Fue un fraile agustino, el matemático y biólogo Gregor Johan Mendel, quien por primera vez describió cómo se podían heredar características de los progenitores de manera combinatoria.
En un inicio, su breve tratado Experimentos con Plantas Híbridas, presentado en 1865 frente a la Sociedad de Ciencias Naturales de Brno (hoy, en la República Checa), pasó inadvertido… por casi 35 años. No fue hasta principios del siglo XX que dejó de ser un completo desconocido y se convirtió en el padre de la genética.
De siempre, el monje tenía espíritu de investigador. No poseía un laboratorio sofisticado, pero sí un jardín. En su convento experimentaba con abejas, escribía sobre meteorología y a la vez estudiaba para poder obtener un nombramiento de maestro. Entre 1856 y 1863, con la ayuda de sus asistentes, cultivó miles de plantas, buscando entender los principios que rigen la herencia biológica.
En aquel entonces, Mendel desconocía del ADN, que apenas se describió de manera más completa en 1956. Sin embargo, intuyó que la herencia estaría mediada por un proceso de combinación de rasgos discretos, de alguna forma alojados en las semillas de sus plantas.
Para investigar la herencia biológica, el fraile agustino decidió utilizar la leguminosa Pisum sativum, o sea la planta de chícharos. Mendel eligió siete rasgos que podrían ser identificados a simple vista; entre ellos, la forma redonda o arrugada de las semillas, el color de la cubierta, la forma de la vaina, la posición de las flores en el tallo y la extensión del tallo.
En sus estudios se ocupó de obtener variedades puras para cada característica, cruzando sus plantas hasta que un grupo ya solo exhibía un rasgo deseado a lo largo de las generaciones. Los resultados de sus experimentos dieron paso a las leyes o principios mendelianos.
Estos establecieron la forma en que se transmiten ciertos caracteres de los seres orgánicos de una generación a otra. En la primera ley, de la uniformidad, propuso que durante la formación de los gametos (las células reproductoras de los seres vivos), cada una de las formas que tiene el mismo gen se separa de su par, para dar forma al gameto final. Así, cada gameto tiene un alelo para cada gen y se asegura la variación descendente.
La segunda ley es el principio de la segregación. Aquí explicaba que existen ciertos individuos que pueden transmitir un carácter, aunque en ellos no se manifieste. O sea, los distintos rasgos de los genes que están en diferentes cromosomas son heredados de manera independiente unos de otros, con lo cual, el patrón de herencia de uno no afecta el de los demás.
El tercer principio mendeliano, transmisión independiente o de la independencia de los caracteres, postula que los genes para distintos caracteres se heredan de forma independiente. La aplicación de las tres leyes de Mendel permitió predecir las características que presentaría la descendencia de progenitores de composición genética conocida.
Los avances científicos posteriores a su época demostraron que estas leyes constituyen una simplificación de procesos que a menudo son mucho más complejos que los ejemplos proporcionados. No obstante, aún sirven como base fundamental para la ciencia de la genética. El método con el que confirmó sus experimentos valió de modelo a las investigaciones, que, en gran número, se desarrollarían en este campo.
Gregor Johann Mendel nació en el año 1822 en una familia campesina en el norte de Moravia, hoy parte de la República Checa. Sus padres creían que debía tener una educación, pero no tenían recursos para pagarla.
Uno de los profesores que enseñó a Mendel sus conocimientos elementales lo recomendó con el Convento de Santo Tomás, de la orden de los agustinos en Brno. La encomienda no se basó en la vocación religiosa de Mendel — que nunca había considerado entrar a un convento — sino en que creía que su talento para la física y las matemáticas sería apreciado en ese lugar dedicado a la enseñanza, además de las tareas religiosas, según reseña el artículo “Nace Gregor Mendel, padre de la genética”, publicado en el sitio digital de la Universidad de Guadalajara.
Los textos de la época lo describen como una persona tímida y callada, que hizo del jardín botánico de la orden, su lugar favorito. Murió a inicios de enero en 1884, a causa de una enfermedad del riñón.
Tomado de Juventud Técnica
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