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Dos cuestiones esenciales para Cuba: Preservar y desarrollar el potencial humano y conectar la ciencia con la economía

El desarrollo de la biotecnología, su aporte económico y su integración con el sistema de salud son, por mucho, el ejemplo emblemático, pero no el único, del potencial científico de Cuba. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

En cada detalle, cada avance y cada desafío en nuestra vida como seres individuales y como especie, la ciencia y la tecnología están actualmente más presentes que nunca antes en la historia. Los saltos son mayores, y los cambios, más acelerados. La ciencia y la cultura científica, la innovación, son hoy, más que de una élite, asunto de toda la sociedad, claves para situarnos en el mundo y comprender dónde estamos y hacia dónde vamos.

De lo microscópico a lo macro, de lo lejano más allá de la frontera terrestre a lo cercano y más cotidiano y aparentemente insignificante y hasta nuestro interior; de lo objetivo y palpable, lo físico, lo químico, lo biológico, a lo subjetivo, la psiquis, las ideas y modos de hacer; de lo imprescindible a lo que, incluso, muchos consideran superfluo…

De la agricultura, la medicina y la calidad de vida, la energía y la movilidad al entretenimiento, el aprendizaje, el empleo y las relaciones humanas, la comunicación, la economía y la política (porque es imprescindible en política gestionar muy al tanto de y empleando las herramientas y oportunidades que ofrece la ciencia). Y algo que lo engloba todo: la sostenibilidad, la conservación de la (nuestra) naturaleza para asegurar el futuro de la humanidad en un momento de graves riesgos para su supervivencia.

Nos vamos familiarizando, o descubriendo a diario en nuestro móvil de millones de transistores en su pequeño procesador (en cuya tecnología, de paso, se expresan fenómenos, estructuras, escalas o ramas de la física como la cuántica, la miniaturización, la nanotecnología y los nanosistemas) términos como cuarta revolución industrial, sistemas ciberfísicos, biónica, edición genética, geoingeniería, exoplanetas, código cerebral, inteligencia artificial, metaverso, realidad aumentada, internet de las cosas y bots conversacionales que pudieran convertirse en nuestros asistentes…

Es una revolución científica y tecnológica que avanza aceleradamente en todos los frentes de la existencia humana y cambia los modos en que vivimos, producimos, nos relacionamos, consumimos, nos alimentamos, trabajamos y asimilamos la realidad… En parte importante, mira a las necesidades más acuciantes de la humanidad (desde alimentación y medioambiente a virus y enfermedades crónicas y emergentes, incluidos los ODS de la ONU).

Pero hay otra parte en la que surgen debates y alertas relacionados con la ética (edición genética, IA, privatización de la ciencia y ciencia cerrada frente a ciencia abierta y colaborativa como patrimonio de la humanidad, militarización de la ciencia y la tecnología), en la que los intereses de grupos de poder y políticos, los rejuegos geopolíticos y la competencia por mercados y ganancias condicionan la investigación y elitizan la aplicación de los resultados de la ciencia, perpetuando esquemas de desigualdad y exclusión.

Y uno de los retos de la ciencia es hoy, precisamente, llegar más rápido a su concreción en beneficios para todos, con equidad e inclusión y como un derecho humano, en los frentes donde más lo necesita la humanidad.

Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.

Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas… (Artículo 27, Declaración Universal de los Derechos Humanos)

Es un sector para el que se requieren fuerte inversión pública continua, fortalezas constantes en el sistema educativo desde el nivel básico hasta lo informal y en redes de investigación, alianzas y colaboración, estructuras que dinamicen la puesta en práctica de resultados e innovación y una ética que acerque a los científicos a las soluciones de los problemas contemporáneos de la sociedad.

En ese contexto, Cuba ha desarrollado en las últimas décadas un sistema de investigación, desarrollo y producción de ciencia y tecnología enfocado en las necesidades socioeconómicas, a pesar de situaciones adversas y una economía de país subdesarrollado.

Sobre estos temas, a propósito del Día de la Ciencia Cubana, conversamos con Carlos Rodríguez Castellanos, doctor en Ciencias Físicas, profesor de mérito de la Universidad de La Habana, académico de mérito y vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba.

Doctor, el contexto científico está cada vez más presente en la vida humana, se ha hecho más cotidiano tanto en noticias como en presencia concreta en lo que usamos (de la comunicación y lo doméstico al deporte, medicina, educación, oficina, cultura…), consumimos, vemos, pensamos. Se ha hecho tan parte de lo cotidiano, que para nosotros muy frecuentemente pasa desapercibido el real peso de lo tecnológico en nuestra vida.

Tenemos más conocimiento del mundo y de nosotros, la ciencia aporta cada día más soluciones y respuestas, pero, a la vez, en una compleja situación mundial, como ciudadanos sentimos mayor incertidumbre (“permacrisis” fue la palabra del año 2022 para el diccionario Collins, pero ya se hablaba de “pancrisis”) y la noción de que son mayores los desafíos.

