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Villa Clara: la brújula de la vocación

La orientación vocacional es imprescindible para encaminar a los jóvenes a la hora de seleccionar su futuro profesional.

El transcurso de la vida estudiantil impone incógnitas y cambios de opiniones. En muchos casos se rompen las hipótesis iniciales de la llamada vocación y surgen no pocas dudas a la hora de decidir acerca del futuro profesional.

El tiempo puede cambiar las inclinaciones iniciales y hacer que se tomen rumbos diferentes, como el matemático que terminó siendo doctor, o el deportista que abrazó el magisterio; sin embargo, es real que no siempre se ha contado con la necesaria orientación vocacional como facilitadora del camino para ayudar a los adolescentes y jóvenes en la elección de una carrera profesional.

Por suerte, Villa Clara trabaja desde hace un tiempo en las llamadas reservas científicas y el seguimiento a los jóvenes talentos como garantía de la continuidad y hacia el desarrollo de habilidades y la  formación vocacional desde la propia vida estudiantil.

Existen muestras elocuentes, como las acciones que desarrolla el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Ernesto Guevara, donde un número significativo de sus egresados alcanzan carreras universitarias en su primera opción, pero no se pueden olvidar los que ingresan por vía directa a la casa de altos estudios villaclareña como premio a su aval en competencias internacionales, en concursos y en otras modalidades que hablan del verdadero alumno integral.

Si algo llama la atención es la incorporación de jóvenes talentos a las sesiones del Polo Científico Productivo (PCP) del territorio, una manera de entrar en contacto con la realidad en las diversas ramas que impulsan la sociedad y con la savia de quienes hacen de la ciencia verdadera innovación en beneficio de la vida.

Otro tanto ocurre en el IPU Capitán Roberto Rodríguez, de Santa Clara, que, de conjunto con el IPVCE y algunos politécnicos, despliega estrategias y acciones para la atención a los jóvenes.

Y uno de los eslabones fundamentales en el proceso de orientación recae en los organizadores de las sociedades científicas, esos expertos que poseen la `radiografía´ de sus alumnos y el tino necesario sobre las posibilidades y particularidades de cada uno, y así pueden sugerir el camino a seguir.

Recuerdo las palabras del profesor Alejandro Moya Pérez, organizador de este tipo de sociedad en el IPU urbano santaclareño: “La labor requiere mucha paciencia, a partir de múltiples maneras de seguir a esos jóvenes para desarrollar sus aptitudes, actitudes y capacidades”.

Así mencionaba la utilidad de intercambiar con ellos, propiciar conversaciones y, ¿por qué no?, el debate sobre temas históricos, geográficos, científicos, culturales o de actualidad.

A criterio de Alejandro Moya, un orientador no puede descuidar su tarea. Hay que trabajar con sistematicidad y para ello existen equipos formados en el trabajo colectivo con la finalidad de enriquecer habilidades, escuchar criterios conjuntos y, sobre todo, enseñarlos a investigar.

Está claro que no todo el alumnado puede aspirar a una plaza universitaria, porque depende mucho de las capacidades intelectuales y de otras coyunturas que influyen, algo que no puede perder de vista un eficiente orientador.

Que no se olviden en este abanico de posibilidades las numerosas vías para estimular la formación vocacional mediante los círculos de interés, las propias sociedades científicas, las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y diversas modalidades que orienten y no ocasionen el efecto contrario.

Y me detengo en el Día de las Puertas Abiertas, esa jornada en la que diferentes instituciones educacionales reciben al estudiantado para mostrarles cómo son realmente, qué posibilidades ofrecen, y propiciar el intercambio.

Al hurgar en los intereses mayoritarios de los jóvenes en la actualidad, sobresale la predilección por diversas disciplinas de las ciencias médicas; por el contrario, hay escasa matrícula e inclinaciones hacia las ramas agropecuarias y otras que constituyen prioridades para el desarrollo de programas priorizados en Cuba.

Lo que resulta evidente es la vinculación existente entre la enseñanza media, la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV) y el Citma, como herramientas imprescindibles para la captación, formación  y empleo del potencial humano.

Ojalá aquellos tiempos vividos por muchos en que las guías formativas del futuro eran programadas para salir del paso, hayan desaparecido. Ciertamente, cada eslabón de orientación reclama su perfeccionamiento para evitar caminos errados y poner a funcionar la brújula de la vocación.

Tomado de Vanguardia

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