantener (y en lo posible aumentar) la productividad de los cultivos demanda de concientizar a productores y decisores en la necesidad del cambio de mentalidad de manera que puedan satisfacerse las demandas de alimentos y materias primas, además de incrementar la calidad de los recursos del suelo y agua.

El académico titular de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, Giraldo Jesús Martin Martin, compartió una reflexión de 2019  de José Graziano da Silva, quien fuera director general de la Organización de Naciones Unidas para  la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde destaca que “tenemos que utilizar la biodiversidad de forma sostenible, para poder responder mejor a los crecientes desafíos del cambio climático y producir alimentos de una forma que no dañe a nuestro medio ambiente”.

Para Martin Martín se hace evidente la necesidad de desarrollar una nueva estrategia para avanzar hacia una agricultura más adecuada a las potencialidades y realidades de los ecosistemas; más endógena, ajustada a la realidad socio económica, técnico productiva y ambiental existente en cada localidad del país, una agricultura  resiliente al cambio climático, a lo cual puede contribuir la agroecología.

Al respecto, citó temas estratégicos para la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SSAN) relacionados con la agroecología, incluidos en la ley aprobada en 2022: disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos e insumos, garantizar la calidad e inocuidad y disminuir las pérdidas y desperdicios de alimentos, consolidar los sistemas alimentarios territoriales y movilizar sistemas educacionales, de la cultura y de comunicación y para fortalecer la Educación Nutricional.

Giraldo Martin se refirió a diferentes experiencias productivas en fincas donde aplican la agroecología con resultados alentadores, el beneficio de los sistemas silvopastoriles, así como las prácticas agroenergéticas, que desarrollan, mejoran y evalúan tecnologías e innovaciones para producir alimentos y a la vez generar energías, fundamentalmente de fuentes renovables, para contribuir a la eficiencia productiva y energética a partir del uso de los recursos localmente disponibles.

Entre las potencialidades del país para el desarrollo de una agricultura resiliente al cambio climático, incluyó la existencia de variedades de plantas y razas de animales de importancia económica, disponibilidad de tecnologías apropiadas para el manejo agronómico de cultivos y para el desarrollo de las FRE, así como la existencia de tecnologías para la alimentación y manejo animal y de bioproductos y programas para su producción y utilización en el control de plagas y enfermedades, la biofertilización de los cultivos y la salud animal.

Como retos, el académico ubicó perfeccionar los sistemas de enseñanza agropecuaria, las investigaciones y los procesos de innovación rural –un tema que consideró esencial-, lograr enfoque sistémico que permita el cierre de ciclos, encadenamientos productivos y circuitos cortos de comercialización, avanzar de forma significativa en el tratamiento de residuales para producir energías y fertilizantes y lograr productos y servicios de alta calidad destinados al consumo nacional y a la exportación para generar fondos financieros reinvertibles.

“A pesar de que tenemos casi 300 000 fincas en el país,  todavía no pasan de 1 000 las que tienen una verdadera práctica de la agroecología”, consideró y recalcó: “hay que tener una verdadera integración agricultura, ganadería y energía, eso va a permitir tener animales, tener cultivos, tener sistemas de producción de energía y sobre todo, tener hombres y mujeres felices en el campo”.

“Si nosotros no vamos hacia eso, no va a ser posible tener un sistema de vida sostenible, no solo en el campo, sino en nuestro país, como sociedad… no va a ser posible, porque la producción de alimentos es la base de todo, si no hay alimentos no hay vida”, enfatizó.

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