“Las naciones ricas dicen que están gastando miles de millones para luchar contra el cambio climático. Algo de dinero va a lugares extraños”, señala un reporte de Reuters en el que la agencia noticiosa presenta los resultados de una investigación que dio seguimiento a proyectos de financiación climática de varios países del Primer Mundo.
Según la publicación, “Italia ayudó a un minorista a abrir tiendas de chocolate y heladería en Asia; Estados Unidos ofreció un préstamo para la expansión de un hotel costero en Haití; Bélgica respaldó la película La tierra roja, una historia de amor ambientada en la selva argentina, y Japón está financiando una nueva planta de carbón en Bangladesh y la expansión de un aeropuerto en Egipto”.
La financiación de los cinco proyectos ascendió a 2 600 millones de dólares y los cuatro países contaron su respaldo como el llamado “financiamiento climático”: subvenciones, préstamos, bonos, inversiones de capital y otras contribuciones destinadas a ayudar a las naciones en desarrollo a reducir las emisiones y adaptarse a un mundo que se calienta.
Los países desarrollados informaron más de 40 000 contribuciones directas hacia el objetivo financiero, por un total de más de 182 000 millones de dólares, entre 2015 y 2020, el último año del que hay datos disponibles.
En un esfuerzo por comprender cómo se gasta ese dinero, reporteros de Reuters y Big Local News, un programa de periodismo de la Universidad de Stanford, examinaron miles de registros que los países enviaron a la ONU para documentar las contribuciones.
Reuters recuerda que las naciones desarrolladas se comprometieron a canalizar un total combinado de 100 000 millones de dólares anuales para ese objetivo, lo cual afirmaron durante las conversaciones que llevaron al Acuerdo de París, en 2015.
“La financiación ayudó a coronar a Japón y Estados Unidos como dos de los cinco principales contribuyentes –señala la agencia–, aunque una planta de carbón, un hotel, tiendas de chocolate, una película y la expansión de un aeropuerto no parecen esfuerzos para combatir el calentamiento global”.
Sin embargo –añade–, al hacerlo no rompieron ninguna regla. “Eso se debe a que el compromiso vino sin pautas oficiales sobre qué actividades cuentan como financiamiento climático. Aunque algunas organizaciones han desarrollado sus propios estándares, la falta de un sistema uniforme de rendición de cuentas ha permitido a los países crear los suyos propios”.
Según dijo a Reuters la Secretaría de Cambio Climático de la ONU, depende de los propios países decidir si imponen estándares uniformes. Las naciones desarrolladas se han resistido a hacerlo.
“Este es el salvaje oeste de las finanzas”, dijo Mark Joven, subsecretario del Departamento de Finanzas de Filipinas, quien representa al país en las negociaciones climáticas de la ONU. “Esencialmente, lo que sea que llamen financiamiento climático es financiamiento climático”.
De acuerdo con el reporte de Reuters, los cuatro países defendieron sus programas como sólidos.
Los funcionarios japoneses consideran que los proyectos de energía y aeropuerto son ecológicos, porque incluyen tecnología más limpia o características sostenibles.
Un funcionario estadounidense dijo que el proyecto del hotel cuenta, porque incluye controles de aguas pluviales y medidas de protección contra huracanes.
Un portavoz del Gobierno belga defendió contar la subvención para la película sobre la selva tropical como financiamiento climático, porque la película toca la deforestación, un factor impulsor del cambio climático.
Y un funcionario del Gobierno italiano dijo que Italia tiene como objetivo considerar el clima en todo su financiamiento, pero no explicó cómo las tiendas de chocolate lograron ese objetivo.
Reuters señala que “la falta de transparencia del sistema hizo imposible saber cuánto dinero se destina a los esfuerzos que realmente ayudan a reducir el calentamiento global y su impacto.
“Los países no están obligados a informar los detalles del proyecto. Las descripciones que divulgan suelen ser vagas o inexistentes, tanto que en miles de casos ni siquiera identifican el país al que fue destinado el dinero. Incluso, los países receptores enumerados en los informes a veces no podían decir cómo se gastó el dinero”.
Romain Weikmans, investigador principal especializado en finanzas climáticas en el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, comentó que “realmente no se puede seguir el dinero, rastrear el dinero, rastrear el impacto”.
Las naciones desarrolladas han prometido 100 000 millones de dólares en fondos anuales para ayudar a los países en desarrollo a reducir las emisiones y gestionar los impactos del cambio climático. Todavía no han cumplido la meta. Entre 2015 y 2020, 35 Gobiernos informaron un total de más de 182 000 millones en subvenciones, préstamos, bonos, inversiones de capital y otras contribuciones.
Según la agencia de noticias británica, “el problema no es universal. Algunos países, como Reino Unido, Canadá y los Países Bajos, presentan informes detallados, y Reuters contabilizó decenas de miles de millones de dólares en gastos de al menos 33 países que se alinearon con los objetivos climáticos establecidos. Eso incluyó inversiones en energía renovable y proyectos que aumentan la resiliencia ante los desastres naturales.
“Pero los miles de millones en gastos apenas están documentados, incluido el del principal financiador, Japón, que representa casi un tercio de los fondos prometidos hasta la fecha. Los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, que supervisa sus contribuciones financieras climáticas, se negaron a describir en detalle ninguna de las decisiones de financiamiento del país.
“El país ha sido criticado por activistas y otras naciones por incluir en su total proyectos que dependen de combustibles fósiles o que aumentan las emisiones. Los funcionarios japoneses han argumentado que las naciones en desarrollo necesitan proyectos de combustibles fósiles que se basen en tecnología más limpia mientras el mundo hace la transición a fuentes de energía alternativas”.
