EnglishSpanish

El día en que la Toxicología y el Centro de Bioactivos Químicos se unieron en el Polo Científico villaclareño

La Dra. María de los Ángeles Bofill Cárdenas es fundadora de la entonces Facultad de Medicina, adscrita a la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

La Dra.  María de los Ángeles Bofill Cárdenas revive con orgullo  el privilegio de ser parte de una historia próxima a cumplir 32 años. Repasa cada detalle de cuando comenzó en el Polo Científico Productivo (PCP) de Villa Clara con su trabajo vinculado al Centro de Bioactivos Químicos (CBQ).

«En aquel momento era conocido como Gabifú, un grupo de investigación de derivados del furano como compuesto químico. Fidel quería desarrollar la industria farmacéutica en el país con la creación  de tres PCP. El único que existía era el del oeste habanero, luego se creó otro en Santiago de Cuba, y el tercero fue el villaclareño.

«Cuando se procedió al análisis en el territorio, ejercía como vicerrectora de Investigaciones en la hoy Universidad Médica, y el Dr. Juan Carrizo Estévez era el rector. Él era histólogo, le gustaba mucho investigar y apoyó con los recursos materiales necesarios y sus ideas científicas».

—¿Cómo se inserta usted en este propósito?

—Fidel pensaba en un camino que permitiría pleno desarrollo. El Dr. Nilo Castañedo Cancio tenía su centro de producción sintética a partir de un bioactivo muy eficaz sobre bacterias y hongos, cuya denominación original fue el G-1, que toma el nombre por Ramón Goizueta Domínguez, un estudiante que hizo su trabajo de diploma basado en el tema y logró la síntesis del producto. Por entonces no hablábamos de dermofural, sino de G-1.

—Fidel preguntó lo que hacía falta para completar la estrategia del CBQ y le dicen que el análisis toxicológico.

—Ahí es cuando me sumo. Antes había realizado otros proyectos y en mi centro ejecutaba estudios de defectos biológicos in vitro con animales en un bioterio sin las mejores condiciones, y Nilo me comentó que deseaba ver cómo era la degradación del G-1 a nivel de sangre humana.

«Ejercí la Bioquímica cuando se creó la escuela de Medicina en 1973, pero tenía muchas relaciones de trabajo con el CBQ, junto a Nilo, el ya desaparecido Dr. Eduardo Primelles y el propio Goizueta».

—¿Recuerda los primeros resultados?

—Hicimos ese estudio in vitro y lo vimos ante un producto muy activo para evitar efectos secundarios, por lo que la prueba toxicológica era de suma importancia.

«Teníamos que practicar esta ciencia apoyándonos en las regulaciones establecidas en cuanto a factores higiénico-sanitarios, entre otras. La rigurosidad exigía poseer un clima centralizado y, por tanto, las construcciones del espacio reclamaban ser adaptadas.

«Vino un especialista de La Habana y diseñó lo que debíamos hacer para adecuar ese bioterio a un centro de toxicología que reuniera las características requeridas, a fin de que las investigaciones tuvieran la validez científica y se pudiera registrar un producto.  

«Se cumplieron todas las exigencias. El bioterio contaba con una perrera, un sitio para la cría de carneros, conejos de experimentación, pero en la actualidad, prácticamente, ha languidecido».

—¿Surgió, entonces, el Centro de Toxicología?

—Con el entusiasmo de Nilo, y el impulso de Carrizo y de otros compañeros se pusieron los recursos en pleno período especial y se transformó el bioterio en un Centro de Toxicología, quizás no del primer mundo, pero dotado de las mínimas condiciones.

«Allí se hizo la toxicología crónica del G-1, la primera realizada. También, los estudios correspondientes a la Melagenina Plus, medicamento cubano para el tratamiento del vitiligo, a la vez que procedimos al estudio subcrónico del ozono rectal, que se utiliza en la ozonoterapia.

«Teníamos los recursos, el pienso necesario, los animales óptimos transportados con todas las condiciones certificadas desde el Centro Nacional para la Producción de Animales (Cenpalab), una institución científica productiva que aborda, de manera integral, la ciencia de los animales de laboratorio.

