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Rosa Elena, su querida presencia

Fue protagonista de una nueva era para el planeta.

Este 22 de octubre se cumplen 18 años de la desaparición física de la primera ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente

Algunos recuerdan su voz. Otros, tienen en la mente su mirada profunda, con una dosis de dulzura que no requería palabras. No faltan quienes rememoran la pasión que sentía por la ciencia, el medio ambiente, la gente…Rosa Elena Simeón Negrín es recordada como científica, madre, ministra, compañera y abuela.

Este 22 de octubre hace 18 años de su partida. Pero si se busca en su legado, sus ideas y su ejemplo, su impronta está presente en la actual constitución, en las leyes medioambientales, en el enfoque integrador de la ciencia, en los conceptos del desarrollo económico y social sostenible y la educación ambiental y en cada proyecto que incluya estas máximas que convirtió en esencia de su quehacer desde los altos puestos que ocupó, sin olvidar el valor de la humildad.

Cuando se estudian las entrevistas que concedió, se evidencian las cualidades que hacen que se le recuerde con afecto y respeto.

Ella, que nació en Bejucal, el 17 de junio de 1943, hija de tabaquero y farmacéutica, sostenía que “con un esfuerzo adicional de sus padres, hubiera podido estudiar medicina, “pero jamás llegaría a ser científica”. Sin embargo,  además de doctora en medicina, graduada en el curso 1966-1967, y de posgrados en Francia, transitó por los caminos de la veterinaria, la virología y la dirección institucional.

Estuvo en el Centro de Investigaciones Científicas (CNIC), la primera institución de su tipo en el país, participó en las investigaciones acerca de la fiebre porcina africana, la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), la Comisión Nacional para la Protección del Medio Ambiente, y el Uso Racional de los Recursos Naturales (COMARNA), el ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).

Fue protagonista de una nueva era para el planeta. Según colaboradores cercanos, “fue testigo de excepción  del momento histórico del auge del ambientalismo en su visión moderna, que lo inserta en el desarrollo y supo trasladar lo mejor de estos procesos al quehacer cubano”.

Bajo su conducción y guía, se trabajó en una nueva ley marco de medio ambiente, en la estructuración de una Agencia de Medio Ambiente, en normativas medioambientales, en la incorporación de la dimensión ambiental en la legislación para la inversión extranjera y en el establecimiento de licencias y requisitos que protegieran el entorno.

Incansable, apostó por el papel catalizador e integrador del Citma, jugó un rol relevante en la preparación de la primera Estrategia Ambiental de Cuba, enfocada en la identificación de los principales problemas medioambientales del país y las acciones en política para su reversión y contribuyó a la  creación de la Comisión Nacional de Cuencas Hidrográficas.

Nada la detenía y solo pudo hacerlo la muerte. No pudieron impedirlo ni la medicina,  ni el cariño de su familia y amigos, ni el respeto de su pueblo.

Reflexiones y actualidad

Algunos pensamientos de Rosa Elena Simeón, expresados hace más de 20 años, tienen hoy total actualidad. La gestión del conocimiento, consideraba,  “constituye una oportunidad para su aplicación consecuente en la gestión empresarial cubana, al ser un país con limitados recursos materiales y financieros sometido a un férreo bloqueo económico y comercial por más de 40 años por la mayor potencia mundial y necesita penetrar en el mercado internacional en condiciones de competitividad para poder no solo sobrevivir sino desarrollar”. Esa frase de 2001 tiene total vigencia, aunque el bloqueo suma ya más de seis décadas.

Otro de sus criterios, aunque se han experimentado avances, continua siendo un desafío. “Indiscutiblemente, para que una mujer pueda acceder a un determinado cargo de dirección tiene que realizar un esfuerzo mayor que un hombre, porque es ella, independientemente del trabajo que realice, la que sigue administrando la casa, no importa que se tenga un esposo maravilloso como el que yo tuve”.

Ella, que a lo largo de los años fue ascendiendo y ocupando puestos de dirección diversos hasta llegar a dirigir la Academia de Ciencias de Cuba y el entonces recién creado ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, confesó que  la actividad de dirección también le  satisfacía. “En ella se utilizan las mismas herramientas que en la investigación, buscar las causas de un problema, sacar las conclusiones y ver cómo se resuelve”, decía en  entrevista en 2001.

Aunque sostenía que prefería la relación médico paciente, admitía haber aprendido en el laboratorio  “a descubrir la extraordinaria maravilla de la investigación científica, es decir, buscar cosas nuevas y encontrarles explicaciones a los fenómenos. Si tuviera que volver a empezar no lo dudo, recorrería el mismo camino”.

A su vez, le concedía particular importancia al ejemplo personal: “no le puedo exigir a los demás lo que yo no sea capaz de hacer”.

“Un ser humano extraordinario”, dijo una bióloga. “Paradigma de mujer cubana”, opinó un médico. Una mujer compresiva, muy humana y altamente preparada, fue una madre ejemplar,  tenía un alto sentido de la responsabilidad y sabía nuclear y crear un ambiente favorable en el colectivo”, consideró quien fuera su asesora. Esas y muchas otras más fue Rosa Elena, que nació en Bejucal y con su inteligencia, tenacidad, voluntad y entrega, conquistó el mundo.

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