Entre el olor y la frescura del verdor de las plantas y esa sensación exótica que causa el contacto directo con la naturaleza, el Jardín Botánico de Las Tunas es sitio idóneo para el abrazo a lo natural, cual respiro de vida alejado del bullicio propio de la vorágine citadina.
La riqueza de sus paisajes es clave para el disfrute en familia de uno de los parajes donde se conserva la flora y la fauna local y caribeña, e incluso, más allá de la región, gracias a la existencia de cinco áreas botánicas con ejemplares característicos de todos los continentes.
Así, en un sublime viaje por aproximadamente 10 hectáreas, el jardín propicia una particular aventura entre palmas, cactus y una variedad florística sorprendente; a la vez, permite el acercamiento a especies endémicas y otras en amenaza por la acción del hombre.
Sin embargo, más que un lugar de esparcimiento, el recinto deviene centro para el aprendizaje y la ciencia, desde el apego a la investigación, conservación y manejo acertado de la botánica, lo que lo convierten en una rica propuesta sociocultural, educativa y medioambiental.
Ubicado en el kilómetro 2 de la carretera a la finca El Cornito, en la ciudad de Las Tunas, el Jardín Botánico presenta una amplísima diversidad que conjuga lo común y lo extraordinario; sus naves de orquídeas, bonsáis y suculentas devienen un privilegio visual a quienes lo visitan, desde la magia imperecedera de las plantas.
Su complemento geográfico con el Parque de Diversiones, el Zoológico y El Cornito, finca que sirvió de inspiración al poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), hacen del Jardín un verdadero paraíso a cielo abierto, donde reina la diversidad exótica de la naturaleza tunera.
Tomado de Periódico 26