«La Unidad de Toxicología Experimental villaclareña fue la primera reconocida en el sistema de Salud, a partir del conjunto de resultados con el desarrollo de fármacos a inicios de los 90. El Citma analizó aquellas con posibilidades de convertirse en pilares del desarrollo científico-técnico, y la nuestra resultó incluida».

—¿Se cumplieron las aspiraciones de fármacos en aquella época?

—Lamentablemente no pudieron realizarse todos los sueños. Hubo incomprensiones y burocracias en el camino, aunque el CBQ se ha mantenido y presenta innumerables logros.

—¿Y en la actualidad?

—Nuestro centro sigue siendo una unidad de Ciencia y Técnica. En aquellos momentos teníamos una prioridad de investigaciones nacionales, y al concluir esta línea comenzamos a trabajar con las plantas medicinales, por lo que nos dedicamos a realizar muchos ensayos al respecto.

«Existen resultados, pero la aplicación ha sido demorada. Ahora hay convenios con Labiofam de Villa Clara para suplementos alimentarios dirigidos a los animales, y figuran, a la vez, otros renglones; entre ellos, las investigaciones con el romerillo, que se quiere registrar para la venta en forma de té, pero faltan aprobaciones».

—Al mirar atrás, ¿cuál es su mayor vivencia del PCP?

—Lo acogimos como algo vital, sin descuidar la capacitación de los recursos humanos ni la mejora de la infraestructura.

«Se logró un colectivo de rigor, una verdadera integración en un trabajo con animales que muchas veces requiere las 24 horas de observación, análisis de los comportamientos y de otras facetas que no admiten equivocaciones. Tuvimos muchos compañeros calificados a nivel nacional, y yo me hice experta en Toxicología en la Universidad de Sevilla, España, para enfrentar todo el proceso».

Dra. María Bofill, en la Unidad de Investigaciones Biomédicas.

—Cuando una persona mantiene su intelecto, sin importar la edad, ¿qué le faltaría por lograr o hacer?

—Una pregunta un poco difícil, Me jubilé en enero de 2010 y accedí a recontratarme. En marzo de ese año fui para Venezuela a cumplir una misión en Islas Margarita, durante dos años, en un centro de alta tecnología. Allí conocí a Hugo Chávez.

«Quisiera tener más posibilidades de trabajo, contar con los recursos materiales y, mientras tenga capacidad, desplegar todo lo acumulado durante mi vida.

«Lamentaría que se perdiera, pero la actualidad está marcada por muchas limitaciones de reactivos y de otros insumospara materializar lo que verdaderamente se quiere.

«Aun así, pienso en el entrenamiento del relevo para garantizar la continuidad. No admito estar de brazos cruzados en los 58 años de trabajo que tengo, siempre en la Educación Superior; no me conformo ni acepto que no se pueda hacer nada».

—Si en breves palabras tuviera que revivir los inicios del PCP, ¿cuáles serían?

—Satisfacción por el deber cumplido. El Comandante me puso una meta y la cumplí.

Pequeño dossier de la Dra. C. María Bofill

 — Posee incontables reconocimientos. Vanguardia Nacional del Sindicato de la Salud durante una década, en tres años adicionó el distintivo con el gremio de la Ciencia, y lleva ocho años entre los punteros de la ANIR.

— Uno de los distintivos que más le place es la medalla de la Alfabetización, porque «es el comienzo de mi vida entregada al país».

— Suma, además, las órdenes Carlos J. Finlay y Lázaro Peña en sus tres grados; la medalla Jesús Menéndez, entre otras, y sigue añorando llegar a ser Heroína del Trabajo de la República de Cuba, luego de conformar su expediente en dos ocasiones.

Tomado de Vanguardia

Valore este artículo

Click en las estrellas para votar

0 / 5. Conteo 0

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on telegram
Telegram
Share on whatsapp
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Cuánto es8 + 2 =

Ir al contenido