Las enseñanzas del huracán Ian que asoló a Pinar del Río pudieran servir para enmendar errores y lograr que se empleen de una manera más efectiva las herramientas de la ciencia.
Los científicos no se equivocaron. A 12 años de la presentación en Pinar del Río de los estudios de Peligros, Vulnerabilidades y Riesgos (PVR) asociados a los fenómenos hidrometeorológicos, el huracán Ian ha confirmado, con impresionante exactitud, lo que habían avizorado los especialistas.
El alcance de las penetraciones del mar, las crecidas de los ríos, la magnitud de las inundaciones, la destrucción del viento…, todo aquello que ahora sorprende y que denota la furia terrible de uno de los peores desastres naturales registrados acá, se ajusta a lo que ya había modelado la ciencia desde hace más de una década, para dotar a los decisores de una valiosa herramienta de trabajo.
Sin embargo, de la misma manera en que se afirma que el paso de Ian ha corroborado la correspondencia entre los estudios de PVR y los efectos de un huracán de gran intensidad, los expertos consideran que parte de las afectaciones pudieron atenuarse, de haberse cumplido las medidas y recomendaciones hechas por ellos.
Techos recién colocados que no soportaron el viento, viviendas arrastradas por la corriente, por haber sido levantadas en zonas de inundación; personas a las que hubo que rescatar en medio de la noche y otras a los que ni siquiera se pudo socorrer, hablan no solo de la fuerza de Ian, sino de las fisuras de un sistema en el que todo está escrito.
Idalia López Pedroso, delegada territorial del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (Citma), en Pinar del Río, considera que «este evento demostró que hubo una total correspondencia entre los resultados de los estudios de PVR con lo que pasó acá.«Los efectos sobre el patrimonio natural fueron totalmente coherentes con la magnitud de los impactos que generó este evento», asegura la funcionaria.
Entonces, ¿por qué las inundaciones «sorprendieron» a no pocas personas y las fuerzas especializadas tuvieron que realizar peligrosas maniobras para rescatarlas?
«La madrugada del 27 de septiembre tomó desprevenidos a los colomeros. No se puede decir de otra forma», señaló el periódico Guerrillero en un texto publicado en noviembre pasado, y describía un panorama aterrador: «La gente salió en la oscuridad de una noche que parecía no acabar nunca; con el agua al pecho, con los niños llorando encima».
Por su parte, el diario Juventud Rebelde, a principios de octubre, recogía la historia de Luis Manuel Pereda Martínez, integrante del grupo de Salvamento y Rescate de Pinar del Río, quien socorrió entre 70 y cien personas durante el paso de Ian por el poblado pesquero de La Coloma.«Tuve que sacar del agua a familias enteras que no se habían evacuado (…). Los niños no daban pie, los padres los tenían cargados y alumbraban con lámparas y linternas», relataba el protagonista.
«Quien lo escucha se estremece y aún no sabe de qué manera no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas allí», remarcaba el texto.
La delegada del Citma en Pinar del Río advierte que los estudios de PVR han sido una herramienta de gestión con la que se ha dotado a las estructuras de gobierno, pero eso no basta para reducir vulnerabilidades ante un fenómeno hidrometeorológico extremo, y añade que en los barrios, donde se concretan las estrategias de trabajo, «los niveles de percepción de la población han sido bajos».
Ante esta realidad, comenta que es preciso intencionar, a nivel de comunidad y de manera multisectorial, estrategias que permitan concientizar a las personas sobre los riesgos que entraña no actuar en determinados lugares donde las vulnerabilidades identificadas los pueden afectar.
Otro elemento, según la funcionaria, estaría en asegurar que todas las estructuras, organismos y entidades incluyan en sus planes de reducción de riesgo de desastres, las inversiones necesarias para disminuir o mitigar los impactos que están identificados en los estudios de PVR.
Pero las lecciones dejadas por Ian indican que el tema no solo demanda recursos y acciones de persuasión, sino también una mayor eficiencia y rigor en aquello que se hace.
De lo contrario, ¿cómo entender que en La Coloma muchas personas tuvieran que salir de sus casas en medio de la inundación, cuando año tras año, previo a la temporada ciclónica, el Ejercicio Meteoro prevé en ese poblado costero simulacros de evacuación?
Las obras que se recuperan sin la calidad requerida, y que por tanto, se afectan nuevamente cuando pasa otro huracán, también contribuyeron a inflar las cifras de los daños.
La casa de Yosbel Zayas, en el kilómetro 2 ½ de la carretera a La Coloma, es ejemplo de ello. «Este techo solo tenía un año y medio, era prácticamente nuevo, pero la brigada de Construcción Civil que lo puso no hizo las cosas bien, y por eso se fue», le comentaba a Granma este joven pinareño, a pocas horas del paso de Ian, mientras enseñaba cómo se desmoronaban los trozos de pared a los que estaban fijadas las vigas, porque los albañiles apenas le echaron cemento.
Aun cuando Ian estableció nuevos récords absolutos de rachas máximas de viento en varias estaciones meteorológicas de Vueltabajo (Isabel Rubio, San Juan y Martínez y Pinar del Río), provocó inundaciones costeras que llegaron a alcanzar los tres kilómetros en algunos puntos del litoral, y se mantuvo durante horas azotando el territorio, la práctica también demostró que, desmontando estructuras, protegiendo a tiempo a las personas y sus bienes, asegurando cubiertas, ventanas y puertas, hubieran podido reducirse sus estragos.Y luego, con una adecuada estrategia de trabajo, incluso se habría sacado provecho de una parte de lo que se cayó.
El informe de evaluación de los daños ocasionados por el huracán emitido por el Citma, por ejemplo, estima en más de 73 200 metros cúbicos el volumen de los árboles extraídos de las ciudades, que pudo utilizarse, al menos, para hacer carbón.
«El aprovechamiento estimado por la producción de carbón vegetal a partir de los desechos de madera afectada es aproximadamente de 2 630 859 pesos. Ello significa que se dejaron de ingresar recursos monetarios por ese valor (…), además de que se generaron emisiones de carbono a la atmósfera una vez depositados en los vertederos, donde fueron incendiados», asegura el documento.
No obstante, para las autoridades pinareñas y todos los organismos e instituciones que desde hace meses se empeñan en la recuperación, las enseñanzas de Ian pudieran servir para enmendar errores y lograr que se empleen mejor las herramientas que la ciencia ha puesto en nuestras manos.
De lo contrario, muchos peligros, vulnerabilidades y riesgos continuarán latentes en la provincia de Cuba más golpeada por las tormentas tropicales y los ciclones.
Tomado de Granma
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