¿Cómo influye este escenario en los objetivos de la ciencia y en el trabajo de los científicos?

–La ciencia es universal en sus métodos y en la validez del conocimiento que crea. Sin embargo, de un país a otro varía mucho la forma en que esa ciencia universal se produce y se conecta con el resto de la sociedad, especialmente con la economía. Las actividades científicas son actividades sociales y están, en gran medida, determinadas por los contextos en que se desarrollan.

“En el mundo profundamente desigual en que vivimos, los escenarios nacionales para la ciencia son muy diversos. Hay diferentes capacidades, tanto de producir como de aplicar los conocimientos científicos; diferente disponibilidad de recursos humanos y materiales para la investigación científica; diferentes necesidades sociales e intereses dominantes, lo cual determina en cada país una agenda científica específica, con diferentes objetivos y prioridades para asignar los recursos disponibles.

“El contexto global está cambiando muy rápidamente, y eso influye sobre todos, aunque no de la misma manera. El mundo unipolar que emergió hace 30 años se fragmenta en bloques que compiten por la hegemonía. La pandemia, que aún no desaparece, ha producido una crisis global, de la cual los países se recuperan de forma lenta y desigual. El cambio climático amenaza con convertirse en una catástrofe para nuestro planeta y reclama con urgencia una ya muy demorada transición energética que detenga el calentamiento global.

“También se producen cambios importantes a escala regional y local. Al mismo tiempo, somos testigos de la cuarta revolución industrial, también llamada industria 4.0, generada por el acelerado avance de las tecnologías de la información y su penetración en todos los campos de la actividad humana, que ofrece nuevas oportunidades para el progreso y también amenazas de crecientes desigualdades.

“En ese escenario, complejo y desigual, vivimos y trabajamos todos, incluidos los científicos. Y su impacto, que no es el mismo en todas partes, no solo influye, sino que, en buena medida, determina los objetivos de la ciencia y la actuación de los científicos a escala nacional y local.

“La idea de la ciencia como una empresa global, en la que participan libremente ciudadanos del mundo movidos por la curiosidad científica, es una quimera que muy poco tiene que ver con la realidad. Los científicos son seres sociales, necesariamente vinculados a las condiciones en que viven y trabajan”.

En la línea de “permacrisis” o “pancrisis”, de mayores requerimientos que plantea el mundo actual, de contradicción entre un cúmulo de conocimiento y tecnología sin precedentes y la permanencia de problemas como la desigualdad en el acceso a servicios básicos, alimentos, desarrollo y bienestar, ¿cuáles son o debieran ser las prioridades o líneas principales en la actividad científica si se toman en cuenta las necesidades de la humanidad?

–La ciencia debería tener una prioridad absoluta: contribuir a evitar el peligro de que la humanidad desaparezca producto de las guerras, de la destrucción del medioambiente y de las profundas desigualdades que la desgarran.

“Hay prioridades bien estudiadas y definidas en los objetivos del desarrollo sostenible (ODS) de la agenda 2030 que promueve la ONU. Globalmente, sobran los recursos, los conocimientos y las tecnologías para cumplirlos, pero el acceso a los mismos es muy desigual y se requiere una transferencia efectiva desde los países ricos a los pobres.

“Sin embargo, hoy predominan esencialmente los intereses de preservación de privilegios y dominación, las transferencias necesarias no ocurren y lo más probable es que los ODS-2030 no se cumplan. La mala distribución de las vacunas contra la covid-19, la resistencia a la transición energética hacia las fuentes renovables de energía, la competencia por el dominio del espacio extraterrestre y la nueva carrera armamentista son solo tristes ejemplos del predominio del egoísmo y el hegemonismo sobre los intereses vitales de la humanidad”.

La multiplicación de canales de información y comunicación y el auge de las redes sociales digitales han generado, paradójicamente, un auge de fenómenos como la infodemia, la desinformación y los bulos (desde noticias poco fiables hasta maliciosas y falsas), que afectan la toma de decisiones de los ciudadanos y sus nociones sobre la realidad, incluidas no pocas cuestiones relacionadas con la ciencia.

¿Puede considerarse el de la comunicación uno de los retos que afrontan hoy los científicos? ¿Cómo enfrentar desde la ciencia estas tendencias?

–La información es hoy en día un reto para todas las personas, incluidos los científicos. El acceso a una información de calidad, concepto que habría que definir correctamente, debería tratarse como un derecho humano.

“En este momento apenas contamos con la cultura y la educación del espíritu crítico para protegernos de estos flagelos que mencionas, pero creo que hace falta más. Además, el ‘orden informativo’ es muy injusto: tenemos diferentes oportunidades de participación en los canales de comunicación y de acceso a la información.

