La vida les ha dado un ingenio particular. Cuando muchos se cruzan de brazos ante una rotura, ellos intentan buscar la solución para que los equipos no dejen de andar. Mas probablemente, algunos ni siquiera conozcan el valor de tanto empeño. Su labor es anónima, pero imprescindible.
Y es que los innovadores de la Empresa Agroindustrial de Granos Valle del Caonao, de Yaguajay, mantienen con vida disímiles aparatos que, de no ser por ellos, hace mucho que estuvieran tirados en un taller en completo desuso. Lo mismo en la Unidad de Servicios Técnicos Integrales, que en la Planta de Secado y Beneficio de Granos Eduardo Lamas, nacen la mayoría de las creaciones de la entidad.
En las manos de quienes impulsan la innovación en el centro hay mucha destreza y, en sus mentes, demasiados conocimientos. Quizás por ello, con una pieza de aquí y otra de allá logran reparar equipos sin necesidad de importar piezas de repuesto.
VOLUNTAD DE CREAR
Cuando Silverio Plasencia Sosa llegó en el año 1981 a la Empresa Agroindustrial de Granos Valle del Caonao, de inmediato se incorporó a las Brigadas Técnicas Juveniles. Desde ese entonces y hasta los días de hoy, no ha logrado divorciarse de la creación.
A esta labor se entrega en cuerpo y alma. No le importa el tiempo que tenga que estar detrás del torno puliendo hasta las piezas más insospechadas. Para este hombre de 63 años de edad, lo más importante es buscar soluciones.
“Siempre me ha gustado trabajar con lo difícil, y estar fajao con eso para resolver los problemas, porque muchas de las situaciones que se presentan, a veces no están en las manos de los operadores.
“He adaptado las cajas de velocidad al Zil 130, y al Gaz 53; los sellos de las turbinas de los tractores New Holand TT 4030 y Belarus. También se han hecho las fibras del cloche del sistema de corte de la cosechadora articulada Yumil 390 J, y los ejes de las ruedas de esta máquina.
“Se han embujado, con baquelita, los sinfines de la Yumil, y se han sustituido los rodamientos de su poleador, los cuales se han hecho con diferentes medidas”, destaca Silverio, quien atesora más de 30 años dentro de la Asociación de Innovadores y Racionalizadores de la empresa.
Aunque estos creadores trabajan en correspondencia con el banco de problemas de la entidad, siempre tienen asuntos pendientes en sus agendas. Ellos deciden la suerte de equipos e implementos agrícolas. Bien lo sabe Delfín Mejía García, otro de los innovadores de la empresa.
“Las innovaciones surgen a partir de las problemáticas que se presentan en el quehacer diario. Como parte de esa búsqueda de soluciones, trabajé en la fabricación de una máquina beneficiadora clasificadora de carbón, la cual fue necesaria para humanizar el trabajo de quienes se dedican a esta actividad.
“El mayor aporte de este aparato es que hace posible el beneficio del carbón para que la empresa cumpla el compromiso con la exportación del producto y, de esta forma, reciba la divisa para adquirir recursos necesarios para su sostenimiento económico, y el de sus trabajadores”, señala Mejía García, mientras repasa otra de sus creaciones.
APORTES CONCRETOS
A Nicolás Ibarrías Luna nadie tuvo que empujarlo hacia la innovación. Desde que se erigió la Planta de Secado y Beneficio de Granos se ha consagrado a encontrar variantes para diversificar el flujo tecnológico de la industria. Con sus inventivas ha logrado que la planta, más allá del frijol, beneficie otros tipos de granos.
Gracias a la creación de un bypass que facilita el enlace de un equipo a otro, la industria procesa hoy sorgo, maíz de rosita y criollo, así como soya. “Esta innovación, además de mantener el trabajo de la industria durante todo el año, posibilita un ahorro de energía que equivale a los 9 kilowatts por hora”, apunta quien, a sus 61 años de edad, no deja de abonar los sueños.
De su mente han nacido otras tan importantes como el diseño y construcción de un transportador de banda, que conduce los granos hasta una mesa de estiba y la conexión de un molino arrocero que muele, también, maíz, sorgo, mijo y soya, granos que se incluyen dentro del flujo de producción de la industria.
“Hoy estamos llamados a innovar. Detrás de cada una de mis inventivas hay un estudio científico, hay argumentos sólidos que avalan la creación. Todo lo que hago es por voluntad propia. Yo me entusiasmo solo. Siempre tengo mi cerebro en movimiento”, confiesa Ibarrías Luna.
El ímpetu de Nicolás lo comparten quienes apuestan por la innovación en la empresa. Quizás, muchos ni sepan que detrás de cada solución hay jornadas intensas de trabajo, hay mentes que no descansan hasta buscar lo imprescindible para reparar un equipo.
“Rescatamos materiales de otros equipos que no se usan y con ellos se hacen adaptaciones. Hay veces que hay que encasquillar y rellenar para hacer un eje. Por ejemplo, las mismas fibras del cloche de la cosechadora Yumil, las hago de las bandas de freno de los camiones Kamaz, y quedan perfectas, tanto, que se han pasado campañas enteras trabajando. Buscando por fuera hemos resuelto los problemas”, agrega Silverio Plasencia.
Dichos esfuerzos son admirables. Los aportes de los innovadores, además de solucionar problemáticas puntuales, revisten un efecto económico de 616 827.6 pesos en moneda nacional. Sin embargo, los resultados van más allá del plano económico. Lo confirma Lester Yoel Manso Blanco, especialista principal de Control Interno en la entidad.
“El mayor impacto de las innovaciones está en que resuelven determinadas situaciones de la empresa. Por otro lado, estas creaciones ayudan a diversificar las producciones, lo que se traduce en mayores ingresos para el centro. Eso sin contar que los equipos e implementos agrícolas están disponibles en todo momento”, asegura Lester.
Sin duda, la Empresa Agroindustrial de Granos Valle del Caonao, de Yaguajay, tiene de su lado una fuerza creadora digna de admirar. A estos hombres que impulsan la innovación, les sobra voluntad para trabajar. Lo que han logrado hasta hoy es fruto del compromiso y la consagración.
Tomado de Escambray
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