Como parte de la investigación, Reuters y Big Local News pidieron a 27 países detalles sobre la financiación que informaron a la ONU, examinaron documentos públicos y hablaron con ONG y otras personas involucradas en los proyectos informados.
Los reporteros también cotejaron los informes de la ONU con la información registrada por otras agencias, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un grupo que representa en su mayoría a las naciones ricas.
La revisión cubrió alrededor del 10% del total de informes a la ONU. Resultó que se gastaron al menos 3 000 millones de dólares no en paneles solares o parques eólicos, sino en energía a carbón, aeropuertos, lucha contra el crimen u otros programas que hacen poco o nada para aliviar los efectos del cambio climático.
Cinco especialistas en clima, incluidos profesores universitarios, investigadores y funcionarios gubernamentales centrados en la financiación climática, coincidieron en que los proyectos identificados por Reuters tienen poca o ninguna conexión directa con el cambio climático.
En todo el mundo, los donantes informaron más de 25 000 millones de dólares en fondos que, según afirman, están vinculados a la energía renovable.
Al menos otros 5.6 mil millones se destinaron a proyectos que, según afirman, ayudarían a los países a prepararse o responder a los desastres relacionados con el clima. Muchos de sus informes contienen muy pocos detalles para verificar estas afirmaciones, encontró Reuters.
La agencia documentó miles de millones más que se destinaron a proyectos que involucran combustibles fósiles u otras iniciativas que tienen poco o nada que ver con la reducción de emisiones o la adaptación a los impactos del cambio climático.
Cuando el chocolatero italiano Venchi abrió docenas de nuevas tiendas en Japón, China, Indonesia y otros lugares de Asia, contó con la ayuda de Simest, una empresa público-privada que ayuda a las empresas italianas a expandirse en el extranjero. Italia reclamó la inversión de capital de 4.7 millones de dólares como financiación climática.
Un funcionario de Simest dijo que el trabajo de la agencia no se centra en el cambio climático y que no participa en los informes de financiación climática de Italia. Un portavoz del Ministerio de Medio Ambiente y Seguridad Energética de Italia, responsable de los informes de la ONU del país, dijo que el proyecto tenía un componente climático, pero se negó a dar más detalles.
Estados Unidos acordó prestar 19.5 millones a los desarrolladores de una franquicia de hoteles Marriott en Cap-Haitien, Haití. En el momento del acuerdo en 2019, los planes requerían mejorar Habitation Jouissant con más habitaciones, una piscina infinita, un restaurante en la azotea y mejores instalaciones de gimnasio.
El desarrollador, Fatima Group, ahora dice que está rediseñando el proyecto, que se convertirá en una propiedad Courtyard by Marriott.
El hotel tiene vistas al mar, pero su ubicación en una ladera significa que no está amenazado por el aumento del nivel del mar ni por inundaciones y no ha sufrido ningún daño por tormentas, dijo el presidente de Fatima Group, Fred Béliard. Sin embargo, Fatima Group tiene la intención de construir una “infraestructura resistente al clima”, dijo.
Un portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. dijo que el préstamo para el hotel contaba como financiación climática porque el proyecto incluía medidas de protección contra huracanes y control de aguas pluviales.
Japón reportó 59 000 millones de dólares en préstamos, subvenciones, inversiones de capital y otras contribuciones a los países en desarrollo entre 2015 y 2020, más que cualquier otro Gobierno. El financiamiento incluye al menos 9 000 millones en proyectos que seguirán dependiendo de los combustibles fósiles y más de 776 millones en expansiones de aeropuertos.
Los documentos de desarrollo japoneses llaman a Borg El Arab un “aeropuerto ecológico” y señalan los paneles solares de ahorro de energía del edificio terminal planificado, el aire acondicionado de alta eficiencia y las bombillas de luz LED. Se presupuestaron al menos 28 millones para la construcción que incorporó tales características.
Pero la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) planeó gastar otros 40 millones en costos no relacionados con el clima, incluido un nuevo estacionamiento, carreteras y servicios de consultoría. JICA y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón se negaron a brindar detalles sobre cómo se gastó finalmente el dinero, señaló Reuters.
Según la agencia, el proyecto del aeropuerto fue una de al menos tres expansiones de aeropuertos financiadas por Japón que se cuentan como financiamiento climático. Los préstamos totalizaron más de 776 millones de dólares.
Proyectos económicos como estos, destinados a atraer a más personas e inversiones a una región, históricamente obtuvieron financiamiento de fondos internacionales de desarrollo. Los críticos dicen que etiquetarlos como financiamiento climático equivale a un juego de trileros [timadores], publicó Reuters.
“Básicamente, ese es un proyecto de desarrollo”, dijo Wayne King, director de cambio climático de las Islas Cook. “No puedes contarlo, porque la motivación es incorrecta”.
Según el reporte, algunas naciones desarrolladas dicen que las nuevas reglas de informes que entrarán en vigencia en 2024 mejorarán la transparencia y harán que los informes inadecuados sean más obvios.
“Sin embargo, las nuevas reglas aún no requerirán que las naciones desarrolladas presenten detalles sobre los proyectos individuales que respaldan.
“En algunos casos, incluso los Gobiernos receptores dicen que no saben qué ha sido de los fondos de financiamiento climático supuestamente gastados en su territorio.
“Fazle Rabbi Sadeque Ahmed, un negociador de finanzas climáticas que representó a Bangladesh en las conversaciones climáticas de la ONU, dijo que no tiene idea de lo que las naciones ricas como Japón y EE.UU. están financiando en su país. ‘De verdad, no lo sé. Si no se divulga correctamente, ¿cómo podríamos?’”.
Tomado de Cubadebate (con informe de Reuters)
Valore este artículo
Click en las estrellas para votar
0 / 5. Conteo 0