“Necesitamos reglas de convivencia y gobernanza democrática (no de censura) en este ámbito. Quizás las ciencias, sobre todo las sociales, puedan contribuir a crearlas y a generar consensos en torno a ellas. De nuevo, el problema no es puramente científico, pero la ciencia puede ayudar”.

Ciencias naturales y, dentro de estas, las de la materia; ciencias de la vida, ciencias humanas y sociales… Hoy son cada vez más presentes términos como interdisciplinariedad y trabajo en equipo, se llegan a difuminar las fronteras entre las ciencias. ¿Cómo se da hoy la interacción entre científicos de las ciencias naturales o de la materia y de las ciencias humanas y sociales?

–Los conocimientos son herramientas que se utilizan para resolver un problema. El carácter disciplinario o multidisciplinario del trabajo científico depende de la naturaleza del problema a resolver y de las herramientas que se necesiten para hacerlo.

“La tendencia dominante de la ciencia durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX fue el abordaje de problemas internos a las disciplinas que fueron surgiendo, y cuya solución era necesaria para el avance y consolidación de las mismas. O sea, utilizar los conocimientos existentes para obtener nuevos conocimientos de la misma disciplina.

“Eso generalmente supone una simplificación o idealización de los problemas, para mantenerlos dentro de los límites de una disciplina. Ese tipo de investigación es importante y seguirá existiendo, pero en la medida en que se abordan situaciones más complejas, nos movemos hacia las fronteras entre dos o más disciplinas. En definitiva, las disciplinas son una creación humana, la realidad es multidisciplinaria.

“En la segunda mitad del siglo XX, la penetración de los conocimientos y métodos de unas ciencias en otras, en particular de las ciencias básicas en las ingenierías, las ciencias de la vida y la medicina, fue un acelerador del progreso científico y tecnológico. Este proceso ocurre hoy en nuevos campos esencialmente multidisciplinarios como las nanotecnologías, la nueva biología, la inteligencia artificial, la información cuántica, etc. No desaparecen las disciplinas, sino que la actividad científica se concentra en áreas de frontera donde convergen diferentes disciplinas.

“Cuando se trata de aplicar la ciencia a la solución de problemas reales, cuando se trata de innovación, casi siempre hay que resolver problemas que se salen del marco de cualquier disciplina y se necesita el concurso de varias. Como regla, los cambios tecnológicos requieren cambios de la actitud de las personas, de su capacitación, sus costumbres; plantean cuestiones éticas, legales y, sobre todo, económicas.

“Es imprescindible el concurso de las ciencias sociales. Piénsese, por ejemplo, en la introducción de semillas genéticamente modificadas en la agricultura. O en la creación de una red energética local basada en el uso de las fuentes renovables de energía disponibles en una comunidad.

“Hay muchas experiencias que muestran cómo una innovación tecnológica, potencialmente beneficiosa, ha fracasado o resultado contraproducente por no acompañarse de un estudio de los factores económicos y sociales relevantes y de la preparación adecuada de las personas que estarán involucradas en los cambios. La innovación es una mezcla de tecnología, economía y sociología.

“Por otra parte, las ciencias sociales, que estudian problemas de la mayor complejidad y donde predominan los métodos cualitativos, se benefician de forma creciente del empleo de métodos cuantitativos surgidos en las ciencias básicas y las ingenierías, sobre todo con el desarrollo de la computación y la emergencia de la ciencia de datos y de la inteligencia artificial.

“Esto generalmente requiere el trabajo conjunto de especialistas de diversas disciplinas, acostumbrados a operar con herramientas diferentes. Por ello encuentra oposición en ocasiones, pero cuando se logra, revela aspectos de la realidad que parecían invisibles con los métodos tradicionales.

“En nuestro país, donde la ciencia está fuertemente orientada hacia la innovación, hay tradición y muy buenos ejemplos de trabajo multidisciplinario, pero estamos lejos de utilizar a plena capacidad el potencial existente. En las universidades, por ejemplo, las estructuras docentes están organizadas por disciplinas y carreras, lo que crea barreras administrativas y culturales que dificultan la cooperación entre ellas. Cuando logramos vencerlas, y hay muchos buenos ejemplos, se manifiesta todo el potencial científico disponible y se alcanzan resultados más completos, de mayor impacto.

“Hay que decir que trabajar con especialistas de disciplinas diferentes a la propia no siempre es fácil, hay que aprender a entenderse y a respetarse mutuamente. Estas capacidades habría que desarrollarlas más desde las etapas de formación. Son parte de lo que hoy se denomina ‘habilidades suaves’ de los profesionales (del inglés soft skills), que deben complementar a las ‘habilidades duras’ relacionadas con el dominio de una especialidad”.

