Consciente de que la vida es un tránsito, y nos harían falta más de una para hacer todo cuanto uno quisiera, Esther Salgueiro Álvarez (La Gallega), se entregó de a lleno a la actividad de la ciencia, tecnología y medio ambiente, marcando un referente para las nuevas generaciones que dirigen esta actividad en la Delegación territorial del CITMA en Granma.
Lo de pinareña devenida bayamesa, con raíces campesinas y españolas, conspiró en esa suerte de mujer que es hoy: de hablar campechano y sin pelos en la lengua, echada pa’ lante y capaz de defender en cualquier escenario aquello en lo que cree.
Ha sido pedagoga, partícipe de obras de teatro, corredora de 800 metros planos en la lid universitaria; internacionalista, geógrafa, espeleóloga, dirigente, madre, abuela y formadora de innumerables generaciones de jóvenes, científicos, especialistas, gestores de ciencia y directivos del ramo.
Amante de la lectura histórica y repetida del libro El amor en los tiempos del cólera, Salgueiro Álvarez confiesa que en materia de ciencia, no le gusta el cantadito de que “los resultados están engavetados” y del cual se hacen eco muchos investigadores. El científico, a su juicio, “también tiene que incidir en que sus resultados cierren el ciclo de la investigación y se materialicen”.
Pero la Gallega ha sido más que una mujer con lanza en ristre, defendiendo cual Quijote las políticas de ciencia en esta provincia, no exenta de molinos de viento.
CRECER POR DENTRO
Su incursión en el destacamento pedagógico Manuel Ascunce Domenech, creado por Fidel para suplir la necesidad de maestros en el país, obligó a madurar precozmente a esta joven, que con 16 años asumió el desempeño de profesora de Geografía mientras enseñaba a otros de su misma edad.
El mayor reto, lo marcó su misión internacionalista en Angola, como parte del contingente de profesores Frank País.
“Me tocó ir para la primera línea del frente de combate, en la provincia Kuando Kubango, la capital de Menongue, una zona totalmente en guerra.
“Vivíamos en un asedio constante de ataques químicos y aéreos porque desde allí se preparaba la ofensiva de Cuito Cuanavale.
“Debajo de la escuela donde trabajábamos pusieron bombas, granadas y nos pusimos en función del teatro de operaciones militares, del aeropuerto, los refugios…disponiendo la ofensiva. Fueron 24 meses en condiciones de guerra, con la pistola, la AKM y los bolsos con balas al alcance de unos segundos por si debíamos dirigirnos a la trinchera a ejecutar algún ataque terrestre”, refiere Salgueiro Álvarez.
De esta experiencia inolvidable, le quedó el hábito de fumar y tomar café.
“Todas las noches nos llovían cohetes y morteros. Tenías que estar despierto y en disposición combativa.
“En una ocasión dieron alarma aérea y me quedé dormida. Soñaba que caían truenos, y eran bombas. Un matrimonio de médicos camagüeyanos que residían en la misma casa me dijeron: te quedaste dormida. Te hubiesen caído todos los cohetes y el edificio, porque te tumbamos la puerta y no escuchaste nada. ¡Aquí hay que estar despierto, no te puedes dormir! Fúmate tu cigarrito y toma café… y hasta el sol de hoy”.
En medio de aquel huracán de bombardeos, Salgueiro Álvarez encontró el amor, uno sólido que germinó en matrimonio, un hijo y un nieto. Una familia que fue pilar en la sanación de las heridas sicológicas que dejó Angola.
“Durante cinco años me despertaba en las mañanas y salía corriendo, porque creía que habían decretado alarma aérea. Una vivencia de tal magnitud te deja secuelas para toda la vida. Uno estaba muy joven, no queríamos morir allí, queríamos virar con los nuestros”.
¡ESA FUE LA GALLEGA!
Incorporada a la Academia de Ciencias de Cuba como especialista para la actividad espeleológica en Granma, llevó a cabo el levantamiento cartográfico, los estudios de las cuevas y el carso, lo cual redundó en uno de los mejores superponibles de Cuba en cuanto a cartografía; y acometió el inventario geográfico territorial.
A partir de 1994 con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente (CITMA) fungió como especialista para la actividad científica tecnológica, atendiendo la actividad de Biomedicina.
De 1999 a 2003 se desempeñó como especialista de Gestión ambiental en lo concerniente a áreas protegidas, cuyo cometido repercutió en la creación de siete nuevas áreas, además de las tres existentes, todas con sus planes operativos y de manejo.
Durante esta etapa asume de forma simultánea el cargo de Jefa del grupo de gestión ambiental de la Unidad de medioambiente, a su criterio, una labor “intensa y sostenida, porque los problemas ambientales no se resuelven en un día”.
“Trabajamos en carga contaminante, ecosistemas montañosos, áreas protegidas, manejo de desechos peligrosos, suelo, cuencas hidrográficas, y logramos traer a la provincia dos actos nacionales por el Día Mundial del Medioambiente”, dice Salgueiro Álvarez.
Una de esas anécdotas que ponen al descubierto su amor por el trabajo y la firmeza de su carácter, la escuchó en una reunión de trabajo, en voz del propio Ulises Rosales del Toro, entonces Ministro del Azúcar.
“Decía que en una de sus visitas al central de Niquero una compañera se le plantó delante y le dijo: ‘Si usted no resuelve los problemas de este central, el año que viene no va a moler’.
“A él le impactó sobremanera el amor conque una especialista defendía su actividad. Aquella actitud, decía Rosales del Toro, le inspiró a buscar el dinero de donde fuera con tal de resolver el problema de los residuales que se vertían al mar y afectaban el entorno.
“Mis colegas, al escuchar la historia, le dijeron. Esa es la Gallega, mírela aquí atrás. ‘Sí, esa misma, la Gallega’. Soy así, a veces no mido las consecuencias que pueden traerme mis actos.
GESTIONAR LA CIENCIA
En 2017 Salgueiro Álvarez pasa a la actividad de Ciencia y tecnología, a tono con esto, le interrogo qué considera imprescindible para impulsar la ciencia en Granma.
“Nos falta una mejor conexión entre ciencia-gobierno-empresas, pero la vamos a lograr, porque el sistema está montado desde el punto de vista legal para su implementación y contamos además con programas y proyectos que permitirán buscar financiamiento y tecnología para introducir los resultados atemperados también a una mirada sociológica”, opinó la Máster en Ciencias.
EPÍLOGO
Cuando las situaciones se tornan difíciles, esta mujer coraza saca fuerzas de su mejor sostén, la familia. Por ellos se empina al futuro y desafía las probabilidades, como cuando subió al Pico Turquino, la elevación más alta de Cuba, con 58 años de edad.
El propósito de tal proeza fue erigir en esa área protegida y ante el busto de bronce que inmortaliza la figura de José Martí, el título universitario de su hijo.
Esther Salgueiro Álvarez se jubila. Cuesta imaginarla recluida en su casa, avivando nostalgias en tiempos de pandemia. Ella que sin ser Doctora en Ciencias tiene tanto saber para dar; que sin haber escrito libros, es un manual vivo de conocimientos, y que en cuestión de trabajo, ha sido hiperquinética y lo ha dado todo. Aquí hay Gallega pa´ rato.
Tomado de La Demajagua
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