Cuba ha desarrollado una tradición y una red científicas aun siendo un país subdesarrollado, con una economía afectada por problemas estructurales y factores externos, con los retos que impone el cambio climático, una dinámica demográfica negativa y déficits en la producción de alimentos y en otros sectores claves.

¿Cuál es el potencial de la ciencia para contribuir al desarrollo social y económico de la nación? ¿Qué factores, financieros y de otro tipo, afronta hoy la ciencia cubana para desplegar plenamente ese potencial y que sus resultados se conviertan en innovación?

–A lo largo de más de seis décadas Cuba ha construido un potencial científico organizado, con profundas raíces en la cultura nacional y muy comprometido, desde su nacimiento, con el progreso de la nación. Esto es una incuestionable fortaleza, que ha demostrado su capacidad de resolver importantes problemas y contribuir al desarrollo del país, ganándose la confianza de todo el pueblo y sus autoridades.

“El desarrollo de la biotecnología, su aporte económico y su integración con el sistema de salud son, por mucho, el ejemplo emblemático, pero no el único. Su papel determinante en el enfrentamiento a la covid-19 es una página gloriosa de la ciencia cubana. La emergencia de un ‘sistema de gobierno basado en la ciencia y la innovación’ sistematiza y da continuidad a experiencias previas, surgidas del liderazgo de Fidel.

“Por otra parte, en las condiciones de Cuba, que tú mencionas en la pregunta, y en las del mundo en que vivimos, no parece haber para nosotros otra vía de preservar nuestra soberanía y garantizar el progreso con justicia social que el empleo intensivo de la ciencia y la tecnología en todas las esferas de actividad y a todas las escalas (internacional, nacional y local).

“Para Cuba es esencial alcanzar la soberanía en algunos sectores básicos como la alimentación y la energía, y reinsertarse en la economía global con productos y servicios competitivos, de alto valor agregado. Eso solo será posible combinando inteligentemente los recursos de que disponemos con nuestras capacidades de ciencia e innovación.

“Sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestro potencial científico también ha sufrido el impacto de la insuficiente inversión en las últimas tres décadas. Un informe de la Academia de Ciencias de Cuba de hace 10 años calificaba nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación como ‘pequeño y débilmente conectado’. Me parece que en los últimos 10 años se ha avanzado en las conexiones internas ciencia-empresas y ciencia-Gobierno, pero en términos de recursos humanos y materiales para la ciencia y la tecnología no se ha logrado revertir las tendencias negativas.

“Es necesario aumentar la velocidad de las transformaciones previstas, especialmente en el sector empresarial, y desplegar nuevas formas de fomento del potencial científico. Hay dos asuntos esenciales: la preservación y desarrollo del potencial humano y la conexión de la ciencia con la economía, que es lo que puede generar recursos para impulsar todo lo demás.

“Al mismo tiempo, necesitamos una estrategia de ciencia e innovación que nos ayude a concentrar los esfuerzos en la solución de los problemas cardinales, con integralidad y objetivos a corto, mediano y largo plazos”.

Un mundo más tecnologizado y donde la ciencia influye cada día más en la economía de países, en el enfrentamiento a retos que tienen que ver con la supervivencia de la humanidad y en cada aspecto de la vida de las personas, implica indudablemente la necesidad de ciudadanos más informados.

¿Qué retos plantea esa necesidad en la educación continua desde la infancia? ¿Cómo concibe la educación para la ciencia desde edades tempranas en un país como Cuba?

–La educación humanista, patriótica y científica, masiva y de calidad, es la base de todo. Y la educación dura toda la vida, aunque cumple diferentes funciones en diferentes etapas.

“En relación con la educación científica en las edades tempranas, más que trasmitir información, lo importante es generar amor por el estudio y el conocimiento, enseñar a pensar, a razonar correctamente, a buscar y valorar las evidencias. Sobre esta base sólida se construyen en etapas posteriores los conocimientos específicos y se educa a un ciudadano que continuará aprendiendo toda su vida, desarrollará un pensamiento crítico y será un ávido receptor de la información científica y tecnológica que reciba por todos los medios.

“En la educación científica, desde las edades tempranas hasta el ciclo básico de las carreras universitarias, la enseñanza de las ciencias básicas, especialmente de la Matemática, juega un papel fundamental. Nos encontramos en el Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible, proclamado por la ONU. Esta iniciativa enfatiza en la importancia estratégica de la conexión de las ciencias básicas con todas las demás ramas de la ciencia y la tecnología y en su repercusión, directa e indirecta, sobre los objetivos del desarrollo sostenible.

“Es una buena ocasión para revisar el estado de las ciencias básicas en nuestra educación a todos los niveles, que se ha debilitado bastante en los últimos años, y emprender iniciativas para su fortalecimiento”.

Tomado de Cubadebate

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